La dolorosa historia de Julia Pastrana: la educada mujer barbuda mexicana que fue exhibida como una bestia en los circos del mundo

Imagen de Julia Pastrana en 1855, cuando tenía 21 años. (Photo by Universal History Archive/Getty Images)
Imagen de Julia Pastrana en 1855, cuando tenía 21 años. (Photo by Universal History Archive/Getty Images)

Julia Pastrana fue ridiculizada, denigrada y exhibida como ser abominable porque padecía de una enfermedad extremadamente rara. Nació en 1834 con hipertricosis terminal congénita generalizada con hiperplasia gingival, condición que cubrió de pelo todo el cuerpo y engrosó de una manera anormal sus encías.

Los horrorizados miembros de una comunidad indígena en el municipio de Sinaloa de Leyva, en el noroccidental estado mexicano de Sinaloa, rechazaron a la niña por su inusitado aspecto. La madre se vio obligada huir con su pequeña hacia las montañas de la Sierra Madre Occidental, donde vivieron aisladas durante unos años.

Existen distintas versiones sobre lo que ocurrió en su infancia. Unos señalan que unos pastores buscaban a una vaca perdida y encontraron a Julia y a su madre escondidas en una cueva. Ellos la llevaron a la ciudad más cercana y la dejaron en un orfanato, donde se convirtió en una celebridad por su temperamento dócil y su gran inteligencia.

Otros dicen que vivió con su madre hasta que la progenitora murió de causas naturales y luego pasó a vivir con un tío, quien la vendió a un circo.

La tercera versión señala que a principios de la década de 1850, Julia, quien para entonces tendría unos 16 años, se convirtió en una de las trabajadoras domésticas del gobernador de Sinaloa, Pedro Sánchez. Se dice que la trataba de una manera tan despótica que de alguna manera logró dejar de estar bajo su custodia en 1854, cuando fue comprada por el empresario Francisco Sepúlveda para exhibirla en los Estados Unidos.

La vida en el escenario

Julia debutó vestida de rojo en Manhattan en diciembre de 1854, en un espectáculo en el que bailaba y cantaba. Pero nadie estaba allí para deleitarse por sus dotes artísticas. Los adultos pagaban 25 centavos de dólar para cerciorarse de la veracidad del anuncio que prometía mostrar a la “Mujer Oso de las tierras salvajes de México, con su rostro y su cuerpo cubierto de pelos y su mandíbula protuberante.

Cartel promocional de la exhibición de Julia Pastrana en Regent Gallery, Londres en 1865. (Foto de Pierce Archive LLC/Buyenlarge vía Getty Images)
Cartel promocional de la exhibición de Julia Pastrana en Regent Gallery, Londres en 1865. (Foto de Pierce Archive LLC/Buyenlarge vía Getty Images)

Aunque la prensa sensacionalista publicó varios reportajes sobre la curiosa mujer, la noción de que Julia no era del todo humana no salió de los periódicos sino de las declaraciones del médico Alexander Mott, quien declaró que era un hibrido, mitad humana, mitad orangután.

El material promocional de los espectáculos de Julia no ayudaba a resaltar la verdadera personalidad de Julia sino que la exaltaba como una criatura extraña que representaban nuestra naturaleza animal reprimida y que había sido producto de la unión sexual entre un humano y una bestia.

Julia era una mujer dulce y educada que hablaba varios idiomas, tocaba guitarra, bailaba con gracia, que cantaba con voz de mezzo-soprano y amaba la lectura.

Luego de conocerla y examinarla, la mayoría científicos tuvieron la certeza de que Julia era completamente humana. Uno de ellos fue el anatomista Samuel Kneeland Jr, ex curador de anatomía comparada de la Sociedad Histórica Natural de Boston, quien aseguró que "una mujer perfecta, que realiza todas las funciones de su sexo".

Hasta Charles Darwin tuvo interés científico por Julia, aunque no llegó a verla en persona y llegó a la conclusión equivocada de que tenía una doble hilera de dientes por un molde que le hicieron a su boca. La realidad es que Julia tenía el número correcto de dientes pero sus encías engrosadas daban una impresión engañosa en los mondes examinados por el famoso científico inglés.

El explotador Theodore Lent

Su representante Theodore Lent fue el estratega que ganó mucho dinero con la inmensa popularidad de Julia. Y aunque la presentaba como “la mujer más fea del mundo, Julia se enamoró de él porque pensó que tenía un interés genuino por ella.

Pero lo que Lent tenía en mente era la explotación total de Julia, sobre todo cuando otros empresarios comenzaron a interesarse en ella. Desde el principio, el trato de Lent fue abusivo, al prohibirle que caminara libremente por las calles por temor que las personas dejarían de pagar para ir al circo si la veían fuera del escenario.

Y luego de su matrimonio, además de vender entradas para los espectáculos multitudinarios, también comercializaba visitas privadas para que las personas la conocieran dentro de su casa.

El embarazo de Julia era de alto riesgo porque era una mujer diminuta que medía 137 centímetros de estatura. Pero Lent hizo caso omiso a las advertencias y viajaron a Moscú para continuar con las presentaciones.

Pero las preocupaciones de los médicos resultaron ser ciertas. Julia parió un varón que heredó la hipertricosis terminal congénita generalizada de su madre y murió a las 35 horas de nacido en marzo de 1860. Ella moriría dos días después al no recuperarse de las laceraciones de los fórceps para sacar a la criatura.

Grabado de un artista desconocido de Julia Pastrana embalsamada, expuesta en 191 Piccadilly en 1862 (Photo by Pierce Archive LLC/Buyenlarge via Getty Images)
Grabado de un artista desconocido de Julia Pastrana embalsamada, expuesta en 191 Piccadilly en 1862 (Photo by Pierce Archive LLC/Buyenlarge via Getty Images)

Algunos dicen que Julia en realidad murió con el corazón roto porque Lent comercializó el doloroso parto y su agonía en su lecho de muerte.

El largo camino a casa

Luego Lent vendió el cuerpo de Julia y de su hijo al Instituto Anatómico de la Universidad de Moscú, donde fueron embalsamados y exhibidos durante seis meses. Pero el empresario se valió de una cláusula ambigua para disolver el contrato y llevarse los cuerpos embalsamados para mostrarlos en distintas partes del mundo.

Unos años después, Lent encontró a otra mujer con hipertricosis llamada Mariel Bartel y se casó con ella teniendo en miras su nuevo espectáculo. La promocionaba como “Zenora Pastrana, la hermana de Julia Pastrana” en un show en el que mostraba a su nueva esposa junto a las momias de Julia y su hijo.

Finalmente Lent perdió la cordura y murió en un hospital psiquiátrico y Mariel vendió los cuerpos embalsamados de la madre y el hijo.

Luego de parar de un dueño a otro, los cuerpos de Julia y su bebé terminaron en el Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Oslo, junto a miles de otros restos humanos. Hasta que la artista mexicana Laura Anderson Bastrana, que vivía en Noruega, se enteró de la increíble historia e inició una batalla legal para repatriar los restos de Julia a México.

Julia regresó a casa en 2013, 150 años después de salir de Sinaloa a ganarse la vida como atracción de circo en Estados Unidos.

“Julia Pastrana ha vuelto a casa”, dijo el alcalde de pueblo natal Sinaloa de Leyva, Saúl Rubio Ayala tras la repatriación de sus restos mortales. “Julia ha vuelto a nacer entre nosotros, para que nunca más una mujer se convierta en un objeto comercial”.

Personalidades rinden honores junto al féretro que contiene los restos de Julia Pastrana en Sinaloa de Leyva, el 12 de febrero de 2013. (REUTERS)
Personalidades rinden honores junto al féretro que contiene los restos de Julia Pastrana en Sinaloa de Leyva, el 12 de febrero de 2013. (REUTERS)

Qué pasaría si Julia hubiera nacido en 2024

Si Julia Pastrana hubiera nacido en México en 2024, no sería exhibida en una feria. Los médicos determinarían luego de algunas pruebas que sufre de hipertricosis terminal congénita generalizada, una enfermedad extremadamente rara que afecta a una de cada mil millones de personas.

Su madre no tendría que esconder a Julia y su comunidad comprendería que la niña no tiene un maleficio ni traerá mala suerte a la aldea, como ocurría en el pasado.

Los especialistas explicarían a los padres que no se trata de una enfermedad con consecuencias graves y que existen tratamientos farmacológicos que inhiben el crecimiento del vello. Y que también existen efectivos mecanismos de depilación láser para ir eliminando el pelo progresivamente y evitar la estigmatización y los problemas emocionales que pudiera traer a Julia el exceso de pelo en su cuerpo.

Pero a Julia Pastrana le tocó nacer en el siglo XIX y tuvo que enfrentar todos los prejuicios y las vejaciones a los que eran sometidas las personas con enfermedades raras en aquella época.

Fuentes: PubMed, Public Domain Review, AllThatInteresting, Julia Pastrana Online, Medigraphic, Springer, El Mundo, El Clarín.

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