La muerte de Dianne Feinstein, un reflejo de la gerontocracia cada vez más visible en EE.UU.

Biden junto a Nancy Pelosi, que ya anunció su retiro
Biden junto a Nancy Pelosi, que ya anunció su retiro - Créditos: @getty images

WASHINGTON.- Cuando Dianne Feinstein asumió su banca en el Senado, en noviembre de 1992, a sus 59 años, George H.W. Bush era el presidente de Estados Unidos y acababa de perder su reelección ante Bill Clinton.

Durante las tres décadas que estuvo en la Cámara alta, Feinstein, quien murió en Washington este jueves a los 90 años, vio el nacimiento de Internet, Amazon y Google, las redes sociales y el iPhone, la Inteligencia Artificial y el auto eléctrico, los atentados del 11-S, y el inicio y el final de las guerras en Irak y Afganistán –los conflictos más largos en la historia del país–, y participó en tres de los cuatro impeachments que hubo contra un presidente.

Pero el epílogo de su carrera, marcado por su frágil estado de salud y los llamados a que renuncie a su banca, la convirtió también en un símbolo de la gerontocracia en Estados Unidos.

Feinstein, la senadora más anciana en el Senado y un ícono del Partido Demócrata, dejó un su legado de tres décadas en el que sobresale su esfuerzo por divulgar las torturas cometidas por la CIA luego de los atentados del 11-S, que llegó al cine en la película The Report, con Adam Driver.

ARCHIVO - La senadora Dianne Feinstein, demócrata por California, escucha un debate en la Corte Suprema, en Washington, el 4 de abril de 2022. (AP Foto/J. Scott Applewhite, archivo)
ARCHIVO - La senadora Dianne Feinstein, demócrata por California, escucha un debate en la Corte Suprema, en Washington, el 4 de abril de 2022. (AP Foto/J. Scott Applewhite, archivo) - Créditos: @J. Scott Applewhite

Hillary Clinton, quien compartió unos años con ella en la bancada demócrata, dijo en un mensaje en X que Feinstein “abrió caminos para las mujeres en la política”, y el presidente Joe Biden, quien también fue colega suyo en la Cámara alta, dijo que fue “una figura histórica, una pionera para las mujeres y una gran amiga”.

(VIDEO) Muere a los 90 años Dianne Feinstein, la senadora más veterana de Estados Unidos

La carrera y el fallecimiento de Feinstein fueron un nuevo reflejo de la gerontocracia norteamericana, un fenómeno que ganó visibilidad en el último tiempo debido a los inconvenientes que han mostrado en público algunas de las figuras más poderosas en Washington por su avanzada edad.

La última caricatura de tapa de la revista The New Yorker mostró a Joe Biden, de 80 años; Mitch McConnell, líder republicano, de 81; Nancy Pelosi, de 83 –quien ya anunció su retiro–, y Donald Trump, de 77 años, corriendo una carrera con andadores. La edad de Biden y Trump –en particular, la de Biden– aparece ya como uno de los temas dominantes en la naciente campaña presidencial. Ruth Bader Ginsburg, un ícono cultural, se negó a renunciar a la Corte Suprema y murió en el cargo a los 87 años en medio de la pandemia, abriendo la puerta a la actual mayoría conservadora del máximo tribunal.

El Congreso de Estados Unidos, donde Feinstein pasó las últimas décadas de su vida, refleja esa realidad: tiene una mayoría de Boomers en sus bancas, y una muy pequeña minoría de Millennials. La edad media de los congresistas en Estados Unidos, 58 años, según el Centro de Investigaciones Pew, actualmente es la más alta de las naciones del G7. Y mientras la Cámara baja se ha “rejuvenecido” con figuras como Alexandria Ocasio-Cortez o Maxwell Frost, el congresista más joven, con 26 años, el Senado se ha “envejecido”: la edad media actual es 65 años, la mayor de las últimas cuatro elecciones.

En una de sus últimas imágenes grabadas en vivo, Feinstein comenzó a leer una declaración en una reunión de un comité y se mostró confundida cuando uno de los jóvenes de su staff la interrumpió y le avisó que el debate había terminado, y sólo debía votar. “Sí”, votó Feinstein, con una sonrisa. Feinstein estuvo ausente por casi tres meses en el Capitolio este año porque tuvo herpes zóster, y regresó en mayo en silla de ruedas. Ante los pedidos de renuncia dado su frágil estado de salud y la exigua mayoría que tienen los demócratas en el Senado, Feinstein anunció que se retiraría al final de su mandato, en 2025. Falleció antes de cumplir esa promesa.

Ese episodio de Feinstein ocurrió poco después de que el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, quien sufrió una conmoción cerebral este año debido a una caída, se quedó congelado durante una conferencia de prensa en una de las galerías del Senado. McConnell estaba hablando cuando de repente se quedó callado. A su lado, la senadora Joni Ernst le preguntó: “¿Estás bien, Mitch?”. McConnell no respondió. John Barrasso, de Wyoming, se acercó y le insistió: “¿Algo más que quieras decir o volvemos a tu despacho?”. McConnell negó con la cabeza, y se retiró sin decir nada más junto con un asistente. McConnell sufrió luego otro episodio similar durante una conferencia de prensa en Kentucky, su estado natal.

Feinstein llegó al final de sus días sirviendo en el Senado, y Biden y Trump se preparan para librar una nueva batalla por la Casa Blanca en lo que será una contienda entre dos políticos bien entrados en la edad de retiro. McConnell resiste en su banca. Pero otros políticos parecen comenzar a ver que la edad de los líderes norteamericanos es un problema. El senador por Utah, Mitt Romney, anunció recientemente su retiro abogando un recambio generacional en la política.

“He pasado mis últimos 25 años en servicio público de un tipo u otro. Al final de otro mandato, voy a estar en la mitad de mis 80″, dijo Romney, de 76 años, en un video. “Francamente, es hora de que surja una nueva generación de líderes. Ellos son los que necesitan tomar las decisiones que darán forma al mundo en el que vivirán”, indicó.

Un video de Feinstein de hace unos años volvió a circular tras su muerte. Feinstein se cruza con un grupo de jóvenes que le piden que vote el Green New Deal, el ambicioso proyecto contra el cambio climático que quedó encajonado ante la falta de apoyo político. En el cruce, que va subiendo en tensión, los jóvenes le insisten que lo respalde, que es imperioso, que sufrirán las consecuencias de la inacción, pero Feinstein rechaza el pedido, les dice que no tiene posibilidades de prosperar, que es demasiado caro, y que no tiene apoyo de los republicanos.

Frustrada, una de las jóvenes le dice que se supone que el gobierno trabaja “para el pueblo, por el pueblo y con el pueblo”. Feinstein, ofuscada y de brazos cruzados, responde con su experiencia: “Yo he estado haciendo esto durante 30 años. Sé lo que estoy haciendo. Ustedes vienen y dicen que tiene que ser a su manera, o a la ruta. Yo no respondo a eso”, les dice. “Sé lo que estoy haciendo”, les insiste.

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