Muere líder revolucionaria y ex presa cubana que desafió a Castro y se casó con el ‘Comandante Yankee’
Olga Morgan Goodwin, otrora ardiente revolucionaria cubana que fue encarcelada por intentar derrocar a Fidel Castro y posteriormente huyó a Estados Unidos, en donde se convirtió en una figura venerada en la comunidad de exiliados y en una crítica abierta del régimen comunista, falleció el martes en su casa de la Florida luego de sufrir un derrame cerebral. Tenía 87 años.
Una de las primeras mujeres líderes de la revolución en su país en la década de 1950, las hazañas de la señora Goodwin, junto con las de su famoso esposo estadounidense William Alexander Morgan, quien dirigió su propia fuerza rebelde, fueron relatadas en libros, artículos y un documental de PBS, llamado “American Comandante”.
Después de ayudar a Castro a subir al poder, su esposo fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en 1961 al romper con el régimen por sus vínculos con el comunismo y ella fue detenida y enviada a prisión, en donde lideró huelgas de hambre y protestas por el mal trato a los presos.
“Fue una líder generacional”, dijo Manny García, ex editor de El Nuevo Herald y confidente de la ex revolucionaria. “Formó parte del movimiento de resistencia de mujeres en Cuba que perdieron su libertad en su lucha por un [país] libre del comunismo”.
Tras salir de la cárcel, abandonó su país natal en 1980 en un barco desvencijado durante el puente marítimo del Mariel y se instaló en Toledo, Ohio, ciudad natal de Morgan, en donde llevó a cabo una implacable campaña para traer su cuerpo de vuelta de Cuba para volver a enterrarlo.
Sus esfuerzos impulsaron un viaje a su país natal de los congresistas Marcy Kaptur y Charles Rangel, quienes se reunieron con Castro en 2002 en una sesión que duró toda la noche para convencerlo de que liberara los restos.
El líder cubano accedió a devolver el cuerpo del estadounidense a Estados Unidos, pero hasta el día de hoy sigue enterrado en un cementerio de La Habana.
A pesar del revés, Goodwin continuó con su campaña de envío de cartas a los presidentes George W. Bush y Barack Obama, así como al Papa Francisco, rogándoles que presionaran al gobierno cubano para que permitiera la devolución de los restos de su esposo.
“Para mí, William era estadounidense y pertenece aquí”, le dijo a Miami Herald. “No puedo rendirme”.
En una serie de entrevistas con el Toledo Blade, la señora Goodwin rompió su silencio en 2002 sobre sus esfuerzos para derrocar a Castro poco después de que tomara el poder en 1959, acusando al difunto líder de traicionar la revolución al cancelar las elecciones libres y forjar lazos con la Unión Soviética.
“No luchamos por esto”, dijo más tarde. “Luchamos por la democracia”.
Durante sus años en La Habana, la pareja crio a dos hijas mientras Morgan se convertía en una figura pública a la que buscaban los periodistas y se volvía el centro de atención de los investigadores de los servicios de inteligencia estadounidenses y de la Casa Blanca de Kennedy durante un periodo crítico de la Guerra Fría.
La historia de su vida en común se relató en un artículo de David Grann publicado en 2012 en el New Yorker, que llamó la atención del actor y director George Clooney. Clooney adquirió los derechos de su historia para una película, pero nunca llegó a producirse.
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Enrique Encinosa, un historiador cubano y ex presentador de radio de Miami, dijo que los periodistas han escrito durante mucho tiempo sobre William Morgan, pero, mientras que él fue ejecutado en 1961 por un pelotón de fusilamiento, Olga sobrevivió y soportó una década en las cárceles de Castro antes de su liberación en 1971.
“Fue a la cárcel, se escondió y vivió peligrosamente”, dijo. “Quería seguir luchando”.
Nacida en 1936 en las montañas del centro de Cuba, Olga María Rodríguez Fariñas fue una de los seis hijos de una familia pobre y trabajadora que se oponía al gobierno del entonces presidente cubano Fulgencio Batista.
Como líder estudiantil, lideró protestas contra el gobierno y finalmente se vio obligada a escapar a las montañas, en donde conoció a su futuro esposo, un estadounidense que se había convertido en líder del Segundo Frente, una fuerza rebelde.
Años más tarde, tras salir de la cárcel y escapar a la Florida, decidió trasladarse a Ohio para estar cerca de la madre de Morgan. En los años siguientes, la señora Goodwin se volvió a casar y se estableció, pero nunca dejó de luchar por traer los restos de Morgan de vuelta a casa.
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En apoyo de su causa, la comunidad de exiliados de Miami hizo una colecta y recaudó $2,300 para ayudar a sufragar los gastos de devolución de su cuerpo a Estados Unidos, en donde la señora Goodwin había planeado una misa funeral y el entierro.
El año pasado, su esposo durante casi tres décadas James Goodwin murió y la señora Goodwin se trasladó a la Florida para vivir con su hija Loretta, una de los dos hijos que tuvo con William Morgan en La Habana.
Mitch Weiss, coautor del libro Yankee Comandante: The Untold Story of Courage, Passion and One American’s Fight to Liberate Cuba, dijo que, a pesar de las tragedias a las que se enfrentó la señora Goodwin, “nunca perdió la fe, incluso después de que su esposo fuera ejecutado, aun después de estar encarcelada durante años, siguió adelante, luchando por mantener viva la memoria de su esposo”.
Loretta Morgan, de 64 años, dijo que continuará con la misión de su madre de traer los restos de su padre de vuelta a Estados Unidos con la ayuda del abogado de la familia Gerardo Rollison. “Mi padre murió por un país que no era el suyo [y] quiero continuar lo que ella hizo”.
Dijo que su madre, quien sufrió un derrame cerebral alrededor de las 8:00 a.m. en la casa de campo que compartían cerca de Clewiston, era un ejemplo de alguien que nunca vaciló en sus creencias.
“Libertad”, dijo. “Ella creía en la libertad” y, al final, “hizo lo que le dictaba su corazón”.
A la señora Goodwin le sobreviven otra hija, Olguita, de Toledo, Ohio, las hermanas Irma Vásquez de Toledo, Ada Fariñas de Canadá, y un hermano, Lázaro Rodríguez, de Tampa, así como nueve nietos y 13 bisnietos. Los arreglos funerarios están pendientes.
Michael Sallah es redactor jefe adjunto de investigaciones de Pittsburgh Post-Gazette y coautor del libro “Yankee Comandante: The Untold Story of Courage, Passion and One American’s Fight to Liberate Cuba”.