Los ambiciosos proyectos de Elon Musk y Jeff Bezos para explotar Marte

La gigantesca colonia espacial que propone Blue Origin, la empresa de Bezos
La gigantesca colonia espacial que propone Blue Origin, la empresa de Bezos

El multimillonario norteamericano Jeff Bezos no le escapó a la pregunta de sentido común que le hizo el año pasado un entrevistador en Washington. ¿Por qué gasta tanto dinero en los viajes espaciales cuando todavía hay graves problemas por resolver en la Tierra? Su respuesta fue: “Mirando hacia el futuro, este planeta es muy pequeño para aprovisionar a más de 10.000 millones de habitantes. Y los recursos va a haber que buscarlos tarde o temprano fuera de la Tierra. Por eso es necesario trabajar en el aquí y ahora, pero también ir pensando en cómo vamos a sobrevivir en el largo plazo”. En este sentido aclaró que destina mucho más presupuesto a la Fundación Bezos, que trabaja en proyectos para incrementar los recursos naturales y contra el cambio climático, que a su empresa espacial Blue Origin.

El otro billonario con el que Bezos se alterna en el primer puesto de los hombres más ricos del mundo, el sudafricano Elon Musk, también trabaja en su propio proyecto con su empresa SpaceX para que la Humanidad pueda desarrollarse en el espacio, y hasta propuso que en un plazo de entre 40 y 100 años haya un millón de personas que vivan en Marte. La meta parece lejana, pero las precisiones que dieron tanto Musk como Bezos sirven como indicador de cómo es el futuro que imaginan aquellos que, a diferencia del resto de los mortales, no tienen el límite del dinero para concretar sus sueños.

Con el hábito de pensar “fuera de la caja”, Bezos lanzó el año pasado la siguiente reflexión durante la conferencia “Nuestro futuro en el espacio”, en la Catedral Nacional de Washington: “En la historia de la Humanidad primero aparecen los ‘soñadores’, y luego los ‘realizadores’ que dan forma a esos sueños. A partir de esa concreción, los ‘soñadores’ se ponen nuevas metas y los ‘realizadores’ las materializan. Ese es el círculo virtuoso del progreso humano”.

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La NASA y otras agencias espaciales avanzan también con sus proyectos en el espacio, en la Luna y en Marte, pero el protagonismo hoy lo tienen los privados. Más allá del entusiasmo de Bezos, Musk o Richard Branson -otro multimillonario metido en la carrera espacial-, los expertos toman muy en serio los proyectos privados y los ven encaminados hacia su concreción, especialmente luego de los últimos viajes que lograron superar históricos problemas técnicos para llevar a una decena de “turistas”, sin conocimiento de astronáutica, al límite entre la atmósfera y el espacio exterior, la Línea Kármán, a unos 100 kilómetros del nivel del mar.

“Estamos en el amanecer de una nueva era en la exploración espacial, hay avances enormes”, afirmó recientemente Christian Davenport, autor del libro Los barones del espacio: Elon Musk, Jeff Bezos, y la búsqueda por colonizar el cosmos. “La carrera que en tiempos de Guerra Fría protagonizaron la Unión Soviética y los Estados Unidos, ahora está en manos de empresas privadas que pusieron fin al largo monopolio de los Estados en el espacio”, dijo Davenport.

Soluciones a distintos problemas

Bezos y Musk tienen ideas diferentes para el largo plazo, pero coinciden en identificar las dificultades del presente para abaratar los costos de los viajes y llevar el transporte a un precio que no sea exclusivo para multimillonarios. “Mi meta es que un viaje a Marte, que demoraría unos 80 días, cueste en el futuro el equivalente al valor promedio de una vivienda en Estados Unidos, que hoy ronda los 200.000 dólares”, dijo Musk.

En efecto, el dueño de Tesla imagina que en algún momento los humanos se convertirán en una “especie multiplanetaria”, que habitará diferentes planetas. “La Humanidad no tiene hoy un plan B si la Tierra, por ejemplo, es alcanzada por un asteroide o si empeoran mucho aquí las condiciones de vida”, dijo. Por eso, el objetivo es comenzar “terraformando” Marte para recrear allí las condiciones de vida de la Tierra.

El empresario explicó que, aunque la idea de una “bomba nuclear” aterroriza a la mayoría de los humanos, con un objetivo de desarrollo se podría detonar ese tipo de artefactos en los polos de Marte para derretir el hielo que existe allí. Así se liberaría vapor de agua y dióxido de carbono que ayudarían a generar un efecto invernadero y elevar la temperatura del planeta, y la presión del aire.

Pero su rival, el creador de Amazon, no ve viable en cambio establecerse en aquel planeta. Bezos dice que ir a vivir a Marte, donde las temperaturas pueden alcanzar los -140°C, “en el mejor de los casos sería como tratar de habitar en la cima del Everest o en los lugares más fríos de la Antártida. No son sitios donde los humanos desean vivir”.

Bezos ve en cambio más asequible la idea de colonias espaciales autosustentables en las que la gente viva de forma permanente. En algunos siglos la Tierra sería entonces una especie de gran “parque nacional” donde solo se permitirían “industrias livianas”. Toda la industria pesada, sus trabajadores, sus familias y sus recursos materiales estarían en el espacio. Los hombres del futuro viajarán a la Tierra “como nosotros podemos ir a pasar un fin de semana al parque de Yellowstone”, dijo Bezos.

A diferencia de Musk, lo que motiva al fundador de Amazon no es imaginar un Plan B para una eventual destrucción de la Tierra, sino ofrecer una solución al proceso natural al que la Humanidad desembocará por sobrepoblación, y la necesidad de buscar recursos alternativos al suelo terrestre. “Con el aumento actual del uso de energía, a un ritmo de 3% al año, en algunos siglos se acabarán inevitablemente los recursos de este planeta”, dijo.

Para Bezos, el gran inspirador en la idea de colonias espaciales es Gerard O’Neill (1927-1992), que fue su profesor de física en Princeton. O’Neill teorizó en los años 70 sobre unos “cilindros” de varios kilómetros de longitud, con construcciones, parques y sectores agrícolas, que podrían alojar a un millón de personas cada uno.

Abaratar los viajes

Ambos multimillonarios coinciden en que la mayor traba para su proyecto extraterrestre es el costo de los traslados.

Hasta ahora, los viajes en cohetes fueron un lujo que se dieron unos pocos. Desde que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin hizo el primer vuelo en 1961, solo unas 600 personas tuvieron la oportunidad de viajar al espacio. Y la dificultad es fundamentalmente económica. El programa Apolo costó entre 100.000 y 200.000 millones de dólares para enviar apenas 12 personas a la Luna. Hoy día el lanzamiento de un cohete tripulado cuesta entre 100 y 400 millones de dólares. En el caso particular de Rusia, le cobra 85 millones de dólares a Estados Unidos cada vez que con sus cohetes lleva a algún astronauta a la Estación Espacial Internacional.

Una vista de la Base Alfa en Marte, tal como la imagina Elon Musk y SpaceX
Una vista de la Base Alfa en Marte, tal como la imagina Elon Musk y SpaceX

Musk resume en cuatro los desafíos a superar para reducir los costos de un viaje a Marte: reusabilidad de los cohetes propulsores, reabastecimiento de combustible en órbita, producción de combustible en Marte y encontrar el combustible adecuado en la superficie marciana.

En cuanto al primer desafío, los océanos del hemisferio norte se fueron llenando en las últimas décadas de costosos cohetes propulsores que cayeron desechados tras cumplir su misión. Pero luego de varios intentos fallidos, SpaceX hizo historia en 2016 con el Falcon 9, el primer cohete reutilizable. Sin embargo, la industria aún debe seguir avanzando.

Respecto de la provisión de combustibles, el planeta rojo tiene una atmósfera de dióxido de carbono y hielo en su suelo. Con CO2 y H2O se puede producir metano CH4 y oxígeno O2. Según Musk, el combustible más apropiado para producir en Marte parece entonces a partir del metano, el nombre técnico del combustible es deep-cryo Methalox.

Por último, una dificultad insalvable para ir a Marte es que, como tiene una órbita diferente de la Tierra, la “ventana” para viajar allí se produce cada 26 meses cuando ambos planetas están en su punto más cercano. “Después del primer viaje masivo con pasajeros, tomaría entre 20 y 50 ventanas de lanzamiento, entre 40 y 100 años, llevar a Marte una población autosustentable de alrededor de un millón de personas”, estima Musk.

Cuando a Bezos le señalan lo fantasiosa que resulta al oído común tanto sus ideas como las de Musk sobre viajes masivos y colonias espaciales, él suele recordar una anécdota.

“Imaginemos a un campesino que en diciembre de 1903 miraba en la pradera de Kitty Hawk, Carolina del Norte, aquel biplano que los hermanos Wright hicieron volar por primera vez con mucha dificultad. ¿Qué habría pensado ese observador si alguien le hubiera dicho que unos 60 años después iba a haber aviones que cruzaban el mundo con casi 400 personas a bordo? Y hoy en día hay en forma permanente, alrededor de 10.000 aviones sobre nuestras cabezas con 1.300.000 pasajeros en el aire... De la misma manera, creo que hoy no está tan lejos la era de los viajes masivos al espacio”.

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