“El que no salta votó a Milei”: congregados por la defensa de la educación, una multitud descargó su enojo contra el Presidente
A poco más de cuatro meses de asumir, una de las más nutridas movilizaciones de los últimos tiempos reunió a una multitud que salió en defensa de la educación pública con los que no quieren al presidente Javier Milei. Y fueron muchos: la marcha ocupó toda la Avenida de Mayo y sus calles paralelas, desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo.
Solo a modo de comparación: en el masivo velatorio de Diego Maradona había mucho menos de la mitad de personas. En aquella oportunidad, cuando quedaban los resabios de las restricciones del coronavirus, la congregación sobre la Avenida de Mayo no cruzaba la 9 de Julio.
“Milei tenés papada”. El cartelito, mínimo, y su solitario portador deambularon en la tarde de ayer por la Plaza del Congreso durante la marcha y funciona como un resumen de la convocatoria. Hubo defensa de la educación, pero también cierto tono celebratorio de resistencia de un sector político que hace tiempo que está a la defensiva.
La Universidad de Buenos Aires dice que hubo 800.000 personas; el gobierno porteño,150.000. La diferencia entre un número y otro, se explica porque no es sencillo llegar al cálculo de cuántas personas caben en esas cuadras colmadas, tal como se vio en las imágenes aéreas. LA NACIÓN envió a su equipo de infografía para estimar la cifra. La conclusión fue que hubo alrededor de 430.000 personas entre las 17.30 y las 18.30.
Entre la multitud hubo presencia de organizaciones políticas y sindicales y muchos dirigentes opositores. Cristina Kirchner salió al balcón del Instituto Patria y mostró un buzo que tenía la inscripción de la Universidad Nacional de La Plata. El exministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa aprovechó la plaza para reaparecer en público junto a sus hijos Tomás y Milagros. Axel Kicillof, el gobernador bonaerense, también dio el presente. Al igual que parte de su administración bonaerense, como los ministros Gabriel Katopodis (Infraestructura) y Andrés “Cuervo” Larroque (Desarrollo de la Comunidad) y varios intendentes.
También participaron el exministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro y Mariano Recalde, titular del PJ porteño. De los radicales, estuvieron Martín Lousteau, Facundo Manes y Pablo Juliano. También representantes de la Coalición Cívica y de la izquierda.
A la hora de los discursos, el escenario de la plaza tuvo amplia representación sindical, en desmedro de los estudiantes. Coparon la plataforma las organizaciones gremiales que representan a docentes y trabajadores de las universidades y figuras como Taty Almeida, la referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Adolfo Pérez Esquivel, en representación de los cinco premios Nobel que dio la UBA.
“Llegamos a marzo de 2024 con un presupuesto de gastos a valores de septiembre de 2022″, denunció Piera Fernández de Piccoli, la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), al leer el documento conjunto y destacar que los aumentos ofrecidos por el Gobierno son insuficientes.
Lo que primó en la calle, en cambio, fue gente de a pie. Hombres con pinta de profesores –lapicera en el bolsillo y pelo desordenado–, familias con niños sobre los hombros, jóvenes fascinados por su debut militante y el resto de la variopinta multitud que nutre la persistente tradición argentina de tomar la calle.
La cantidad de personas contrastó con la ausencia de policías. Su presencia era casi nula y, pese a las amenazas del Gobierno, no se aplicó ningún protocolo antipiquetes. Hubiera sido imposible mantener despejadas las vías de tránsito. La 9 de Julio estuvo cortada en su totalidad durante un par de horas por la cantidad de gente. Al atardecer, la ancha avenida sirvió de escenario para que los congregados se sacaran fotos con el fondo de la figura de Evita enojada, la que mira al norte, a los barrios más acomodados de la ciudad.
La visión de los columnistas
“La educación pública resiste todavía como un valor de cohesión en la sociedad argentina, capaz de resistir incluso el manoseo recurrente de los vendedores de consignas facilistas"
Martín Rodríguez Yebra
Contra Milei
“Horrible, siniestro, perverso”, opinó Alicia Trapano sobre Milei. Docente de pedagogía asistencial del hospital Roca, era una de las que descansaba sobre la 9 de Julio. “Con los huesos del peluca, vamos a hacer una escalera para que en las facultades…. pueda entrar la clase obrera”, coreaban a metros de allí las chicas empoderadas del Partido de los Trabajadores Socialistas. Vestidas de rojo, flameando banderas coloradas, cantaban su arenga y bailaban al ritmo del bombo con que, sumisos, acompañaban sus compañeros varones. “El que no salta votó a Milei”, fue otro de los éxitos de una tarde donde un medidor del Presidente en sangre hubiera dado 0% en la mayoría de los asistentes.
Luego de unos primeros meses en los que con recortes, mensajes en X y discursos, Milei atacó con aparente éxito a una variedad de actores que van desde dirigentes opositores a artistas, periodistas, directores de cine, empresarios, legisladores y demás integrantes de lo que él considera la casta, su conflicto con la educación disparó la primera reacción importante de la calle de su incipiente mandato.
Su antipatía hacia la universidad pública y gratuita –uno de los mitos fundacionales de la Argentina moderna– es doble y manifiesta. Por un lado, ha repetido muchas veces que considera que los impuestos son un robo, una distribución ineficiente de los recursos. Y la gratuidad de las universidades se solventa con esos impuestos que tanto desprecia. Pero además, también aborrece la “propaganda socialista y empobrecedora” que considera que se enseña en muchas de las universidades públicas.
Hace un par de semanas fue demoledor con la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde estudiaron muchos de sus colegas. “Yo siempre hago el chiste de que si ustedes van a la Universidad de Buenos Aires, a la Facultad de Ciencias Económicas. y preguntan quién es Ludwig von Mises, le van a decir que es el 9 de Holanda (...). Eso sí, al barbudo alemán, al empobrecedor de Marx, sí lo conocen”, afirmó.
Es probable que la antipatía de Milei hacia la universidad pública y sus defensores –y viceversa– explique la masividad de la marcha, pero el detonante fue el recorte del presupuesto implementado por su gestión. El problema es establecer su magnitud.
La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia hizo un estudio que arrojó que la motosierra llegó al 71% sobre el gasto real de 2023. Los números del Centro de Economía Argentina (CEPA) para el primer bimestre del año difieren. Según esta organización, las transferencias a las universidades nacionales se ubicaron 28% por debajo del primer bimestre de 2023. Sigue siendo un ajuste importante, pero similar al del total del gasto público nacional en ese bimestre, que es 29%.
El recorte real es difícil de conocer. Ni la Universidad de Buenos Aires ni el Gobierno suministraron cifras claras. El ajuste sí fue, en cambio, la llama que incendió las ganas de protestar de una cantidad enorme de gente que se congregó en el centro porteño.
Banderas
La tarde templada, con un ligero viento que, junto con la sombra proyectada por los señoriales edificios de la Avenida de Mayo, ayudaba a paliar el sol, contribuyó a la convocatoria. Marcharon todas las organizaciones, desde las grandes hasta las cooperativas de escuelas. Identificados por chalecos –azules para los bancarios, verdes para los empleados de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE)– los militantes organizados entrelazaron los brazos y alzaron las banderas para ocupar el centro de la avenida.
Entre ellos se colaba el grueso de la marcha, familias, grupos de amigos y compañeros de trabajo convocados en defensa de la universidad pública y en repudio a Milei. El dress code incluía libros bajo el brazo. La Constitución Nacional fue muy elegida, pero también se vio el Nunca Más y opciones más heterodoxas, como una manual de dermatología, La traición de Rita Hayworth, de Manuel Puig, y el Ratón Pérez, que una chica leía concentrada sobre la torre de ventilación del subte.
Se vieron muchos pañuelos verdes, gastados de las marchas que terminaron en la despenalización del aborto, y otros azules nuevos que decían “Yo defiendo la universidad pública”. También circuló un hombre vestido de gaucho elegante, con sombrero de ala ancha y abrigo de carpincho. Y hubo furor por las selfies con Pedro Rosemblat, un joven conductor que es el novio Lali Espósito, y Alejandro Bercovich, menos joven pero igual de opositor a Milei.
Luego de la paliza que los sectores progresistas sufrieron en el balotaje del 19 de noviembre pasado, que se reitera cada vez que el Presidente se regocija en su ataque a alguna de las vacas sagradas de la izquierda, un segmento amplio de la población encontró un lugar donde sentirse contenido y validado en sus preferencias políticas.
Con la colaboración de Lucila Marin