Y los migrantes están en Balbuena

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 11 (EL UNIVERSAL).- Los alrededores de la estación del Metro Balbuena, en la alcaldía Venustiano Carranza, ya son conocidos como la pequeña Venezuela.

Las fondas ahora venden un menú venezolano, pues llegan cientos de migrantes de dicha nacionalidad, pero también hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y haitianos a esa zona.

Sin embargo, algunos vecinos no se acostumbran. "Si da miedo pasar por ahí, llega mucha gente que no sabemos qué intenciones trae", dice una vecina de la colonia Moctezuma Primera Sección.

El lugar es conocido por los camiones pirata que tienen su terminal ahí. Todos llegan de poblados del sureste del país, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Quintana Roo; por 500 pesos que cuesta el pasaje de allá hasta aquí.

Los migrantes llegan por cientos, por la mañana los camiones se ven repletos de ellos. "Venimos de paso, en camión es más seguro que en La Bestia. Nadie nos molesta porque traemos un permiso para circular en México el tiempo que queramos", dice un salvadoreño que de inmediato toma su teléfono para avisarle a alguien que ya está en la Ciudad de México.

El viaje es de al menos 10 horas dependiendo del punto que tomen el autobús, una vez que pisan tierras chilangas son abordados por una parvada de taxistas o gente que pretende timarlos.

Hay taxis que les quieren cobrar mil 500 pesos de Balbuena a San Lázaro. "Es la tarifa que se tiene", reconoce uno. Esa actitud, molesta a algunos de los vecinos, quienes mejor les recomiendan viajar en el Metro.

"Es gente abusiva, no sabemos su historia o por todo lo que han pasado para que dejen su país y que lleguen aquí y los roben", comenta una vecina que se alarmó por la tarifa de los taxistas afuera de la estación Balbuena.

Algunos llegan con amigos o familiares que ya han empezado a trabajar aquí y ya tienen un departamento en renta, otros simplemente llegan a la aventura y se acercan a la Tapo o a la Central del Norte para continuar -en camión- su viaje hasta la frontera tratando de conseguir el sueño americano.

Los menos afortunados y que llegan solos buscan una oportunidad en un albergue o, en su defecto, pernoctan -mientras consiguen dinero para seguir su viaje- en un bajo puente que está en la intersección de Troncoso y Oceanía.

No es albergue ni se tienen las condiciones para quedarse varios días, pero ese espacio ya lo han hecho suyo, a la distancia se ven carpas y casas de campaña donde se han quedado familias enteras.

Para evitar conflictos, el acceso es controlado, si no conocen a alguien que ya pernocta aquí, los mismos migrantes niegan el acceso.

Apenas un baño portátil se aprecia, insuficiente para las más de 50 familias en el sitio; entonces, el olor es penetrante, situación que incomoda a vecinos de ese lugar, "es insalubre que estén ahí, por las noches ya da miedo pasar, porque ellos no tienen nada que perder y nos pueden hacer cualquier cosa".

"Hemos pedido vigilancia, policías que al menos hagan presencia, pero no llegan, nadie les puede decir nada, pero no es correcto que estén ahí, ya están por toda la colonia", dice Mariana, vecina de la Moctezuma.

Ellos, solo piden un poco de comprensión y empatía.

"Nosotros no podemos decir nada, sabemos que estamos aquí de ilegales y que eso le molesta a mucha gente, pero no hacemos nada. Nosotros venimos huyendo de la violencia, buscamos una mejor vida para nuestros hijos y para nosotros un mejor futuro. No toda la gente nos trata mal, pero el mexicano es muy hostil contra nosotros", afirma un migrante al tiempo que pide no tomar fotos de las condiciones en las que viven.

A pesar de las quejas de los vecinos, se observa escasa presencia de patrullas en la zona.

Tampoco en la terminal de camiones pirata ni en el bajo puente se observan policías.

La convivencia cada vez es más complicada, pues mientras unos hasta ya ofertan comidas de aquella zona, otros simplemente piden no lleguen a la colonia.