“El miedo se nos metió en la ciudad”: Querétaro perdió la tranquilidad tras masacre en el bar Cantaritos
Donovan, de 28 años, dice que el recuerdo más recurrente que tiene de su amigo Diego Tapia es vestido de pantalón corto, con las botas de tacos galopando por el verde de una cancha, y anotando goles al por mayor como delantero centro en alguno de los equipos con los que se hartaba de ganar torneos locales en Querétaro.
“Era increíblemente bueno en el futbol”, recuerda con una sonrisa apagada.
El pasado domingo, Donovan se enteró por un mensaje de otros compañeros de futbol que su amigo Diego, con el que compartió más de 10 años de amistad y alegrías en las canchas, era uno de los 10 jóvenes asesinados a tiros en el bar Cantaritos de la zona centro de Querétaro capital.
Y no solo eso. Ese domingo, también se enteró de que Angie Ascencio, la comunicadora e influencer que le había entrevistado poco tiempo atrás sobre psicología en su programa que se transmitía por Youtube, también se encontraba entre las víctimas mortales de la masacre; un suceso que dejó al menos otros 13 heridos, según la secretaría de salud queretana, luego de que un grupo armado entrara al local y disparara a quemarropa en contra de los comensales, entre los que, de acuerdo con lo dicho por autoridades federales y estatales, se encontraba un presunto miembro del crimen organizado y su escolta, ambos fallecidos.
“Que dos amigos murieran así en un mismo hecho fue un balde de agua fría tremendo. Pero lo primero que se me pasó por la cabeza fue: ‘esto ya se veía venir’”, plantea Donovan, que es psicólogo de profesión.
“Es decir –añade–, sabíamos que ya no tardaba en pasar algo así en la ciudad. Evidentemente, es una tragedia. Pero lo más lamentable es que no me sorprendió. Porque ya a otro amigo le empezaron a pedir el ‘cobro de cuota’ para abrir su negocio y tuvo que cerrarlo. Y además, ya estaban sonando también casos cada vez más cercanos de secuestro. Por eso pensé: ‘se veía venir’”.
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Ante esta situación, especialmente a raíz del multiasesinato en el bar Cantaritos, Donovan asegura que el miedo ya se metió en Querétaro, al igual que los grupos del crimen organizado que se disputan diferentes actividades criminales en la entidad, como el huachicoleo de combustible, el narcomenudeo, o el control de vías de comunicación muy importantes, como la 45D que va hacia el centro y el norte de la República, y por la que transitan mercancías de todo tipo, incluyendo las del narcotráfico.
“Después de la masacre claro que ya tenemos miedo de salir. Ya te la piensas mucho más. Este fin de semana, por ejemplo, teníamos pensado ir un grupo de amigos a un lugar y ya se canceló porque nadie quiere salir por miedo”, plantea Donovan, que habla sentado en la banca de un parque de la ciudad que luce viejo y vacío antes del mediodía.
“Y yo tengo 28 años, pero no sé qué pueden esperar los chicos de 20, 19, 18, que están en esa etapa social de que quieren explorar. Y deja tú de explorar bares o restaurantes, sino que quieren salir al boliche, a jugar futbol, a salir a los parques. Ya no sabemos qué hacer. El miedo se nos metió en la ciudad”, sentencia el joven, amigo de dos de las víctimas del bar Cantaritos.
“La gente mala se nos metió en Querétaro”
De acuerdo con las cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad, entre enero y septiembre de este año suman 129 asesinatos en el estado de Querétaro, un leve descenso en comparación con el mismo periodo del año anterior (139), que terminó con 179 casos. Mientras que, de acuerdo con datos del INEGI en su Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), el 38.3% de la población mayor de 18 años consideró durante el tercer trimestre de 2024 que vivir actualmente en su ciudad era inseguro, un descenso respecto del 42.2% registrado en el trimestre previo.
Sin embargo, sucesos como el del sábado pasado 9 de noviembre en el bar Cantaritos contrastan con los datos que hablan de una mejora de la situación de seguridad en Querétaro, y van más en la línea de otro dato del INEGI que asegura que también un 63% de los queretanos mayores de edad consideran que la inseguridad es el principal problema que enfrenta su estado.
“Claro que lo sucedido en el bar Cantaritos es algo que nos afecta mucho. Ahora tienes que calcularle muy bien a qué lugares vas a ir, en dónde puedes estar de noche, y cosas así. Porque si estas cosas ya están sucediendo, como un multihomicidio con un ataque premeditado contra ciudadanos, pues te preguntas qué otras cosas pueden venir”, plantea por su parte Guillermo San Román, coordinador del laboratorio universitario de Seguridad Ciudadana de la Universidad Autónoma de Querétaro, que también recuerda que recientemente aumentó la cifra de los delitos que no se denuncian en la entidad: 92%, según datos del INEGI.
Además, no solo lo sucedido en la masacre del pasado 9 de noviembre alimenta la sensación de miedo de la que habla el joven Donovan y la estadística del INEGI. Solo en este 2024, se han producido varios sucesos de violencia extrema en la ciudad y en municipios aledaños.
El 4 de octubre, por ejemplo, otro grupo armado ingresó a otro bar de Querétaro, ‘El Mezcalito’, y asesinó a dos hombres integrantes de un grupo musical de narcocorridos llamado ‘Emiliano Cuevas y Grupo Penumbre’. Pocos días después, el 9 de octubre, otras ocho personas fueron asesinadas en Querétaro en dos hechos distintos, pero con solo unas horas de diferencia entre ambos hechos. De esos 8 casos, 4 mujeres y 1 hombre fueron asesinados en una vivienda del municipio vecino de El Marqués. Mientras que apenas el jueves pasado, dos días antes del suceso en el Cantaritos, otras tres personas fueron asesinadas dentro de un establecimiento en construcción que iba a ser un restaurante bar en la zona Centro Sur de la ciudad de Querétaro.
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Ante estos sucesos, el gobierno estatal y municipal, liderados por el Partido Acción Nacional, se han apresurado a decir que la violencia está motivada por grupos que provienen de fuera del estado y de la ciudad, en concreto de Guanajuato, que llegan a refugiarse a Querétaro.
Sin embargo, estas explicaciones comienzan a ser insuficientes para una población que, especialmente en este 2024, ve cómo los sucesos de alto impacto, como el multihomicidio en el Cantaritos, se repiten con más frecuencia.
“He vivido por 20 años en Querétaro y la violencia nunca había sido un tema. Es una lástima lo que está sucediendo ahora. Sabemos que hay problemas con los estados vecinos, como Guanajuato, pero yo hago la analogía con una fruta podrida. En lugar de quitar la pieza podrida para que no contamine al resto, quisieron poner una servilleta en medio, un papel, y pues claro que los problemas nos iban a llegar sí o sí”, plantea el joven Donovan, que dice algo que, aunque públicamente no se admite, sobre todo por parte de la clase política queretana, ya es un secreto a voces en la entidad: “la gente mala se nos metió en Querétaro y las consecuencias ya las tenemos encima”.
Una víctima indirecta de esas consecuencias de la violencia es el señor Ricardo Ramos, tío de Fátima Ramos, una joven de 25 años estudiante de Administración de Empresas que fue asesinada la noche del sábado pasado junto a otras 9 personas.
“Nos robaron la tranquilidad”, dijo el hombre afuera de la funeraria donde el lunes fue velada su sobrina, hija de un prominente activista pro movilidad sustentable en Querétaro, también fallecido meses antes, pero por una enfermedad. De hecho, Fátima fue con una prima la noche del sábado al Cantaritos a tomar algo para distraerse: su tío asegura que se sentía triste porque ese sábado era el cumpleaños de su padre fallecido.
“Mucha gente en Querétaro nos sentimos agredidos, enojados y muy tristes por esta situación. Estamos frustrados. Somos miles de gentes que ya no podemos salir con tranquilidad a la calle. Ya no estamos tranquilos en Querétaro. Tenemos miedo”, denunció el señor Ricardo.
En el Querétaro “donde nunca pasa nada”
Ayer martes, a tres días de que la noticia del bar Cantaritos corriera por México y medio mundo por la brutalidad de las imágenes de video del ataque armado que se filtraron a los medios, la capital queretana lucía en aparente calma, aunque la violencia no se detuvo: el lunes, una persona apareció asesinada en una vulcanizadora, mientras que ayer martes fue localizado un cadáver ya en estado de descomposición en un tambo, en las inmediaciones del bulevar de la Nación.
El concurrido centro histórico, una de las zonas coloniales más visitadas por los turistas en México, seguía igual de concurrido: con masas de gente caminando hacia sus lugares de trabajo, turistas de habla inglesa fotografiando las calles empedradas y las casitas de pintorescas fachadas de colores, el tráfico habitual de las horas pico, y las cafeterías llenas a la hora del desayuno.
Sin embargo, aunque muchos ciudadanos se muestran reacios a platicar abiertamente del tema del crimen organizado en la ciudad y de la masacre del Cantaritos, hay quienes bajando la voz admiten que existe preocupación por los hechos recientes.
“La ciudad se ve tranquila, pero en la calle solo se habla de eso ahorita. No hay otro tema, porque sí impactó mucho”, dice uno de esos ciudadanos, que pide anonimato por temor al crimen organizado.
Un empleado de transporte, que también pidió no mencionar su nombre, explica que ha vivido en otros estados más violentos, como Michoacán, donde asegura que veía cómo “dejaban cuerpos en las paradas de los camiones como si estuvieran dormidos”.
“Comparado con lugares así, en Querétaro aún no está tan grave. Pero por algo se empieza. Y acá la violencia ya vemos que empezó a salirse de control y eso nos preocupa mucho”, apunta el hombre, que subraya: “vivimos en el Querétaro donde no pasa nada y pasa de todo”.
A continuación, mientras recorre las callejuelas del centro histórico, el hombre se explica.
“El que quieras tapar este tipo de notas, como la del bar, diciendo que no pasa nada, que era algo entre criminales, o que eran de otro estado, pues ya te está diciendo cómo está la cosa aquí”, expone.
“Es decir, en lugar de tomar acciones para mejorar, nuestras autoridades se están dedicando a echarle la culpa a otros estados, como Guanajuato o Sinaloa. Pero, más allá de donde sean los criminales, pues las cosas suceden aquí, en Querétaro, y las autoridades tienen que resolver el problema. Tienen que darnos una solución”, finaliza el vecino de Querétaro.
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