Miami Herald pelea por transparencia en el caso de Jeffrey Epstein, y gana | Opinión

Esta semana, por fin, el público supo más sobre la extensa red sexual de Jeffrey Epstein y su novia de muchos años, Ghislaine Maxwell, cuando por fin se reveló un expediente judicial de un caso ya resuelto que implicaba a personas ricas y poderosas.

Los expedientes –que contienen unos 150 nombres de asociados, algunos de los cuales pueden haberse hecho de la vista gorda, además de detalles de una declaración– revelaron más cosas sobre el sórdido mundo de los abusos sexuales a niñas menores de edad y un sistema judicial terriblemente torcido.

Muchas personas influyentes estaban en la órbita de Epstein, pero hasta ahora solo él y Maxwell han sido procesados. Esta divulgación de documentos puede arrojar más luz sobre quienes participaron en su red de tráfico sexual. Si hay más culpables, queremos que rindan cuentas, aunque sea tan tarde.

Si eso ocurre, será gracias a los esfuerzos de los periodistas del Miami Herald y de su empresa matriz, McClatchy. Durante más de seis años, lucharon para sacar a la luz una falla atroz de nuestro sistema judicial: un acuerdo secreto de culpabilidad alcanzado en un tribunal federal de Miami en 2007. El acuerdo permitió a un delincuente sexual de Palm Beach eludir la justicia por sus delitos contra decenas de niñas y le permitió victimizar a aún más.

Y fueron más de seis años de tenaz periodismo de investigación los que sacaron a la luz pública estos expedientes y la propia historia.

La periodista de investigación del Miami Herald Julie Brown trabajó sin descanso para exponer toda la verdad de lo ocurrido, entrevistando a las víctimas y solicitando numerosos registros públicos. Finalmente, el Herald descubrió una historia de corrupción y conspiración. El proyecto Perversion of Justice de Brown, publicado en el Estados Unidos posterior al #MeToo, llevó a la acusación y arresto de Epstein. Este se suicidó en una celda de la cárcel de Nueva York en 2019 antes de ser juzgado.

Para Brown y el Miami Herald, el caso no terminó ahí. Continuaron persiguiendo solicitudes de registros para forzar la transparencia de los tribunales con respecto a los crímenes de Epstein y las fallas que le permitieron evadir la justicia durante tanto tiempo.

Uno de los focos de atención llegó a ser una demanda por difamación presentada en 2015 por una víctima contra Maxwell, quien cumple una sentencia de 20 años por su participación en la red de tráfico sexual. La demanda se resolvió en 2017.

Durante años han circulado rumores de que reveló a hasta 150 personas de identidad desconocida –o “John Does”, como se les llama en inglés-, entre ellos, hombres influyentes y conocidos que supuestamente aceptaron una invitación de Epstein para viajar en su jet y visitar sus mansiones en Palm Beach y las Islas Vírgenes, donde les presentó a las menores de edad. La responsabilidad, si procede, debe extenderse más allá de las dos personas en la parte superior de esta organización.

Sin embargo, al concluir el juicio, los expedientes judiciales fueron sellados por un juez de Nueva York. ¿Por qué?

“Cuando personas ricas e influyentes se ven envueltas en grandes líos como el caso de Jeffrey Epstein, quieren mantenerlo fuera del dominio público”, dijo Casey Frank, editor de investigación del Miami Herald, a la Junta Editorial. “Encontramos ejemplos de ello en todo el reportaje de Perversion of Justice. Incluida esta demanda por difamación, que se resolvió y luego se selló”.

Frank dijo que él y Brown se preguntaron: “¿Por qué se selló? ¿Es así como deben funcionar los tribunales? ¿No se supone que los tribunales deben estar abiertos a la inspección pública?”.

El Miami Herald decidió impugnar el cierre, sin saber cuánto costaría ni cuánto tiempo llevaría. El periódico contrató a abogados para que retiraran el sello a los expedientes.

Ahora, años más tarde, la organización noticiosa prevaleció. Los expedientes siguen siendo analizados por reporteros del Herald y otros medios. Pero sea lo que sea lo que encuentren, la apertura de los documentos no se refiere únicamente al caso de Epstein, por muy importante que sea. Tampoco se trata únicamente de garantizar que este tipo de abuso de influencia y secretismo en el sistema judicial se detenga en seco, otro objetivo increíblemente importante.

Hay algo más en juego aquí, por lo que el Herald y McClatchy lucharon: la importancia de mantener públicos los registros públicos.

El derecho del público a saber lo que hace el gobierno está más amenazado que nunca. La divulgación de estos expedientes demuestra el poder de la información tenaz al servicio de la verdad y del interés público.