México y sus entrenadores 'caseros' que nunca lo harán trascender en un Mundial

México volverá a abrir un debate sobre quién debe ser su entrenador. (Getty Images/Reuters)
México volverá a abrir un debate sobre quién debe ser su entrenador. (Getty Images/Reuters)

México ha cerrado un ciclo más con la salida oficial de Gerardo Martino. El director técnico argentino lo dejó muy claro: su contrato expiró apenas acabó el partido entre el Tri y Arabia Saudita en Qatar 2022. Todavía no termina el Mundial para los demás, pero la Selección Mexicana ya empieza a pensar en el futuro. Se empiezan a asomar nombres por doquier para ocupar el banquillo, como pasa cada cuatro años, y seguramente el debate crecerá con ahínco durante los siguientes meses.

Cuando se hace el diagnóstico final de cada Mundial, es indudable que se suele hablar de directivos, jugadores y del entrenador en turno. Pero poco se repara en algo fundamental: la escasez generalizada de talento entre los directores mexicanos. Y ese aspecto debería ocupar más atención de la que se piensa. Los estrategas nacionales no salen fuera del país. Hacerlo representa algo atípico y, cuando ha sucedido, los resultados han sido francamente malos. Por ejemplo, Ignacio Ambriz, entrenador de éxito en los últimos años, no pudo trascender en la Segunda División de España.

Pero en su caso se puede decir que al menos lo intentó. Y esa no suele ser la norma. Por ejemplo, Hugo Sánchez dirigió en España, pero hace doce años: se marchó del Almería tras un año sin grandes méritos. Miguel Herrera, aunque se ha hablado de un fichaje internacional, jamás ha salido del país. Incluso se puede meter en la bolsa a Ricardo Ferretti, que es brasileño pero se ha formado en México, y nunca expandió sus horizontes más allá del futbol mexicano.

La lista puede seguir eternamente. Solo Javier Aguirre se ha aventurado con éxito y durante más de veinte años a competir en el futbol internacional. Pero su experiencia es una rareza. Y aunque hay entrenadores en otras latitudes, como Luis Fernando Tena en Guatemala, lo cierto es que México demanda, para que su futbol crezca, que sus entrenadores dirijan en competencias de alto nivel. No solo es necesaria la exportación de jugadores, que es muy baja, sino también la de directores técnicos: que se instruyan en el alto nivel, que se actualicen, que tengan acceso al conocimiento que reverdece en las grandes ligas del futbol.

Si salieran fuera, podrían ejercer de mejor forma en México y, por extensión, ser una opción viable para la selección. Eso también queda evidenciado cuando se ve el caso de Japón que, con un entrenador local como Hajime Moriyasu, logró pasar como líder en un grupo por encima de España y Alemania. ¿Es México incapaz de formar y preparar entrenadores de esa altura?

Eso no pasa y mientras las cosas sigan así, la realidad será cruda: no habrá entrenadores locales que sean capaces de dar el salto que requiere el futbol mexicano. Por eso la lógica invitará a seguir pensando en rostros de otros ámbitos. Y será ahí cuando las voces nacionalistas de siempre se hagan presentes: dirán que la Selección Mexicana debe ser dirigida solamente por mexicanos, aunque con entrenadores nacionales nunca se haya logrado algo excepcional.

Javier Aguirre durante su paso por el Atlético de Madrid. (AFP via Getty Images)
Javier Aguirre durante su paso por el Atlético de Madrid. (AFP via Getty Images)

Si Guillermo Almada es en verdad un candidato al Tri, como tanto se ha hablado en los últimos meses, habría que decir que es un entrenador formado en su país, Uruguay, y no un producto de la Liga MX. Jaime Lozano sí que se ha esforzado por aprender en otros rumbos. Podría ser en el futuro una gran opción, aunque en este momento todavía acusa inexperiencia. Desde luego, también es evidente que un técnico no cambiará el rumbo del futbol mexicano. Si se quiere aspirar a la élite, se debe imitar todo lo que ellos hacen en diferentes niveles y no sólo con la elección de un entrenador de renombre (porque también con Martino y con otros entrenadores se ha demostrado que un buen sueldo y currículo no garantizan alegrías deportivas).

El sentido común tendría que dejar las cosas más que claras: si a México un entrenador de altos vuelos no puede llevarlo al lugar que sueña, menos lo harán los entrenadores que todo el tiempo piden oportunidades, pero no hacen nada diferente para aprender y actualizarse. Podrán hablar de patriotismo y pasaportes, pero nunca de nuevos métodos ni de innovación deportiva. El futbol nacional puede encontrar en ese tema otro motivo para seguir lamentándose.

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