Memorias de las tierras de María la Portuguesa

Ayamonte/Castro Marim (España/Portugal), 15 mar (EFE).- "Dicen que soy el marinero más viejo del campo de Canela". A sus 91 años, Jose Antonio Sayago es la memoria viva de las tierras del Guadiana, las de "María la Portuguesa". Las tierras de España y Portugal hoy unidas por el río.

José Antonio nació en Extremadura y llegó a Ayamonte (Huelva) "con 6 o 7 años, a cuidar las vacas". Pero el campo solo no daba para vivir, así que cuando conoció a Carmen se lanzó al mar.

Jornalero de día y marinero de noche. Su vida ha dado para mucho. Conocía los esteros del Guadiana como la palma de su mano; trabajó en los huertos, en los grandes galeones y en las barcazas.

Y Carmen aguardaba. A veces hasta tres días, porque los barcos apuraban en el mar. "Estaba atenta, siempre a la espera y distinguía el motor de la barca a lo lejos", recuerda.

Eran los tiempos en que las familias de los pescadores vivían en los almacenes del puerto. Todas juntas, separadas apenas por telas colgadas en cuerdas.

"Yo conocí la luz eléctrica cuando tenía más de 20 años". Hay cosas que no se olvidan.

Su memoria prodigiosa enriquece "Territorio Museo", una iniciativa para recuperar el patrimonio inmaterial de la región integrada en el proyecto EuroGuadiana2020, que engloba a la española Ayamonte y sus vecinas lusas Castro Marim y Vila Real de Santo Antonio.

Un plan que cuenta con un presupuesto de 1 millón de euros cofinanciado con fondos Feder a través del Programa Operativo de Cooperación Transfronteriza Portugal-España (POCTEP) Interreg V-A.

Un moderno puente une desde los años 90 las dos orillas del Guadiana y un transbordador sustituye a las barcazas que cruzaban el río. La Eurociudad trabaja hoy para recuperar su historia común y su patrimonio.

Lejos quedan las dictaduras ibéricas -Francisco Franco en España y Antonio de Oliveira Salazar en Portugal-, y los tiempos de "guardinhas" y guardias civiles en las riberas del Guadiana.

Y lejos también los años del contrabando y las tragedias en el río, como la que inspiró "María la Portuguesa".

"En las noches de luna y clavel/ De Ayamonte hasta Villa Real/ Sin rumbo por el río, entre suspiros/ Una canción viene y va".

TRAS EL MITO DE MARÍA LA PORTUGUESA

La creación del granadino Carlos Cano (1946-2000) nació de un drama que sacudió a los pueblos del Guadiana.

En 1985, un "guardinha" portugués mató a tiros a Juan Flores, un pescador español que cargaba marisco de contrabando. Una mujer veló sola el cuerpo en Portugal hasta su traslado a Ayamonte.

La misteriosa mujer de luto inspiró el fado de Cano, que habla de noches, de contrabando y de amores. En realidad, ni había romance, ni se llamaba María, ni era portuguesa. Pero la lírica pudo más y el tema quedó ligado a estas tierras para siempre.

El contrabando era una salida para sobrevivir. El reparto de la pobreza. A Juan Flores le lloraron españoles y portugueses.

"Era cuando se pescaba el langostino", recuerda José Antonio. Y la cigala, el camarón, el cangrejo y la sardina.... "Y también se pasaba café, azúcar, harina, garbanzos..."

DE BICICLETAS A "LIBROS DEL ESTRAPERLO"

"La mercancía pasaba escondida entre la ropa de las mujeres en las barcas que cruzaban el río", relata el poeta luso Antonio Cabrita remontándose a mediados del siglo XX.

También los "candongueros" portugueses -"macuteros" españoles- pasaban bultos en los esteros. "Cuando baja la marea se puede cruzar a pie, hay que saber por dónde", aclara José Antonio.

"Yo nunca pasé contrabando", presume. Y entre sus recuerdos salta el portugués que le propuso pasar crema de helado español a Vila Real; o el ciclista de Ayamonte que desafiaba a los guardias: "Nunca pudieron descubrirle. Llevaba piezas de bicicleta de un lado a otro. Estaban ahí, a la vista". Y se ríe mientras lo cuenta. Ingenio en tiempos de miseria.

Con los años, el "catálogo" se extendió a las cuberterías, los platos "Duralex", las fregonas y hasta las pipas de sandía, apostilla Carmen.

De contrabando también sabe António Cabrita, que creció escuchando los cuentos de su abuelo -"comerciante de frontera"- sobre "las relaciones de frontera, pero sin frontera": Portugueses y españoles pescaban juntos, iban a misa en los dos países, se casaban...

O se afincaban en el país vecino, como ocurrió con Luzía Gomes, la madre del mejor guitarrista flamenco contemporáneo, Paco de Lucía, o Paco de la Portuguesa como se le conocía en Castro Marim, la tierra materna.

"Era una frontera muy porosa. No había rivalidad entre la población. Y era una tierra muy olvidada", continúa Cabrita, miembro de "Poetas del Guadiana", un colectivo de escritores de ambos países que reivindica la cultura común y que tiene incluso una colección bautizada como "Libros del Estraperlo" en homenaje a este capítulo de la historia rayana.

LOS CAMINOS DEL GUADIANA, TERRITORIO MUSEO

El ingreso de España y Portugal en la Unión Europea cambió todo. Los vecinos ibéricos dejaron de estar de "costas viradas" (de espaldas) y avanzaron en modelos de desarrollo conjunto, como las Eurociudades fronterizas que hoy se extienden a ambos lados de La Raya, la frontera más larga -1.200 kilómetros- y antigua de Europa.

Las memorias del contrabando, el pasado común... el patrimonio inmaterial del Bajo Guadiana es muy rico. Como lo es también la arquitectura, desde la fortaleza de Castro Marim, a las iglesias de Ayamonte o el racionalismo de la Plaza de Pombal en Vila Real.

Muchos son los tesoros de la Eurociudad del Guadiana, que avanza en la idea del "Territorio Museo" para rescatar este patrimonio que "en términos culturales y sociales es casi idéntico", apunta Pedro Pires, técnico municipal de Castro Marim.

Y no solo se trata de una revisión del pasado. Es también presente y futuro. Como la tradición de las salinas de Castro Marim, todavía hoy uno de los motores de crecimiento de la región, que ha marcado una forma de vida, o la industria conservera de Ayamonte y Vila Real.

"Castro Marim tiene la mejor sal del mundo", presume Pires, que se recrea en la riqueza de la reserva natural que se extiende hasta la vecina Vila Real y en la ruta marinera que comparten los tres socios de la Eurociudad del Guadiana, y que incluye las marismas que alimentan a linces, garzas y flamencos.

Tesoros del Bajo Guadiana que no pueden esconderse entre paredes, de ahí la idea de trazar rutas temáticas que conviertan el propio territorio en un "museo natural" extendido a los tres municipios.

Una propuesta viva y cambiante que se completa con una agenda cultural y de ocio común y se divulga semanalmente, en español y portugués, en la radio local.

Y AQUELLOS BAILES

Este ambicioso proyecto no podría construirse sin la memoria de los auténticos protagonistas de la Historia: jornaleros, salineros, conserveros, pescadores...

Como José Antonio y Carmen, que viven en el solar del viejo almacén, en Canela, ahora convertido es una casa confortable rodeada de margaritas.

Son muchos recuerdos, y muchas fotos, organizadas en un álbum que muestra orgulloso José Antonio. Casi un siglo en unas cuantas páginas.

"Aquí con los compañeros en el galeón", y el pescador señala una imagen en blanco y negro que muestra a un grupo de jóvenes sonrientes apiñados en un barco. "Ninguno vive ya".

A pocos metros, viejas barcas varadas anuncian que el río está al doblar la esquina. Tan cerca como las ruinas del cuartel de la guardia civil de Canela, al borde del Guadiana, mirando a Castro Marim.

"Estaban ahí para vigilar a los portugueses y el contrabando", ilustra José Antonio.

"Y también hacían bailes. Y venían muchos portugueses". remata Carmen. "Muy buenos bailes hacían".

Mar Marín

(c) Agencia EFE