Mejorar la lectura en la escuela: ¿un juego de niños?

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Naiara y Pedro tienen puesto un gorro de chef y están sentados en el suelo con varias tarjetas con dibujos de distintos alimentos. Están confeccionando un menú a su gusto, decidiendo qué alimentos combinan mejor o cuáles están más ricos. El maestro sólo les ha dado una indicación: que los nombres de los alimentos deben empezar con unos sonidos en concreto. Aunque no lo parezca, están aprendiendo a leer.

Desde hace décadas se investigan intensamente diversos modos para entrenar la lectura y la escritura. Continuamente aparecen nuevas metodologías que pueden incluirse como rutinas en el aula y que permiten entrenar la lectura de diferentes formas, algunas muy lúdicas.

Aunque la era digital haya opacado parcialmente el valor de la lectoescritura para la sociedad, nuestra capacidad de lectura sigue siendo algo fascinante y una de las habilidades que más impacto tiene en nuestro desarrollo académico y personal.

De la decodificación a la comprensión y la inferencia

El aprendizaje y el desarrollo de la lectura requiere la coordinación de múltiples procesos cognitivos. Uno de los más esenciales es la decodificación, es decir, el proceso que permite asociar una letra (o grafema) con el sonido que representa (o fonema). La decodificación es la piedra de Rosetta para asociar letras y sonidos, dando pie al reconocimiento visual de palabras.

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Diversos estudios han señalado que el trabajo sistemático con la asociación entre sonidos y letras a edades tempranas predice el desarrollo lector posterior. Por ejemplo, la velocidad y precisión a la que los niños y niñas pueden nombrar letras los 5 años predice lo bien que podrán leer palabras a los 6 o 7 años. A medida que los estudiantes desarrollan su fluidez lectora y que los procesos de decodificación se mecanizan, otras habilidades lectoras más complejas ganan relevancia.

Así, el acceso al contexto semántico, la capacidad de integración de información nueva y la capacidad de realizar inferencias son aspectos clave para el desarrollo de la comprensión lectora. Y estos procesos no se pueden entender sin unos estadios previos donde la asociación entre letras y sonidos se realiza de manera fluida.

Funciones ejecutivas y lectura

Además de estas habilidades, existen otras más generales que también influyen en el desarrollo lector. Sin ser privativas de la lectura, estas habilidades son críticas para adquirir y mecanizar los procesos de decodificación. Por ejemplo, las funciones ejecutivas, las cuales engloban la capacidad de inhibir estímulos irrelevantes (inhibición) o de mantener información en la memoria y operar con ella (memoria de trabajo), son habilidades fundamentales.

Estas habilidades permiten a los escolares concentrarse en la tarea de leer, inhibir distracciones y retener información clave del texto para lograr una comprensión adecuada tras una decodificación fluida.

Intervenciones educativas para mejorar la lectura

En las últimas décadas hemos podido ver un incremento significativo del número de intervenciones educativas centradas en mejorar la lectura. Muchos de los programas de intervención entrenan la conciencia fonética o el reconocimiento de palabras mediante la segmentación y mezcla de sonidos.

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Por ejemplo, podemos pedir a los escolares que segmenten palabras en sonidos individuales con ayuda de fichas o bloques que representen dichos sonidos, para después hacer que mezclen, eliminen o añadan más sonidos. También podemos plantear un “dictado fonético” en el que el maestro o maestra pronuncia todos los sonidos de una palabra de manera individual y de forma espaciada (“s”, “o”, “l”), tras lo cual los alumnos y alumnas deben juntarlos y construir la palabra (sol).

Este tipo de actividades ayuda a identificar los sonidos que forman las palabras, algo especialmente útil en las primeras etapas de adquisición de la lectura.

Lectura repetida y tutorías entre pares

Otros programas de intervención orientados a edades más tardías, en cambio, suelen emplear prácticas como la lectura repetida o tutorías entre pares. La lectura repetida consiste en trabajar un mismo texto varias veces para mejorar la fluidez y precisión de su lectura. Por su parte, en las tutorías entre pares, el alumnado más experimentado en la lectura asiste a los y las lectoras más noveles, logrando así fortalecer las habilidades de ambos grupos.

Mientras los lectores más inexpertos trabajan sus habilidades lectoras, los más avanzados refuerzan el aprendizaje propio al transmitirlo a sus pares. Además, también desarrollan habilidades sociales y de comunicación, ganan confianza y motivación, y entrenan sus habilidades empáticas y de metacognición, al tener que ponerse en el lugar del otro y ser consciente de las fortalezas y limitaciones propias.

Memoria de trabajo e inhibición

Otra serie de intervenciones se ha centrado en entrenar habilidades generales asociadas a las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo o la inhibición. La idea de fondo es que este entrenamiento logre indirectamente mejorar la lectura al mejorar algunos procesos íntimamente ligados.

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Muchos estudios de intervención se han enfocado en que los niños ignoren estímulos distractores mientras leen o repiten palabras, mostrando beneficios en la lectura fluida y en la capacidad para concentrarse en los textos.

Las opciones son muchas y variadas. Puede trabajarse con textos que tienen ciertas palabras resaltadas o coloreadas pero que son irrelevantes para la comprensión. Así, los escolares deben buscar la información relevante mientras ignoran los estímulos más llamativos. También podemos recurrir a una “sopa de palabras”, con un párrafo que contenga tanto palabras aleatorias como relevantes. El objetivo es identificar y leer solo las palabras que pertenecen a un tema específico, como animales o alimentos.

Curiosamente, algunas de las mejoras que se observan gracias a este tipo de intervenciones no se manifiestan de inmediato, y pueden aparecer a medio o largo plazo, en forma de “efecto durmiente”. Es importante, además, tener en cuenta que no todas las intervenciones son igual de eficaces para todos los alumnos: existen algunas especialmente eficaces para niños y niñas con un rendimiento inicial más bajo, o para quienes provienen de entornos socioeconómicos desfavorecidos. Este camino es el más prometedor, ya que posibilita dar respuestas educativas a quienes más lo necesitan.

Las ventajas de los programas ‘gamificados’

Algunos programas de intervención educativa para la mejora de la lectura han integrado la gamificación (el uso de elementos de juego en contextos no lúdicos), para hacer las tareas más atractivas y motivadoras para los y las estudiantes. Los programas gamificados tienden a mostrar mejores resultados que los programas estándar, probablemente debido a que generan un mayor disfrute, adherencia, y sentido de pertenencia en el alumnado. Estas intervenciones pueden incluso impactar en aspectos sociales y emocionales como la cooperación y la autorregulación, que son fundamentales para el aprendizaje autónomo.

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Trabajar las habilidades lectoras mediante entrenamientos basados en funciones ejecutivas ofrece una forma de desarrollo integral para mejorar el aprendizaje de la lectura, en el que participan diferentes factores cognitivos y contextuales.

Más aún, es posible conseguir un mayor impacto y una mejor inclusión en el aula si estas intervenciones se fundamentan en las nuevas tecnologías con un componente de gamificación. La gamificación es una herramienta prometedora para aumentar la motivación y el compromiso de los estudiantes, especialmente en la parte de la población que presenta mayores necesidades.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.