Cómo mejorar la competencia digital docente en la formación del profesorado

<a href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/high-school-professor-assisting-his-students-2337904423" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Drazen Zigic/Shutterstock;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Drazen Zigic/Shutterstock</a>

El término “nativo digital”, acuñado en 2001 por el escritor estadounidense Marc Prensky, ya no resulta desconocido a casi nadie: sabemos que hace referencia a aquellas personas que han crecido en una ola de progreso tecnológico que incluye el apogeo de internet y la digitalización de la sociedad.

Sin embargo, en ocasiones, esta asunción no es más que un espejismo, ya que existen ciertas competencias digitales que no se encuentran desarrolladas y nos encontramos con que existe una brecha digital o desigualdad grande en la facilidad de acceso y tipo de uso que los ciudadanos hacen de las tecnologías.

Por ejemplo, en España esta brecha está bastante marcada y sitúa a la sociedad española por debajo de la media del resto de países de la Unión Europea en cuanto al nivel de competencia digital básica. Especialmente en capital humano (qué proporción de personas graduadas son especialistas en tecnologías en el ámbito profesional) y en el nivel de digitalización de las empresas.

Para atenuarla, y en aras de contribuir a la formación e inclusión digital de la sociedad, el Plan Nacional de Competencias Digitales se dirige, entre otros colectivos, al profesorado, con propuestas para el desarrollo de una competencia digital docente que contribuya a su vez a la alfabetización digital de los adultos del futuro.


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¿Qué es la competencia digital docente?

La competencia digital docente se entiende como la capacidad para integrar las tecnologías de la información y la comunicación en la docencia, con el propósito de alcanzar un aprendizaje más interactivo e inclusivo en el alumnado.

Sin embargo, erróneamente se asocia al hecho de utilizar herramientas y recursos digitales variados, sin considerar otros aspectos clave, como la gestión de datos de carácter personal, la mejora de la evaluación formativa del alumnado o su aplicación para potenciar los procesos de comunicación.

Todos estos aspectos están recogidos en el Marco Europeo para la CDD, que estructura su desarrollo en seis áreas principales (compromiso profesional, pedagogía digital, recursos digitales, evaluación y retroalimentación, empoderamiento al alumnado y promoción de la competencia digital del alumnado).

La competencia digital docente en la formación

Uno de los retos en la formación del profesorado es abordar la competencia digital docente, que a menudo queda relegada a un segundo plano debido a la sobrecarga de los planes de formación.

Diferentes estudios realizados con estudiantes de los grados de Educación Infantil, Educación Primaria y del Máster en Profesorado de Secundaria muestran que los futuros docentes consideran muy importante alcanzar una correcta competencia digital. Pero en la realidad existe una pobre transferencia y aplicación de la misma: nos limitamos a ofrecer un amplio abanico de recursos digitales sin atender a su adecuación al contexto educativo o a las implicaciones que conlleva.


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Fortalezas y debilidades del profesorado

Algunas de las mayores dificultades identificadas en la transferencia de la competencia digital docente a las aulas están relacionadas con la escasa conciencia sobre el uso responsable de las tecnologías y el manejo de datos de carácter personal, la incorporación a los procesos de evaluación y retroalimentación, o la búsqueda selectiva y contrastada de información.

Pero también existen algunas fortalezas en las nuevas generaciones de profesorado, como el amplio conocimiento sobre recursos y estrategias digitales o la elevada disposición a la creación de contenido digital.

Cerrando la brecha entre teoría y práctica

Entre las diferentes medidas propuestas en el Plan de Acción de Educación Digital, que incluye una mayor oferta formativa presencial y en línea o la creación de iniciativas como la Escuela de Pensamiento Computacional e Inteligencia Artificial, el Aula del Futuro o el Observatorio de Tecnologías Educativas, una destaca por su carácter inclusivo.

Hablamos de la creación de Recursos Educativos Abiertos para la enseñanza con medios digitales. Estos recursos contribuyen a una mejor atención a la diversidad y a prevenir los riesgos derivados de la interacción con internet. También son una excelente forma de promocionar la competencia digital docente durante la etapa de formación, pues al diseñarlos, los futuros enseñantes tienen que tomar decisiones sobre la calidad de su contenido, la capacidad de generar aprendizaje, la interactividad y operabilidad, así como otros factores relacionados.

Autoeficacia docente

Sin embargo, y a pesar de este esfuerzo formativo, también es necesario considerar la relación de la competencia digital con la identidad docente, a través de la autoeficacia docente (o la creencia que tiene el profesorado sobre la efectividad de su enseñanza), razón por la que el profesorado debe equiparar el uso personal que hace de las tecnologías con el educativo.

Por todo ello, el camino hacia una sociedad digitalizada, que hace un uso responsable e inclusivo de la tecnología y sus recursos, pasa por ofrecer a su profesorado una formación integral en alfabetización digital, animándole a comprender su relevancia y reflexionando sobre las buenas prácticas para promocionar la competencia digital de su alumnado.


Este artículo forma parte de una colaboración con Santander Open Academy, una iniciativa global de Banco Santander que ofrece a cualquier persona acceso a formación para mejorar sus competencias profesionales y su empleabilidad. Incluye cursos 100% subvencionados, contenidos de calidad gratuitos y becas con universidades e instituciones líderes de todo el mundo. Más información en www.santanderopenacademy.com.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Jorge Luque Jiménez recibió fondos del programa RYC2020, financiado por la Agencia Estatal de Investigación y el Fondo Social Europeo (RYC2020-029033-I/AEI/10.13039/501100011033) a través del contrato de investigación CI-22-120, así como de la Universidad de Málaga, a través de los proyectos B1 del Plan Propio (B1-2020-23).