Megaincendio en Chile: las 72 horas que desataron el peor desastre en el país desde el terremoto de 2010
SANTIAGO, Chile.- “La tragedia más grande que hemos vivido como país desde el terremoto del 27 de febrero de 2010”. Esas fueron parte de las palabras del presidente chileno, Gabriel Boric, para calificar los devastadores incendios forestales en la región de Valparaíso, que dejaron por lo menos 122 muertos. Un total de 165 focos de incendios se mantenían activos esta mañana en distintas regiones del país.
Todo comenzó el pasado viernes, cuando el mandatario decretó estado de excepción en las provincias de Valparaíso y Marga Marga ante la emergencia por los distintos focos de incendios forestales que arrasaron la zona. Según el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, inicialmente hubo tres incendios forestales relevantes en la zona: Complejo las Tablas- Reserva Lago Peñuelas, en Valparaíso y Viña del Mar; Lo Moscoso, en Quilpué y Villa Alemana, y Tranque La Luz 3, en Valparaíso. Además, el gobierno decretó toque de queda para las comunas de Limache, Quilpué, Villa Alemana y Viña del Mar, y rigió entre las 20 y las 12 horas del día siguiente. La mañana de sábado Boric monitoreó desde el palacio presidencial de La Moneda la emergencia. “No los dejaremos solos”, enfatizó.
“Esa cifra va a crecer, sabemos que va a crecer significativamente”, advirtió el domingo Boric, quien describió los incendios en la región de Valparaíso como el peor desastre en el país desde que un catastrófico terremoto en 2010 dejara más de 400 muertos y 1,5 millones de desplazados. El balance de muertos subió este lunes a 122, informó el Servicio Médico Legal (SML), que detalló que solo 32 cuerpos fueron identificados tras realizar 40 autopsias.
“Estamos ante una tragedia de magnitud muy grande”, declaró el presidente, que visitó la zona del incendio y anunció que el país guardaría dos días de luto. Dijo que una de las principales prioridades era recuperar los cuerpos de las víctimas.
Entre 3000 y 6000 viviendas quedaron destruidas por las llamas, que arrasaron a partir del viernes los asentamientos en las montañas a los alrededores de la ciudad balneario de Viña del Mar, impulsadas por fuertes vientos. En las comunas de Valparaíso y Viña del Mar se quemaron cerca de 8500 hectárea, mientras que en las comunas de Quilpué y Villa Alemana el fuego ya arrasó 1500 hectáreas. También hay varios focos activos en la región Metropolitana, en el centro del país, y en La Araucanía, hacia el sur.
Los incendios estallaron cuando muchos veraneaban en Viña del Mar, ciudad de unos 330.000 habitantes, y arrasaron las ciudades vecinas de Quilpué, Limache y Villa Alemana. En algunas zonas de ladera, varios residentes de edad avanzada no pudieron escapar.
Omar Castro Vázquez, cuya casa quedó destruida en el asentamiento de El Olivar, dijo que un vecino mayor había muerto en el incendio.
“Fue más una bomba nuclear que un incendio”, dijo Castro Vázquez, de 72 años. “No quedó nada”.
La destrucción en la región de Valparaíso se produjo mientras decenas de incendios ardían en el centro y el sur de Chile, en medio de lo que las autoridades han dicho son temperaturas más altas de lo normal para esta época del año.
Otros países de América del Sur también han luchado por contener los incendios forestales. En Colombia se declararon decenas de incendios en las últimas semanas, incluso en los alrededores de Bogotá, la capital, debido a la sequía que azota el país. Los bomberos también han luchado contra las llamas en Ecuador, Venezuela y la Argentina.
El fenómeno climático cíclico conocido como El Niño ha exacerbado las sequías y las altas temperaturas en algunas partes del continente, creando condiciones que, según los expertos, son propicias para los incendios forestales.
El jefe de Defensa Nacional chileno, contraalmirante Daniel Muñoz, sostuvo que por la información recibida hasta el momento habría “indicios” de “un patrón de comportamiento que indica que hay una planificación, algo orquestado y organizado” por el inicio de las llamas. ”Durante la noche se dieron varias denuncias de posibles amagos de incendio por desconocidos. Y tenemos la obligación de atender todas las denuncias, ir. Y fuimos, con carabineros y con personal militar. Sobrevolamos [la zona] toda la noche. Encontramos sospechosos en lugares abiertos, en forestas, etcétera. Y fuimos a los lugares y no había nada”, declaró.
Los incendios de Valparaíso avanzaron hacia la costa a medida que aumentaban los vientos el viernes. Las llamas arrasaron la región, a unos 95 kilómetros al noroeste de Santiago, la capital, arrasando los cerros de Viña del Mar y las ciudades vecinas más pequeñas de Quilpué, Limache y Villa Alemana.
Varios incendios, que también amenazaron la ciudad portuaria de Valparaíso, ardieron durante toda la noche del viernes. Las autoridades recién empezaron a comprender la magnitud de los daños a partir del sábado.
La ministra del Interior de Chile, Carolina Tohá, dijo el domingo que las autoridades esperaban que la mejora de las condiciones -temperaturas más bajas, mayor humedad y menos viento- ayudara a los bomberos a controlar los focos de calor y a los equipos de rescate a llegar a las zonas calcinadas para retirar los cuerpos.
Al amanecer del domingo, franjas de humo se aferraban a las laderas de los cerros sobre Viña del Mar. A lo largo de una carretera hacia la costa, se quemaron bancos de tierra y puentes y los tocones de los árboles ardían en las laderas. Las carcasas incineradas de los autos ensuciaban las carreteras.
Los primeros indicios apuntan a fallos en las órdenes de evacuación, lo que, según algunos residentes, puede haber contribuido al número de muertes.
Fotos publicadas en la red social X mostraban largas filas de autos quemados que parecían haber sido envueltos en llamas mientras la gente intentaba salir de Viña del Mar, lo que generó comparaciones con la evacuación fallida durante el incendio del año pasado en Lahaina, en la isla de Maui, Hawai.
El Servicio Nacional de Respuesta y Prevención ante Desastres de Chile (Senapred) dijo que las alertas se emitieron a partir del viernes, y dieron a la gente instrucciones de evacuación, pero no se les ordenó salir.
Regina Figueroa, de 53 años, residente del asentamiento Villa Independencia, en las afueras de Viña del Mar, dijo que recibió una alerta de celular con instrucciones de evacuación el viernes, cuando el fuego ya se acercaba a su casa.
“Recibí la alerta y salí corriendo a la calle. Cuando llegué a la ruta, las llamas ya estaban en la esquina”, relató.
Figueroa dijo que llevó a su nieto de 5 años. Las llamas estaban tan cerca que pudo sentir el calor mientras corría. Se detuvo y sumergió al niño, que estaba llorando, en una piscina para refrescarlo y luego, según contó, siguió corriendo por una escalera para escapar.
“El cielo estaba negro”, dijo. “No se veía nada. Todo el mundo gritaba, daban instrucciones, lanzaban gemidos al viento”. Llegó a lo alto de la escalera y se detuvo para recuperar el aliento, sollozando.
“No podía creer que estuviéramos vivos. Pero tuvimos suerte”, mencionó. “He perdido a mi suegra, a mi cuñada. Murieron calcinadas en la calle porque no pudieron escapar de las llamas”.
Varias manzanas de Villa Independencia fueron diezmadas por el fuego. En El Olivar, Castro Vázquez dijo que los residentes habían huido a una plaza local cuando llegó la alerta a los celulares. Un humo negro salía de un jardín botánico al otro lado de la colina, dijo, y en cuestión de minutos su comunidad se vio envuelta en altas llamas anaranjadas.
Otro residente, Andrés Calderón, de 40 años, dijo que varias personas del barrio no habían querido salir de sus casas, temiendo que los ladrones las asaltaran.
Cuando recibió la alerta, Calderón contó que se subió a su auto y condujo a través de un humo tan espeso que tuvo que encender las luces.
“Fue como entrar en el infierno”, dijo Calderón. “No podía ver, el viento casi empujaba al auto de la carretera. Apenas pude seguir conduciendo”.
El domingo, la zona, que era una mezcla de viviendas públicas con décadas de antigüedad y viviendas improvisadas, había quedado reducida a escombros. Los lados de la ruta estaban cubiertos de chapas corrugadas y restos amontonados, todo ennegrecido y con olor a humo.
Castro Vázquez, estibador jubilado, dijo que había perdido toda su ropa, pertenencias, documentos y una parte de su pensión, que había retirado y guardado en efectivo.
Los vecinos se ayudaron unos a otros a retirar los escombros y los electrodomésticos quemados de lo que quedaba de las casas.
“No he llorado, no lo he asumido. Apenas estoy concentrado en limpiar mi casa y la de mi vecino”, dijo Castro Vázquez. “Estamos destrozados”.
Escombros y cadáveres
En las colinas que rodean Viña del Mar, la policía y los médicos forenses empezaban a llegar el domingo por la tarde. Los policías rebuscaban entre los escombros y preguntaban a los vecinos si habían visto cadáveres.
Algunos sobrevivientes dijeron haber visto a personas devoradas por las llamas a dos pisos de altura. Otros describieron cuerpos esparcidos por las escaleras.
Muchos residentes en los asentamientos dijeron que se habían quedado varados, sin ayuda y sin información, ya que sus teléfonos móviles se habían quedado sin batería y se había ido la luz. Dijeron que se les había dejado solos para responder a la catástrofe. Muchos dijeron que los refugios habilitados para los evacuados estaban demasiado lejos para ser útiles.
En el barrio de Las Praderas, algunos sobrevivientes se acurrucaban a la sombra mientras otros rastrillaban los restos retorcidos de sus casas. Un taxi distribuía agua embotellada y empanadas mientras un estudiante de medicina de primer curso atendía a heridos leves.
La alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, dijo en una conferencia de prensa el domingo por la mañana que hasta la noche del sábado había 372 personas desaparecidas en el municipio. Dijo que las autoridades se asegurarían de que los cuerpos de los fallecidos en los incendios fueran retirados lo antes posible.
“Son vecinos de nosotros, son familiares de nosotros, son amigos de nosotros, son personas de Viña del Mar. Eso conmueve a la población”, dijo. “Los vecinos están viviendo el peor momento”.
The New York Times y diario El Mercurio/GDA