Marv, de ‘Mi pobre angelito’, habla de la aventura que lo tiene alejado del cine

Daniel Stern se ha ganado un nuevo público en TikTok por sus videos tras bastidores de su granja de mandarinas y su estudio de arte en el condado Ventura, California. (Mark Abramson/The New York Times)
Daniel Stern se ha ganado un nuevo público en TikTok por sus videos tras bastidores de su granja de mandarinas y su estudio de arte en el condado Ventura, California. (Mark Abramson/The New York Times)

Daniel Stern, el actor que interpretó a uno de los ladrones en la película, ha conseguido seguidores en las redes sociales documentando la vida cotidiana en la granja de su familia.

Para muchas personas, el final del año tal vez esté asociado con las fiestas navideñas, pero Daniel Stern se refiere a esta temporada como algo más: la época de Mi pobre angelito.

Stern, de 67 años, más conocido por interpretar a uno de los no tan astutos ladrones en la película, conocidos como los Bandidos Mojados o Wet Bandits, ha sido actor en Hollywood durante más de 40 años. Actualmente es un prolífico escultor de bronce y ayuda en el rancho y huerto de cítricos de su familia en el condado Ventura, en California, donde deslumbra a sus seis nietos con la característica comedia física que utilizó en dos películas de Mi pobre angelito, así como en City Slickers y Bushwhacked.

Pero probablemente lo conozcas como Marv.

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Es el yin bufonesco del yang intrigante de Harry (Joe Pesci), y ambos burlan y roban un barrio acomodado de Chicago durante las Navidades en Mi pobre angelito, solo para ser frustrados por Kevin McCallister (Macaulay Culkin), un niño de 8 años, y sus trampas. La película, y su secuela, se convirtieron rápidamente en parte del canon de las películas navideñas.

Mi pobre angelito ha seguido siendo un clásico a través de las generaciones, algo que Stern considera “alucinante” y “humillante”. Pero los fans de la década de 1990 están ahora cautivados por otro tipo de relato: Stern está documentando su vida cotidiana en su granja en las redes sociales, al llevar a sus seguidores de Instagram y TikTok su cosecha de mandarinas y la extracción de jugos, y ofrecer una mirada tras bastidores a su estudio de arte.

Stern saltó al estrellato en la década de 1990 por sus papeles en Mi pobre angelito y City Slickers. Pero tardó años en aceptar la fama como una expresión de amor de sus seguidores. (Mark Abramson/The New York Times)
Stern saltó al estrellato en la década de 1990 por sus papeles en Mi pobre angelito y City Slickers. Pero tardó años en aceptar la fama como una expresión de amor de sus seguidores. (Mark Abramson/The New York Times)

Muchos seguidores se han alegrado al descubrir que su villano favorito de la infancia presume de su exprimidor de alta potencia preferido y se obsesiona con los moldes de esculturas. Algunos le han dado un nuevo apodo: el Bandido de los Cítricos.

“Mi hijo me decía: ‘Eres una superestrella de temporada. Cada año regresas’”, recordó Stern.

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Pero este año ha sido más personal. Su hijo Henry Stern, de 42 años, le dijo: “Si dan me gusta al jugo de mandarina, les gustas tú, papá. Les gusta lo que haces, no tus personajes”.

Stern lleva más de un año publicando videos desde el rancho, que comparte con su esposa, Laure Mattos. Los parientes de ella han sido rancheros de California desde el siglo XIX. Pero él suponía que, al acelerarse la temporada de películas navideñas, también lo habían hecho las búsquedas de “¿Qué fue de aquel tipo?”.

Aun así, dijo Stern, el nuevo interés le ha hecho “cosquillas”.

“Esa es la razón por la que lo publiqué”, dijo sobre el arte y la vida en la granja. “El paso final de cualquier proyecto artístico es dárselo a la gente para que lo vea o reaccione ante él”.

Stern se ha sentido un poco abrumado por la popularidad de sus videos (dos han rondado los dos millones de visitas cada uno), pero esa sensación no es nada nueva. En el pasado, dijo, le costaba aceptar la adoración que le tenían, cuando pasó de ser un actor más a un nombre familiar con Mi pobre angelito y City Slickers. También puso la voz adulta de Kevin Arnold en la serie de televisión Los años maravillosos

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“Necesito recibir el amor de todos de esa manera, y eso me abruma un poco”, dijo. “Qué manera tan loca de caminar por la vida, de ser una pequeña parte de la vida de las personas”.

Y ahora esas personas tienen un mejor vistazo de la suya.

Stern suele empezar el día con un paseo por el huerto o las granjas vecinas, para luego dirigirse a su estudio de arte, donde se queda hasta la hora de cenar. Empezó a tomarse en serio la escultura hace unos 25 años y ahora trabaja principalmente con bronce. Empezó a postular para realizar proyectos de arte público. “Se trataba de contar la historia de la comunidad”.

Su objetivo es que las esculturas sean “escalables”, dijo. “Quiero que la gente interactúe con ellas”.

“Mi sueño —y se cumple— es que la gente se ponga delante de la cámara y pose”, dijo. “Mientras hablamos, la gente pasa por delante de esas esculturas, se sienta y toma fotografías. Eso me satisface”.

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Su pieza favorita es una escultura de un director anónimo que hizo para la ciudad de Monrovia, California, en honor a la historia cinematográfica de la localidad del valle de San Gabriel.

A pesar de su miedo a las alturas, Stern completó recientemente tótems de 2,5 metros que representan la vida de un hombre y una mujer. Esculpió las obras en espuma y las convirtió en cuatro figuras apiladas. Cuando llegó el momento de enviar las esculturas para su fundición, los trabajadores de la fundición tuvieron que cortarlas en 15 piezas. A él le llevó siete meses esculpirlas y al taller de fundición de bronce cinco meses moldearlas y fundirlas.

Tras el torbellino del estrellato de la década de 1990, Stern se ha adaptado felizmente a la vida en el campo, que él describe como “el paraíso”. No se dedica a la actuación a tiempo completo como solía hacerlo, aunque ha tenido algunos papeles recurrentes en las series de televisión Shrill y For All Mankind.

Eso le ha permitido dedicarse a otras actividades creativas, como su arte y las memorias que publicó a principios de este año, Home and Alone, un guiño a la manera en que prefiere pasar sus días: solo y en casa. Stern también está trabajando en un musical con CeeLo Green basado en la película de terror de 1984 C.H.U.D., en la que actuó. También está preparando su propia película navideña, una comedia negra.

Stern dijo que no había visto Mi pobre angelito desde que se estrenó en 1990 y que no vuelve a ver muchas películas.

Pero puede que eso haya cambiado: hace poco, volvió a ver El mago de Oz por primera vez desde que la vio de niño en un televisor en blanco y negro. Presenciar el cambio de la escala de grises al color vibrante una vez que Dorothy y Toto pisan Oz le dio un nuevo aprecio por la película.

“Estaba radiante”, dijo Stern. También pensó: “Algunas personas ven la película Mi pobre angelito y la llevan en el corazón como si fuera El mago de Oz”.

Stern, que es judío, encuentra la magia de las fiestas a su manera. Cuando sus tres hijos eran pequeños y se quejaban de no celebrar la Navidad, él les ofrecía una alternativa.

“No tenemos a Santa Claus, pero sí tenemos a Hanukkah Harry”, les dijo, inspirándose en un personaje de Saturday Night Live que Jon Lovitz hizo famoso. Los hijos de Stern se ponían manos a la obra, escribiéndole a Hanukkah Harry y recibiendo cartas de respuesta (de Stern). En su casa, Hanukkah Harry daba a los niños regalos que ellos entregaban a personas necesitadas.

Un año, Hanukkah Harry llenó todo el salón de comida enlatada. Otro año hubo una búsqueda del tesoro con un diseño no muy diferente al del joven Kevin McCallister. La etapa final consistía en encender el abanico de techo, donde se habían colocado cuidadosamente billetes de 1 dólar por valor de 1000 dólares. Luego, los niños tuvieron que elegir una organización benéfica o una persona a la que donar el dinero.

Stern no confirmó ni descartó si Hanukkah Harry haría una aparición este año.

Puede que la tradición de hacer regalos no sea lo que cabría esperar de un antiguo Bandido Mojado, quien, insiste Stern, tenía algo de bondad.

“Ay, sí”, dijo. “¡Era Harry! Era el malo. Yo era un inocente”.

Remy Tumin es reportera del Times y cubre noticias de última hora y otros temas. Más de Remy Tumin

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