Martín Anselmi, el DT que muchos juzgaron por adelantado y transformó a Cruz Azul como casi nunca

Martín Anselmi en el partido entre Cruz Azul y Pumas del domingo pasado. (Héctor Vivas/Getty Images)
Martín Anselmi en el partido entre Cruz Azul y Pumas del domingo pasado. (Héctor Vivas/Getty Images)

Martín Anselmi llegó al futbol mexicano como un desconocido. Así lo dijo un sector de la prensa: no tenía los argumentos para dirigir a Cruz Azul, uno de los equipos más ganadores de la Liga MX. Lo desconocido siempre abre un nuevo paradigma en este futbol tan volátil: todo se alista para esperar el primer titubeo del nuevo inquilino. Entre más rápido, mejor. Y más cuando están predispuestos. No importa lo que pase después, los críticos ya tienen una valoración y la defenderán hasta el final sin importar que los hechos les den la razón o no.

Y Anselmi empezó el torneo perdiendo con Pachuca y empatando con Juárez. Era apenas el comienzo del certamen, pero en Cruz Azul nunca hay paciencia. Lo tienen sabido todos los que alguna vez pasaron por este banquillo. Basta recordar a Juan Reynoso, histórico como entrenador y jugador, que salió por la puerta de atrás sólo un ciclo después de haber roto la maldición de 24 años sin campeonar. De ese grado puede ser el caos que rodea a esta institución.

Sin embargo, muy pronto el entrenador argentino de 38 años puso la balanza a su favor. La conclusión, previo a esa conversión de voluntades, era muy simple: si Tuca Ferretti, que conoce todo del futbol mexicano, no pudo hacer nada para enderezar a Cruz Azul, ¿por qué iba a lograrlo un entrenador novato que no había tenido experiencia en el balompié azteca? Llegaron los resultados y, en un santiamén, las críticas bajaron su tono.

Anselmi, aunque el término suene a tópico, es un estudioso del futbol. No jugó futbol a nivel profesional (llegó a la juvenil de Ferro Carril Oeste en su país). No ejerció nunca, pero estudió periodismo: quizá por ese motivo las salvajes críticas nunca le movieron la personalidad serena que demuestra ante las cámaras. Su ascenso fue discreto: categorías menores, asistente en Chile, Ecuador y Brasil; finalmente entrenador en Unión La Calera, en Chile. Y la oportunidad que lo consagro: dirigir al Independiente del Valle, club en el que había sido ayudante del español Miguel Ángel Ramírez, su mentor principal.

En México siempre se mira con escepticismo a los entrenadores que consiguen éxitos en Sudamérica. Resulta extraño si se toma en cuenta que, a nivel jugadores, es de esa región de donde provienen los elementos más destacados. Pero con los directores técnicos hay una doble rasero que padeció Anselmi. A pesar de haber ganado cuatro títulos durante su paso por el futbol ecuatoriano, incluidas la Copa Sudamericana y Recopa (esta última contra Flamengo en Maracaná), la opinión generalizada era que no bastaba para entrenar a Cruz Azul. Iván Alonso, director deportivo celeste, lo trajo a México y algunos fueron más lejos: dijeron que sólo lo traían por amiguismo. Frente a esa percepción, de poco importaban sus vitrinas.

El torneo cerró bien y la eliminación a Pumas eliminó un fantasma que tenían pendiente. La Máquina tiene una oportunidad ideal para regresar a una final del futbol mexicano. En esta ocasión, son favoritos sobre Rayados, que además carga de antemano con una presión: la malaria que le impide a su entrenador, Fernando Ortiz, acceder a una final —perdió tres Semifinales de Liga con el América y una Concachampions con Monterrey—. Todos los factores juegan en esta fase del futbol mexicano: hasta el detalle más mínimo puede marcar diferencia. Anselmi no deja nada al azar. Su método está garantizado en La Noria hasta 2027. Y si sella la corona, en apenas seis meses habrá entrado a la categoría de inolvidable.

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