Marisol Malaret, la primera Miss Universo puertorriqueña, muere a los 73 años

Un mes después de ganar la corona de Miss Universo, Marisol Malaret recibió los aplausos del gobernador Nelson A. Rockefeller de Nueva York y otros en una recepción en el hotel Waldorf Astoria en Manhattan en 1970. (Neal Boenzi/The New York Times)
Un mes después de ganar la corona de Miss Universo, Marisol Malaret recibió los aplausos del gobernador Nelson A. Rockefeller de Nueva York y otros en una recepción en el hotel Waldorf Astoria en Manhattan en 1970. (Neal Boenzi/The New York Times)

Marisol Malaret, quien en 1970 superó una infancia difícil para convertirse en la primera mujer de Puerto Rico y del Caribe en ganar el certamen de Miss Universo y quien luego convirtió su fama en una carrera como presentadora de televisión, editora y empresaria, murió el domingo en un hospital de San Juan, Puerto Rico. Tenía 73 años.

Su hija Sasha Stroman dijo que la causa de su muerte fueron complicaciones de una afección pulmonar.

Aunque Malaret nunca aspiró a ser una reina de belleza, su victoria en el concurso televisado de Miss Universo, celebrado en el Auditorio de Miami Beach, se convirtió en un motivo de orgullo en Puerto Rico, no solo porque fue la primera sino también porque había superado a Miss Estados Unidos, Deborah Shelton, quien era la primera finalista en un grupo de concursantes que representan a 64 países. (Aunque Puerto Rico es un territorio de Estados Unidos, tenía su propio representante para el certamen).

Más tarde, Shelton se convirtió en actriz, su rol más conocido es por el drama televisivo “Dallas”.

“Eso fue algo enorme para Puerto Rico, ganar contra un país que mucha gente consideraba el gran colonizador”, dijo Stroman. “La gente sintió que era una situación como la de David y Goliat”.

No es de extrañar que Malaret, quien para ese momento tenía 20 años, fuera recibida en su país con la bienvenida de un héroe.

“Hoy miles de puertorriqueños orgullosos y entusiastas llenaron el aeropuerto de Isla Verde y se alinearon en la ruta de más de 9 kilómetros hacia la sede del gobierno en la capital para darle a Marisol Malaret Contreras, Miss Universo de 1970, la bienvenida a casa”, informó The New York Times el 22 de julio. “‘¡Marisol, Marisol’, gritaron, agitando banderines y globos de colores mientras la belleza de gran estatura y ojos verdes descendía de un avión de Eastern Air Lines, para luego pisar una alfombra roja y ser engullida de inmediato por una afectuosa multitud de sus compatriotas”.

El gobernador de Puerto Rico, los jefes del Senado y la Cámara del Estado Libre Asociado, así como el presidente del Tribunal Supremo de la isla “fueron aplastados por una multitud de fotógrafos y jubilosos intrusos”, dijo el Times.

Un mes después, Malaret también recibió un entusiasta recibimiento en un viaje a Nueva York. Fue invitada de honor en mítines políticos en el sur del Bronx y el este de Harlem, hogar de grandes comunidades puertorriqueñas, así como en un almuerzo para 1500 personas, incluidos dignatarios y gente poderosa de la comunidad latina de la ciudad, en el hotel Waldorf Astoria, organizado y pagado personalmente, por una suma de 15.000 dólares, por el entonces gobernador de Nueva York Nelson A. Rockefeller.

“Obviamente, Miss Malaret fue la principal atracción en los mítines y el almuerzo, ya que sus admiradores la abordaron en diversas ocasiones”, informó el Times, “pero el gobernador provocó muchos gritos de ‘Viva Rocky’, particularmente cuando habló brevemente en español”.

Marisol Malaret Contreras nació el 13 de octubre de 1949 en San Juan, la menor de los dos hijos de Antonio Malaret y Lydia Contreras. Ambos padres murieron cuando ella era una niña, y su hermano, Jesús, quedó tetrapléjico por una lesión con fórceps al nacer. “Las últimas palabras de su madre fueron: ‘Cuida a tu hermano’”, dijo Stroman.

Ambos se mudaron con una tía y, al tener poco dinero, Malaret se vio obligada a trabajar desde muy edad temprana limpiando casas y ventanas. “Mi tía me dio herramientas”, dijo en una entrevista de 2012. “Ella me enseñó que la esencia estaba en mí. ‘Está en ti, está en ti’, repetía”.

Malaret trabajaba como secretaria de la compañía telefónica de Puerto Rico cuando una amiga le sugirió que hiciera una prueba para el concurso de Miss Puerto Rico. Ella estuvo de acuerdo, en parte porque el evento estaba recaudando dinero para personas con discapacidades, dijo Stroman. Al no poder pagar un vestido, tuvo que pedir prestado uno para el certamen, pero al final ganó, lo que preparó el escenario para la competencia de Miss Universo.

Después de ganar esa corona, aprovechó el estallido de publicidad que generó para convertirse en presentadora de radio y televisión, sobre todo en un programa de variedades de televisión llamado “Noche de Gala” con Eddie Miró, quien también era muy popular. Probó suerte en la actuación, apareciendo en “Mami”, una película de 1971 del director argentino Orestes Trucco.

Además de su hija, a Malaret le sobreviven su esposo, Frank Cué, y una nieta. Dos matrimonios anteriores terminaron en divorcio.

A pesar de la fama que le trajo, a Malaret le molestaba el término “reina de belleza”.

“Ella no era el tipo de persona que hablaba de la corona”, dijo Stroman. “Ella surgió en un momento en que era un mundo de hombres. Tuvo que luchar para ser respetada no solo por su belleza sino también por su inteligencia”.

En 1973, abrió una tienda de ropa de moda, La Femme, en San Juan con la actriz puertorriqueña Gladys Aguayo (quien murió el 10 de febrero a los 92 años). Incursionó en las publicaciones a mediados de la década de 1980, dijo su hija, editando y ayudando a fundar dos revistas de moda y estilo de vida, Imagen y Caras de Puerto Rico.

Malaret creía que el título de Miss Universo no solo le otorgaba el estatus de celebridad, sino que también implicaba cierta responsabilidad. En una entrevista televisiva de 1987, recordó a los abanderados que acudieron en medio de un calor abrasador para animarla en el aeropuerto y reflexionó sobre lo que había significado para sus compatriotas puertorriqueños, principalmente para las mujeres.

“Dije: ‘No, espera’. Aquí hay una responsabilidad que tengo hacia mi gente en todo lo que hago”.

c.2023 The New York Times Company