Maria Agnesi, la primera mujer que escribió sobre matemáticas (y la más desconocida)

La matemática italiana fue una apasionada defensora de la educación de las mujeres y los pobres en el siglo XVIII.

Richard Gunderman, Universidad de Indiana y David Gunderman, Universidad de Colorado

El anticuado estereotipo de género que afirma que las mujeres carecen de habilidad matemática sufrió un gran golpe en 2014 cuando Maryam Mirzakhani se convirtió en la primera mujer en recibir la Medalla Fields, el premio más prestigioso de las Matemáticas.

Maria Gaetana Agnesi (16 de mayo de 1718 - 9 de enero de 1799) fue una matemática, filósofa, teóloga y humanitaria italiana. Fue la primera mujer en escribir un manual de matemáticas y la primera mujer nombrada profesora de matemáticas en una universidad. El resultado más valioso de su trabajo fue el Instituzioni analitiche ad uso della gioventu italiana, (Instituciones analíticas para el uso de la juventud italiana) que se publicó en Milán en 1748. El objetivo de este trabajo era, según la propia Agnesi, dar una ilustración sistemática de los diferentes resultados y teoremas del cálculo infinitesimal. (Foto de: Pictures From History/Universal Images Group a través de Getty Images)

La matemática italiana Maria Gaetana Agnesi también dio otro golpe importante en el siglo XVIII. Agnesi no solo fue la primera mujer que escribió un libro de texto de Matemáticas, sino que también fue nombrada para una cátedra universitaria de esta ciencia. No obstante, su vida estuvo marcada por la paradoja.

Aunque fue brillante, rica y famosa, optó por una vida sobria al servicio de los pobres. Su notable historia sigue siendo una fuente de inspiración matemática.

Los primeros años

Nacida el 16 de mayo de 1718 en Milán, Agnesi era la mayor de los 21 hijos de un rico comerciante de seda. A los 5 años ya hablaba francés y a los 11 la sociedad milanesa la conocía como la “oradora de siete lenguas” por su dominio de las lenguas modernas y clásicas. Para darle a Agensi la mejor educación posible, su padre invitó a los principales intelectuales de la época a la casa familiar, donde brillaban los dones de su hija.

A los 9 años, Agnesi recitó de memoria una oración en latín, probablemente compuesta por uno de sus tutores. El discurso denunció el prejuicio generalizado contra la educación de las mujeres en las artes y las ciencias, el cual se basaba en la idea de que esos aprendizajes no eran necesarios para encargarse de las labores domésticas. Agnesi presentó un argumento claro y convincente de que las mujeres debían ser libres para perseguir cualquier tipo de conocimiento que estuviera disponible para los hombres.

Al final Agnesi se cansó de exhibir su intelecto y expresó su deseo de entrar en un convento. Sin embargo, cuando murió la segunda esposa de su padre asumió la carga del hogar y la educación de sus hermanos menores.

Así se dio cuenta de que los maestros y estudiantes necesitaban un libro de texto de Matemáticas para enseñar a los alumnos italianos los descubrimientos matemáticos más recientes en la era de la Ilustración.

El libro de texto de Agnesi

Retrato de Maria Agnesi realizado por un artista desconocido. Wikimedia
Retrato de Maria Agnesi realizado por un artista desconocido. Wikimedia

Agnesi encontraba las Matemáticas especialmente atractivas. Creía que la mayor parte del conocimiento derivado de la experiencia es falible y sujeto a discusión. Sin embargo, pensaba que de las Matemáticas emanan verdades totalmente ciertas, cuya contemplación aporta una gran alegría particular. Al escribir su libro de texto, no solo enseñaba una habilidad útil, sino que también abría las puertas a sus estudiantes para que aprovecharan esa contemplación.

Publicado en dos volúmenes en 1748, el trabajo de Agnesi se tituló “Principios básicos de análisis”. No fue compuesto en latín, como solían hacer grandes matemáticos como Newton y Euler, sino en la lengua vernácula italiana, para que fuera más accesible para los estudiantes.

Fue uno de los primeros libros de texto en abordar el campo relativamente nuevo del cálculo y contribuyó a guiar la educación de los estudiantes de Matemáticas durante varias generaciones. Más allá de Italia, los académicos contemporáneos de París y Cambridge tradujeron el libro de texto para usarlo en las aulas universitarias.

La Academia Francesa elogió el libro de texto de Agnesi en 1749 diciendo: “Se necesitó mucha habilidad y sagacidad para reducir a métodos casi uniformes los descubrimientos dispersos en las obras de muchos matemáticos muy diferentes entre sí. En todas las partes de este trabajo reinan el orden, la claridad y la precisión... Consideramos que es el tratado más completo y mejor elaborado”.

Otro matemático contemporáneo, Jean-Etienne Montucla, también le dedicó palabras de elogio, aunque dejó entrever algo de ese sexismo matemático que todavía persiste. Escribió: “no podemos dejar de contemplar con gran asombro cómo una persona de un sexo que parece tan poco apto para recorrer los caminos espinosos de estas ciencias abstractas ha profundizado tanto en todas las ramas del álgebra”.

Agnesi dedicó los “Principios Básicos” a la emperatriz María Teresa de Austria, quien reconoció el detalle con una carta de agradecimiento y una caja y un anillo con diamantes. El Papa Benedicto XIV también elogió el trabajo y predijo que mejoraría la reputación de los italianos. Además, la nombró para la cátedra de Matemáticas en la Universidad de Bolonia, aunque Agnesi nunca viajó hasta allí para aceptar el puesto.

Una vida de servicio

Como apasionada defensora de la educación de las mujeres y los pobres, Agnesi creía que las Ciencias Naturales y las Matemáticas debían desempeñar un papel clave en el plan de estudios educativo. Sin embargo, como persona de profunda fe religiosa, también consideraba que los estudios científicos y matemáticos debían enmarcarse en el contexto más amplio del plan de Dios para la creación.

Cuando el padre de María murió en 1752, finalmente pudo responder al llamado religioso y dedicarse a su otra gran pasión: ayudar a los pobres, enfermos y personas sin hogar. Comenzó fundando un pequeño hospital en su casa. Al final, donó su riqueza, incluidos los regalos que le había enviado la emperatriz. De hecho, cuando murió a los 80 años la enterraron en la tumba de un indigente.

Hasta el día de hoy, algunos matemáticos se sorprenden por el aparente giro de María, quien pasó del aprendizaje y las Matemáticas a la vocación religiosa. Sin embargo, para ella tenía mucho sentido. En su opinión, los seres humanos son capaces de conocer y amar, pero aunque es fundamental que la mente se maraville ante las verdades, en última instancia es más importante que el corazón se mueva por el amor.

“El hombre siempre actúa movido por las metas, pero la meta del cristiano es la gloria de Dios”, escribió. “Espero que mis estudios, que derivaron de la obediencia porque era la voluntad de mi padre, fueran útiles para otros y aportaran gloria a Dios. Ahora he encontrado medios y maneras mejores para servir a Dios y ser útil a los demás”.

Aunque en la actualidad pocos recuerdan a Agnesi, su papel pionero en el curso de las Matemáticas es una historia de triunfo inspiradora sobre los estereotipos de género. Contribuyó a abrir el camino a las siguientes generaciones de mujeres en Matemáticas y las Ciencias. Es cierto que Agnesi sobresalía en Matemáticas, pero también le encantaban y creía que su capacidad era una oportunidad para servir tanto a sus semejantes como a un plan superior.