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Un mar de cruces en un desolador cementerio ruso muestra el verdadero costo de la guerra

Tumbas de soldados rusos caídos de las fuerzas mercenarias de Wagner en las afueras de Bakínskaya, Rusia, 7 de febrero de 2023. (Nanna Heitmann/The New York Times)
Tumbas de soldados rusos caídos de las fuerzas mercenarias de Wagner en las afueras de Bakínskaya, Rusia, 7 de febrero de 2023. (Nanna Heitmann/The New York Times)

BAKÍNSKAYA, Rusia — Fue un funeral solitario. Cuatro féretros estrechos, que acababan de sacar de la parte trasera de un camión cubierto, descansaban sobre unos soportes; la nieve caía sin parar mientras un sacerdote ortodoxo realizaba los ritos fúnebres. Tres sepultureros con chamarras raídas miraban con las manos cruzadas en actitud solemne. Una excavadora estaba estacionada cerca, lista para cavar más tumbas.

“Señor, ten piedad”, oró el sacerdote al bendecir con incienso los cuerpos de los soldados rusos caídos; su sotana ondeaba con el viento helado.

Una vez que bajaron esos cuerpos a la fosa, se cantaron honras fúnebres a otros cuatro soldados en féretros revestidos de carmesí.

Aquí es donde reposan muchos de los hombres que perdieron la vida peleando para la tropa mercenaria privada conocida como Wagner, que ha liderado la labor militar rusa en la batalla por la ciudad ucraniana de Bajmut que ya lleva un mes.

El fundador de Wagner, Yevgeny Prigozhin, un magnate que mantiene una relación estrecha con el Presidente Vladimir Putin, ha elogiado a su fuerza como “quizás el ejército más experimentado del mundo en la actualidad”.

Pero el cementerio de Bakínskaya, una ciudad cercana al mar Negro, que está creciendo rápidamente, es la prueba de que su ejército mercenario —en el que hay muchos exconvictos con poco entrenamiento— está sufriendo pérdidas enormes en el campo de batalla. En un día reciente de entre semana, los restos de nueve hombres se enterraron en este cementerio relativamente nuevo, creado para los reclutas de Wagner que habían indicado que querían que los sepultaran allí.

Un cartel muestra a un soldado ruso con un lema que dice “Gloria a los héroes de Rusia” en una carretera cerca de una capilla que fue construida en memoria de los combatientes de Wagner cerca de Goriachi Kliuch, Rusia, 7 de febrero de 2023. (Nanna Heitmann/The New York Times)
Un cartel muestra a un soldado ruso con un lema que dice “Gloria a los héroes de Rusia” en una carretera cerca de una capilla que fue construida en memoria de los combatientes de Wagner cerca de Goriachi Kliuch, Rusia, 7 de febrero de 2023. (Nanna Heitmann/The New York Times)

A finales del año pasado, los activistas recibieron un aviso de que este cementerio, adyacente a otro de la comunidad local, está teniendo mucha actividad. En aquel entonces había unas 50 tumbas. Ahora tiene cerca de 300, y quienes observan el cementerio afirman que se entierra a entre cuatro y ocho soldados al día, en promedio; las estimaciones de los medios de comunicación locales son aún mayores, e informan de hasta 16 entierros al día.

Casi todas las tumbas, cubiertas de nieve fresca, eran idénticas, aunque de vez en cuando sobre estas había una esbelta lápida musulmana, en lugar de una cruz ortodoxa. Todas tienen una corona de flores de plástico al estilo del logotipo de Wagner: rojo, amarillo y negro con una estrella dorada en el centro. Solo una tumba, la de Andrey V. Orlov, fallecido el 15 de diciembre a los 28 años, tenía una fotografía y una corona de flores adicional.

La noticia de los funerales en este lugar no fue muy conocida hasta finales de diciembre, cuando un activista antiguerra, Vitaly V. Wotanovsky, empezó a publicar imágenes del cementerio, con los nombres y fechas de nacimiento de los fallecidos, en su canal de Telegram. Diez días después, en Año Nuevo, aparecieron fotografías de Prigozhin colocando flores en las tumbas.

Las bajas empezaron a aumentar a medida que se intensificaba la batalla por Bajmut y la cercana aldea de Soledar, según Wotanovsky.

“Desde noviembre el número de muertes ha incrementado de manera dramática”, dijo Wotanovsky, de 51 años, en una entrevista realizada en su casa ubicada en la ciudad cercana de Krasnodar. Antes había contado más o menos cuatro sepulturas en un día, relató, pero aseguró que un día reciente hubo 11.

Wotanovsky, que desde que comenzó la invasión ha pasado 20 días detenido por sus actividades antibelicistas, tiene un conocimiento casi enciclopédico de los cementerios de su región. Los residentes locales le pasan información y lleva un recuento de los muertos de guerra enterrados en la zona y publica fotografías de las lápidas en su canal de Telegram. Dice que informar al público sobre los nombres y las identidades de los caídos es su única manera de protestar y de intentar cambiar la opinión pública.

“Esta es la única manera normal y legal de hacerle saber a la gente que la guerra es muerte, que es mala, para que de alguna manera lo reflexionen en su cabeza”, expresó Wotanovsky, un veterano del Ejército ruso que pasó años trabajando como ingeniero militar de radio.

Algunos observadores han especulado con que el cementerio es una estratagema de relaciones públicas de Prigozhin, quien pretende conseguir más reconocimiento por la captura de territorio ucraniano y de quien se cree que alberga ambiciones políticas.

“A diferencia de la tendencia general en Rusia, que es intentar minimizar las bajas y restar importancia a la pérdida de vidas, Prigozhin quiere promover el heroísmo militar y el sacrificio” de sus soldados, afirmó Samuel Ramani, investigador asociado de RUSI, un laboratorio de ideas de contestación con sede en el Reino Unido que estudia al citado grupo.

No lejos del cementerio, a 20 minutos en auto por la autopista de la región, hay un complejo que contiene una capilla construida para conmemorar a los combatientes muertos de Wagner. En una visita reciente, las cancelas que rodean el recinto estaban completamente cerradas. Los videos de Prigozhin visitando el lugar han revelado paredes que contienen los restos incinerados de un número desconocido de combatientes.

A otros 10 minutos por la autopista se encuentra la base de Molkino, que según los observadores ha sido un campo de entrenamiento para los soldados de Wagner desde 2015. Según los medios de comunicación rusos, el Ministerio de Defensa ha gastado al menos mil millones de rublos (13,6 millones de dólares) en construir las instalaciones de entrenamiento.

The Krasnodar area, with the third-biggest population of Russia’s 85 regions, has the second highest number of cases for “discrediting the Russian army,” a common charge made against anyone who expresses opposition to the war. A repeat offense can result in up to 10 years in jail.

La región de Krasnodar, la tercera más poblada de las 85 regiones de Rusia, es la segunda con el mayor número de casos judiciales por “desacreditar al Ejército ruso”, una acusación habitual contra cualquiera que exprese su oposición a la guerra. La reincidencia puede acarrear hasta 10 años de prisión.

En un caso que llegó a los titulares y alarmó a los activistas locales contra la guerra, un matrimonio debatía entre ellos su oposición a la invasión mientras cenaba en un restaurante. El dueño del establecimiento llamó a la policía, quien acusó a los cónyuges de vandalismo. Además, la esposa fue acusada de “desacreditar” al Ejército ruso.

A pesar del clima de intimidación, el amigo íntimo de Wotanovsky, Viktor V. Chirikov, también veterano del Ejército, cree que el simple hecho de publicar sobre los muertos provocará a la larga no solo el fin de la guerra, sino el colapso del sistema que construyó Putin.

“¿Sabes por qué cayó el Imperio ruso?”, preguntó estando en la cocina de Wotanovsky. “Por el número de ataúdes que venían del frente de la Primera Guerra Mundial a los pueblos de los fallecidos”.

“Una cosa es verlo en la tele o en la computadora, ‘Ah, están peleando allá, están matando allá’, como en los videojuegos violentos”, añadió. “Pero la gente empieza a preguntarse ‘¿Por qué hacemos esto?’ cuando ven la tumbra o el féretro de sus amigos de la escuela”.

Ambos hombres dijeron que seguirían contabilizando los muertos a medida que aumenten las muertes. En el cementerio de Bakínskaya, la parcela parece tener espacio para muchos cadáveres más.

“Todavía van a necesitar más espacio”, dijo Wotanovsky.

c.2023 The New York Times Company