Manijas electrificadas, gases lacrimógenos y reserva de sangre: la nueva limusina de Trump es un búnker

Quienes lo vieron recorrer las calles de Nueva York, destino a la Asamblea General de Naciones Unidas, se quedaron boquiabiertos: era el mismísimo presidente Donald Trump, aunque esta vez a bordo de su nuevo auto presidencial, una versión mucho más sofisticada del que empleaba Barack Obama.

Un agente del servicio secreto limpia “The Beast”. (AP Photo/Evan Vucci)
Un agente del servicio secreto limpia “The Beast”. (AP Photo/Evan Vucci)

La Bestia (The Beast), como se le conoce, es el vehículo encargado de transportar al presidente de Estados Unidos, no solo por las urbes del país sino cuando visita otras naciones.

Construido a partir del chasis modificado de un Chevrolet Kodiak, un camión pesado de la General Motors, La Bestia es un Cadillac completamente blindado, con una chapa de al menos 20 centímetros, y es tan solo una de las 12 limusinas que en 2014 el gobierno le encargó al conocido fabricante por un total de 15.8 millones de dólares.

De ahí que el costo de este Cadillac One que hemos visto esta semana sea de 1.5 millones de dólares.

A pesar del hermetismo con que suelen manejarse este tipo de temas, se ha sabido además que detrás de esas ventanas de 11 centímetros de espesor, un equipo de hombres fuertemente armados viaja con el presidente.

Estos escoltas serían los primeros en repeler un ataque armado, aunque antes el mismo vehículo es capaz de expulsar gases lacrimógenos a modo de cortina de humo.

La Bestia en Manhattan (AP Photo/Evan Vucci)
La Bestia en Manhattan (AP Photo/Evan Vucci)

Unos posibles atacantes armados tendrían además que vérselas con un juego de manijas electrificadas en las puertas, si pretenden acceder al interior del auto.

En la parte inferior del vehículo una gran placa de aluminio, titanio y cerámica lo protege de posibles ataques con granadas o bombas de fragmentación.

En su totalidad, La Bestia es capaz de volverse completamente hermética, para casos de ataques biológicos o químicos, mientras puede expeler litros de aceite en el pavimento que imposibiliten la persecución de otro auto, y se mueve sobre cuatro llantas reforzadas con kevlar, que ningún objeto punzante puede lograr pinchar.

Pero en el peor de los escenarios, en caso de que el mandatario resulte herido, La Bestia dispone de un área refrigerada en la que se conserva una dosis de un litro y medio de la propia sangre del presidente, de manera a poder realizarle una transfusión urgente y así no perder ni un minuto de su tiempo de vida.

En este compartimento también viaja todo tipo de medicamento necesario para caso de indisposición, mientras su equipo de escoltas está suficientemente capacitado para hacer uso de ellos.

Pero tal vez lo más escalofriante de este monstruo rodante que alcanza las 20.000 libras de peso y cuyas puertas resultan tan pesadas como las de un Boeing 757, es que desde su interior, a través de un sofisticado sistema de comunicaciones, el hombre más poderoso del mundo podría ingresar los códigos básicos para lanzar un ataque nuclear.

“Este vehículo, un Cadillac 2018, continúa el legado del Servicio Secreto de proporcionar tecnología y rendimiento de última generación a su misión de protección”, aseguró Jeffrey Adams, portavoz del Servicio Secreto, en un comunicado, de acuerdo con Detroit Free Press.

Para viajes al extranjero o a algún punto alejado de la geografía estadounidense, La Bestia dispone de su propio avión, un C17 Globemaster de carga que la conduce, junto a una segunda limusina y a un Chevrolet Suburban Communications SUV pesadamente blindado, a donde sea que viaje el presidente.

Por ejemplo, los argentinos tendrán la ocasión de verla transitar las calles de Buenos Aires, cuando supuestamente Donald Trump asista a fines de noviembre a la Cumbre de Líderes del G20.