La mala semana de Biden: El presidente enfrenta reveses personales y políticos

El presidente Joe Biden en una conferencia de prensa tras reunirse con Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista de Vietnam, en Hanoi el domingo 10 de septiembre de 2023. (Kenny Holston/The New York Times)
El presidente Joe Biden en una conferencia de prensa tras reunirse con Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista de Vietnam, en Hanoi el domingo 10 de septiembre de 2023. (Kenny Holston/The New York Times)

WASHINGTON — Algo dice sobre cómo le ha ido últimamente al presidente Joe Biden el hecho de que la posibilidad de que inicien un juicio político en su contra no haya sido la peor noticia de una semana difícil.

En realidad, fue solo una de tantas. Biden ha recibido ataques desde varios frentes, tanto personales como políticos, que han cuestionado su capacidad, amenazado a su familia y puesto en peligro su posición política.

Fue criticado por su actuación en una conferencia de prensa en el extranjero. Uno de sus columnistas favoritos le pidió que no contendiera en las próximas elecciones presidenciales, lo que provocó más inquietud en su partido. Uno de sus principales aliados cuestionó de manera implícita su elección de compañera de fórmula. La industria automotriz entró en una huelga paralizante que podría debilitar la economía. Su hijo fue acusado de tres delitos graves. Y, ¡es cierto!, los republicanos de la Cámara de Representantes iniciaron una investigación para acusar al presidente de delitos mayores y menores.

Teniendo en cuenta cómo es la política de Washington en la actualidad, ni Biden ni su equipo sintieron particularmente preocupados mientras se desarrollaban los acontecimientos. Tras una campaña llena de tropiezos y dos años y medio de un mandato turbulento, están acostumbrados a los vaivenes de la presidencia moderna. Ante la desagradable perspectiva a corto plazo, prefieren adoptar una perspectiva a largo plazo para tranquilizarse y argumentar a los externos que al final todo saldrá bien porque ya ha salido bien antes.

Además, Biden ha sido bendecido con enemigos que le ayudan, que ahora parecen empeñados en provocar un impopular cierre del gobierno al mismo tiempo que llevan a cabo una investigación para destituirlo, de la cual incluso algunos legisladores republicanos dicen que no se basa en pruebas de un delito que pudiera tener esas consecuencias. Los estrategas del presidente creen que si hay algo que puede unir a los demócratas e independientes descontentos es la extralimitación republicana.

“El presidente Biden fue subestimado hace dos años y luego aprobó leyes históricas que han llevado a Estados Unidos a tener la recuperación más fuerte de cualquier economía desarrollada del mundo”, dijo el viernes Ben LaBolt, director de comunicaciones de la Casa Blanca. “No nos distraemos con enredos de Washington que a la mayoría de los estadounidenses no les interesan en absoluto”.

Los asistentes escuchan al presidente Joe Biden hablar sobre la agenda económica de su gobierno en la Universidad Comunitaria del Condado de Prince George en Largo, Maryland, el jueves 14 de septiembre de 2023. (Anna Rose Layden/The New York Times)
Los asistentes escuchan al presidente Joe Biden hablar sobre la agenda económica de su gobierno en la Universidad Comunitaria del Condado de Prince George en Largo, Maryland, el jueves 14 de septiembre de 2023. (Anna Rose Layden/The New York Times)

No es nada fácil evitar la distracción. El jueves se le informó a Biden sobre la acusación formal de su hijo Hunter justo antes de salir de la Casa Blanca para pronunciar un discurso en Maryland en el que arremetió contra los planes presupuestarios republicanos, lo que le obligó a apartar las consecuencias de su mente el tiempo suficiente para pronunciar su discurso y convivir con sus seguidores.

La semana inició en Hanoi, Vietnam, donde dio una conferencia de prensa la noche del domingo de la que los conservadores no tardaron en burlarse debido a algunos momentos de divagación y una extraña referencia a John Wayne. Biden apenas había aterrizado en su país y dormido unas horas cuando el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, abrió una investigación para impugnar su presidencia por el delito de corrupción sin que haya pruebas de que se benefició de los negocios de su hijo ni de que haya abusado de su poder para ayudarlo.

Al día siguiente, el presidente abrió The Washington Post para encontrar una columna de David Ignatius, quien ha gozado de un amplio acceso a la Casa Blanca de Biden, en la que argumentaba que, a pesar de lo que consideraba un historial encomiable, el presidente de 80 años no debería postularse para otro mandato el año que viene. La columna causó mucho revuelo en Washington porque Ignatius goza de gran respeto en la capital de la nación como una voz de la razón que a menudo apoya al presidente y representa a la clase dominante cuya aprobación Biden ansía desde hace tiempo.

La petición de Ignatius de que el presidente reconsidere su decisión de aspirar a un segundo mandato resonó entre muchos demócratas muy preocupados por sus probabilidades de éxito, pero que no se atreven a decirlo en voz alta por temor a debilitarlo. Ignatius habló del tema en “Morning Joe”, el programa de la cadena de televisión MSNBC que se sabe que Biden ve y en el que hubo un extenso debate sobre si el presidente era demasiado viejo para otro mandato, como creen muchos electores según las encuestas.

Apenas habían pasado unas horas, cuando el senador Mitt Romney, uno de los críticos más destacados del expresidente Donald Trump, anunció que se retiraría en favor de “una nueva generación de líderes” y exhortó a Biden a hacer lo mismo. Charlie Cook, un reconocido analista electoral apartidista, retomó el tema con una columna en la que se mostraba a favor de que el presidente se hiciera a un lado.

El viernes, tras la acusación formal contra Hunter Biden, vino la primera huelga sindical contra los tres principales fabricantes de automóviles estadounidenses, una disrupción sísmica en una industria clave con efectos inciertos en la economía. Los funcionarios de la Casa Blanca observaron la situación en Detroit con cierta inquietud, pues saben que una huelga breve no supondría una gran diferencia a largo plazo, pero un paro prolongado podría desestabilizar la economía en un momento delicado.

Aunque muchos demócratas llevan meses esperando en privado que suceda lo que Ignatius manifestó en su columna, no hay indicios de que Biden esté considerando o vaya a considerar abandonar su campaña de reelección. Sus asesores dicen en privado que esa idea nunca se plantea y que sería ridícula. Si acaso, las insinuaciones de “la clase parlanchina”, como les gusta llamar a los comentaristas, impulsarían a hacer lo contrario a Biden, quien cree que siempre se le subestima.

“Tal vez lo de Ignatius le rompió el corazón; sin embargo, es el tipo de cosas que hacen que él, la campaña y su familia entren en su zona de confort de ser los subestimados”, aseveró Michael LaRosa, antiguo portavoz de la primera dama Jill Biden. “Así lo ven ellos: ustedes dijeron que no podía ganar la vez pasada, que no podía ganar desde el centro, que no podía vencer a Bernie (Sanders), que no podía recuperar el bipartidismo, que no podía vencer a Trump, que no podía ganar las elecciones de medio mandato. Así es como lo ven”.

Según los estrategas demócratas, no hay estadistas mayores que puedan convencer a Biden de lo contrario, nadie a quien él escucharía. Se dice que Biden sigue resentido con el expresidente Barack Obama por presionarlo sutilmente para que no se postulara en 2016, y su relación con el expresidente Bill Clinton y la ex secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton es complicada por sus ambiciones contrapuestas.

Los únicos que podrían convencer a Biden de cambiar de opinión serían sus propios familiares, en particular Jill Biden, quien logró convencerlo de no contender en las elecciones presidenciales en 2004. Pero, según todos los indicios, ella y otros miembros de la familia están totalmente a favor de que busque la reelección, y consideran cualquier alternativa una capitulación ante los escépticos que nunca creyeron en el presidente y los enemigos que, en su opinión, han usado a su familia como un arma en su contra.

Impedir que Trump regrese a la Casa Blanca es un objetivo tan primordial para los demócratas que incluso los escépticos de Biden dentro del partido llegan cada vez más a la conclusión de que es demasiado tarde para pensar en una alternativa y más importante que nunca unirse para apoyarlo.

El gobernador de California, Gavin Newsom, considerado como posible candidato si Biden no se presentara, dijo hace poco a sus compañeros demócratas que era “hora de que todos nos subamos al mismo barco y nos movilicemos”, como lo expresó en una entrevista.

Donna Brazile, quien fue presidenta del Comité Nacional Demócrata, insistió en que es exagerado hablar de nerviosismo. “Dejando de lado su edad o sus logros, los demócratas deben empezar a centrarse en todas las ramas del gobierno, en mantener la democracia, en inspirar a los jóvenes para que se postulen y voten, ni qué decir de recaudar dinero y dar batalla como si estuviéramos 10 puntos abajo”, indicó. “Solo hay una manera de ganar: hay que creer en los candidatos que aparecen en la boleta electoral”.

Hasta ahora, las encuestas han sido implacables y debilitan el argumento de Biden de que es la opción más segura para derrotar a Trump. Varias encuestas lo posicionan en un empate estadístico con su predecesor y su índice de aprobación se mantiene estancado en torno al 40 por ciento a pesar de la mejora de las condiciones económicas.

Los asesores de Biden descartan estos resultados y recuerdan que Ronald Reagan, Bill Clinton y Obama se recuperaron de bajos índices de aprobación para ganar la reelección con facilidad. La campaña de Biden ya ha empezado a emitir anuncios en los estados más disputados y sus asesores sostienen que cuando llegue el momento de elegir, los votantes volverán a elegir a Biden en lugar de optar por un contendiente impopular que ha sido acusado cuatro veces, una de ellas por intentar subvertir la democracia.

c.2023 The New York Times Company