‘Maestro’, un retrato incompleto de Lenny Bernstein

A grandes rasgos, quienes vean la película “Maestro” podrán dividirse en audiencia general y aficionados expectantes, felices con que Leonard “Lenny” Bernstein (1918-1990), uno de los dioses del Olimpo musical contemporáneo sea material a tener en cuenta por Hollywood, algo que, hoy por hoy, ya es mucho pedir.

Para la audiencia general, la película de Bradley Cooper resultará un relato interesante si bien algo confuso en sus idas y venidas sobre un famoso músico y su conflictuada intimidad, su mujer y sus amantes varones, siguiendo la corrección política actual de confirmar y blanquear cuanta duda haya del personaje que esté la palestra.

El segundo grupo, el de los aficionados expectantes, se dividirá en quienes fascinados, adoren el filme por el simple hecho de reverdecer sus laureles al mostrarlo en todo su esplendor, en agonía y gloria, y porque es una historia digna de llevar al cine. Otro sector dentro del mismo grupo, los eternos disconformes en el que me incluyo, hallará una pieza cinematográfica preciosista en exceso, cuyo Talón de Aquiles es una tediosa superficialidad que Lenny, quizás, no merecía.

Si su ambigüedad sexual marcó su existencia (y por ende su obra), ésta debía constituirse en el eje del filme pero el problema reside en que Bernstein era mucho más que eso, era un hombre de su tiempo, un “americano” que se atrevió contra convenciones y reglas de un país de tremendos y constantes claroscuros para convertirse en un ciudadano del mundo, un demócrata a ultranza, un personaje multifacético y jugado a todo nivel.

Desde su controvertido apoyo a las Panteras Negras (imperdonable que se haya obviado el jugoso “Radical Chic”) a su esencial paso por Israel y por Viena, como judío enfrentando a una hostil filarmónica que terminó amándolo, hasta llegar a figurar en listas negras de la administración Nixon.

Claro que en épocas como ésta, develar su temperamento sexual resulta más atractivo y a la vez más prudente. Tanto más fácil meterse con el genio en la cama, por suerte plasmado con buen tino, que pintar la conducta valiente y provocadora de un personaje tan influyente y controvertido como hoy jamás podría existir en el homogeneizado mundo de la música clásica.

Lenny hacía gala de un humor ácido, irónico y “Maestro” carece de chispa, de aquel humor tajante que el guión pide a gritos.
Lenny hacía gala de un humor ácido, irónico y “Maestro” carece de chispa, de aquel humor tajante que el guión pide a gritos.

Lenny hacía gala de un humor ácido, irónico y “Maestro” carece de chispa, de aquel humor tajante que el guión pide a gritos. Asimismo faltan figuras fundamentales en su vida, colosos musicales que lo cincelaron, Aaron Copland es apenas mencionado y, entre otros, Dmitri Mitropoulos brilla por su ausencia.

Y si algo falta, es su legado, su música, de la que sólo aparecen flashes. Faltan obras claves como “Trouble in Tahiti”, ópera quasi autobiográfica y “Mass”, es sólo un momento pintado como el triunfo que no fue. Demasiada música dejada de lado que pudo ser hilo conductor y reflejo de su avasallante personalidad y eso es una verdadera pena. No basta el Bernstein siempre triunfal, se echa de menos el castigado por la crítica como director y el que quiso por sobre todo ser valorado como compositor puesto que su música, en el género que sea, es excelente con momentos sublimes.

La música de Leonard Bernestein “en el género que sea, es excelente con momentos sublimes”. Aquí, la interpreta la New World Symphony (NWS), bajo la batuta de Miguel Harth-Bedoya, en el Arsht Center, en octubre de 2023.
La música de Leonard Bernestein “en el género que sea, es excelente con momentos sublimes”. Aquí, la interpreta la New World Symphony (NWS), bajo la batuta de Miguel Harth-Bedoya, en el Arsht Center, en octubre de 2023.

Desde ya, hay suficiente Mahler, lo merece por su labor pionera, tampoco falta el “Adagietto” de la Quinta que hoy por hoy parecería ser lo único que compuso al menos “para el cine”, que diría el precursor Visconti… En resumidas cuentas, el torbellino de su vida emerge sanitizado, a diferencia de aquel delirio absoluto de Ken Russell sobre Tchaikovsky que pese a todas sus inexactitudes lograba captar la esencia de una música literalmente arrancada de sus dualidades.

Notable el trabajo de Bradley Cooper, una composición minuciosa no exenta de desaciertos. Con momentos francamente extraordinarios, mucho más logrado en la vejez que juventud; la voz impresiona en su parecido pero ni los ojos ni la mirada, tremendamente tierna o irresistiblemente seductora, se acercan al original; y si merece alabarse su dedicación al navegar los vericuetos de la dirección orquestal, en la escena de la “Resurrection” [“Symphony No.2 in C Minor”] de Mahler, la caricatura bordea el grotesco.

La película de Bradley Cooper resultará un relato interesante si bien algo confuso en sus idas y venidas sobre un famoso músico y su conflictuada intimidad, su mujer y sus amantes varones.
La película de Bradley Cooper resultará un relato interesante si bien algo confuso en sus idas y venidas sobre un famoso músico y su conflictuada intimidad, su mujer y sus amantes varones.

En esta escena, que replica la famosa representación en la catedral de Ely, las solistas son la soprano Rosa Feola y la mezzosoprano Isabel Leonard. Esta última, actuará para la audiencia de Miami el 20 y 21 de enero con la New World Symphony Orchestra, en el New World Center, cantando “Shéhérazade” de Maurice Ravel bajo la batuta de Stéphane Denève.

Regresando a “Maestro”, basta mirar el original para comprobar como la gestualidad del director nacía de su interior y no era una coreografía vacía. De aquí se desprende que quizás el mayor defecto del filme reside en que Cooper lo haya dirigido, un director habría detectado y corregido estos desvaríos. En cambio, es Carey Mulligan como Felicia, quien se lleva las palmas (y quizá el Oscar), es un trabajo milimétrico, exquisito, de silencios y miradas magistrales. Por eso la mejor y más significativa escena del filme es la discusión en el apartamento neoyorquino mientras por las ventanas pasa el circo, el desfile de Thanksgiving. También por eso, es en las estupendas escenas familiares (y en la de la muerte de Felicia) donde “Maestro” remonta ganando en calidez y calidad incontestable.

Bernstein era un hombre de su tiempo, un “americano” que se atrevió contra convenciones y reglas de un país de tremendos y constantes claroscuros.
Bernstein era un hombre de su tiempo, un “americano” que se atrevió contra convenciones y reglas de un país de tremendos y constantes claroscuros.

Llevar al cine ídolos musicales de nuestro tiempo no es tarea fácil, nunca lo ha sido ni para expertos ni para bienintencionados amateurs, máxime cuando se tienen suficientes documentos del original. Sucedió con Maria Callas (y está a punto de volver a suceder) y en cierta medida ahora con Bernstein. El desafío era arduo y más allá de virtudes y defectos, “Maestro” merece verse, es un vasto pero inacabado retrato de un personaje quizás imposible de retratar y “Maestro” contribuye a su vigencia.

Stéphane Denève e Isabel Leonard en concierto, con la New World Symphony Orchestra, New World Center, 500 17th St, Miami Beach, FL 33139. Sábado 20 de enero, 7:30 p.m. y domingo 21 de enero, 2 p.m. Boletos: $40 - $150. Visite https://www.nws.edu/events-tickets/concerts/2023-2024/deneve-and-isabel-leonard/#/tickets/24C2. Más: https://www.nws.edu/events-tickets/concerts/2023-2024/deneve-and-isabel-leonard/

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