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Súper bigote: como otros autócratas, Maduro se recrea en su propio ícono pop

La televisión pública de Venezuela, secuestrada y convertida en órgano del régimen chavista, transmite una serie de animación en la que un clon del dictador Nicolás Maduro salva al país de un villano inspirado en Donald Trump.

Nicolás Maduro detenta el poder de Venezuela, acusado de fraude por la comunidad internacional por las ilegítimas elecciones de 2018.
Nicolas Maduro bromeó sobre sus "poderes" a raíz de las acusaciones de Lenin Moreno.

El primer episodio recrea un vasto apagón que mantuvo a oscuras todo el país en 2019, gracias a las desinversión que por años ha tenido el sistema eléctrico venezolano, y en particular por el robo de 60 mil millones de dólares, originalmente destinados para su mantenimiento, que han sido impunemente hurtados por falsos empresarios y testaferros del régimen chavista (algunos de esos fondos han sido confiscados ya en Estados Unidos y Europa, y algunos de los operadores han sido procesados).

Lo cierto es que en el episodio del animé en cuestión, todo el país se queda a oscuras: las casas, los hospitales, los quirófanos, las tiendas, los restaurantes pierden la electricidad por días. Tal como ocurrió en aquel marzo. Pero, cuando, en el episodio, los personajes opositores ya están celebrando la caída del régimen (supuestamente por esa razón), aparece Maduro, es decir, Superbigote, trajeado con un disfraz al estilo Superman, destruye un dron y "salva a los venezolanos", que recuperan la electricidad, "venciendo" así al villano de la Casa Blanca, quien, según el guión, originalmente habría inventado el complot para deponer al dictador.

El mote de Superbigote surgió por primera vez en 2019, cuando, en una rueda de prensa, Nicolás Maduro habló de las acusaciones del presidente de Ecuador, Lenin Moreno, de que Caracas estaba detrás de las protestas en ese país.

En la rueda de prensa Nicolás Maduro se burló de la acusación. "Ayer salió el presidente Lenín Moreno a decir que lo que está pasando allá es culpa mía, que yo muevo mis bigotes y tumbo gobiernos, así dice Lenín Moreno, yo estoy pensando qué próximo gobierno puedo tumbar con los bigotes", dijo en un acto de gobierno transmitido como siempre por la mencionada televisora estatal, usada como órgano oficial de la dictadura. "Yo no soy Superman, yo soy Superbigote", bromeó entonces.

Bastó y sobró para que, los aduladores, siempre en conjunción con el narcisismo de los autócratas, quisieran caer en gracia y se produjera, seguramente con dinero público (más del 90% de la población vive bajo la línea de pobreza), la tira cómica que hace del dictador de Venezuela un superhéroe.

Antecedentes

No es la primera vez que sucede algo similar en el gobierno chavista. Cuando el líder original de la autocracia que gobierna Venezuela estaba vivo, había muñecos réplicas de Hugo Chávez, a veces vestido de rojo, a veces vestido de militar, que se regalaban a los niños.

Incluso estuvo de moda que los niños se disfrazaran con la indumentaria con la que el teniente coronel dio su primer intento fallido de golpe de estado en 1992, trajeado de verde oliva y su boina roja.

Había toda una gama de marketing político para penetrar la simbología del imaginario colectivo, muy propio de dictaduras, tiranías y autocracias que desde el poder invierten dinero y esfuerzos en crear leyendas, popularidades y versiones de la historia.

En ese sentido, el chavismo ha hecho una labor corrosiva en el entendimiento de la historia. En los textos escolares se ha disminuido y falseado buena parte de la historia venezolana, ordenándola arbitrariamente y sobre todo aminorando el periodo de cuarenta años de democracia, y haciéndole creer a las nuevas generaciones prácticamente que la república tiene existencia relevante desde que el chavismo llegó al poder.

Falsear la realidad es una práctica descarada y diaria. Las permanentes fallas de servicio de agua, electricidad, escasez, delincuencia, son comúnmente explicadas por el gobierno como consecuencias de animales que destrozaron un cable, o que se debe a un complot colombiano o a un ataque orquestado de la CIA.

En tiempos pasados era muy común (también era una práctica -nada casual- en Cuba, en los tiempos en los que Fidel Castro estaba vivo) que el chavismo hiciera grandes despliegues teatrales y mediáticos con supuestas revelaciones de magnicidios, apresaban a un par de personas desconocidas a quienes inventaban una identidad, mostraban un video o unas fotos con las maletas de sus autos con armas, y sembraban la leyenda.

El marketing y la simbología era más prolífica aún cuando el líder del chavismo estaba vivo.
Muñecos representando al presidente venezolano Hugo Chávez se exhiben para la venta

De manera más formal, además de la educación, el chavismo ha procedido a cambiar el nombre de plazas, parques, montañas, e instituciones, con el propósito (el mismo del soviético, cubano, libio, iraquí, por decir solo ejemplos) de borrar la identidad simbólica de la cultura y escribir una nueva.

Afortunadamente, la historia nos ha enseñado que tal cosa no es posible de ser impuesta. Puede hacerse solo un tiempo, y a la fuerza. Pero, San Petersburgo, siempre será San Petersburgo.

De otras latitudes

La explicación motivacional de Superbigote también nos lleva a mirar referencias que van más allá de las fronteras venezolanas y que desde otros tiempos nos relatan de las prácticas autocráticas en este sentido.

En los años más florecientes de la revolución castrista, donde Cuba procuraba convertirse en un centro cultural y hacía ver que todas las denuncias de fusilamientos y torturas eran propaganda "imperialista", existía una industria mediática financiada por el aparato soviético.

En esa concepción cultural-totalitaria del mundo, se producían tiras cómicas televisadas como Elpidio Valdés o Matojo, que contaba la historia de la independencia y la vida familiar contemporánea, con el fin de recrear en los niños un punto de vista del mundo con el cual empezarlo a adoctrinar desde temprana edad.

A supporter of Venezuela's President Nicolas Maduro, holds a portrait of him during a march to commemorate the day of Indigenous Resistance, in Caracas on October 12, 2021. (Photo by Federico PARRA / AFP) (Photo by FEDERICO PARRA/AFP via Getty Images)
A supporter of Venezuela's President Nicolas Maduro, holds a portrait of him during a march to commemorate the day of Indigenous Resistance, in Caracas on October 12, 2021. (Photo by Federico PARRA / AFP) (Photo by FEDERICO PARRA/AFP via Getty Images)

En los años de la revolución bolchevique, el arte y las formas de creatividad pública fueron tan controlados que llegó a censurarse el figurativismo y el arte abstracto, para sustituirlo por lo que bautizaron el "realismo socialista", una forma de arte impuesto que retrataba las clases obreras de forma heroica, saliendo adelante y progresando "gracias" al experimento comunista que secuestró a Rusia por más de 70 años.

Como ha ocurrido en ocasiones anteriores, se desconoce quién produjo la tira de dibujos animados Superbigote. Probablemente, también como ha ocurrido en ocasiones anteriores, la compañía productora cobró por sus servicios pero prefiere no ser asociada con el régimen de Maduro.

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