“El Pasado Mío / My Own Past...” ensayo visual de la historia del arte cubano en Harvard

Nunca antes la Universidad de Harvard había exhibido a Wifredo Lam (Cuba, 1902-París, 1982) el más universal de los artistas cubanos del siglo XX, como parte de “El Pasado Mío / My Own Past”. Una exposición colectiva que pone en valor la presencia e influencias socioculturales afro en la historia de las artes visuales cubanas. Las obras abarcan, desde las dos primeras décadas del siglo XIX, hasta la actualidad. Dos siglos de historia ilustrada a través de 52 piezas de 43 artistas con formatos y soportes muy diversos como pintura, escultura, instalación, fotografía y video. La obra más antigua está fechada en 1822 y la más reciente en 2020. Tiene la muestra un carácter historiográfico y está concebida como un ensayo visual, cuya tesis abren unas series de interrogantes en la historia del arte cubano. “Porque es imprescindible destacar”, comenta Alejandro de la Fuente, profesor de Harvard, y director del Afro-Latín American Research Institute, Harvard University, “los sesgos, racializados y de género, que sostienen el canon tradicional del arte cubano que, como cualquier otro canon, está constituido a partir de exclusiones y olvidos”.

La selección de obras y artistas, donde también intervinieron los curadores Bárbaro Martínez-Ruiz y Cary A. García Yero, desde el punto de vista discursivo no está enfocada a revindicar (aunque haya de todo ello) en la historia de las artes visuales cubanas una generación, tampoco artistas o estilos de obra en particular, sino a practicar toda una reinscripción historiográfica del arte cubano en clave etnoracial. Y en esa línea de pensamiento “Lo que El Pasado Mío propone”, enfatiza de la Fuente, “es una pregunta: ¿Cómo cambia la historia del arte cubano si nos centramos en la producción de artistas afrodescendientes? Nota que, para empezar, las cronologías tradicionales colapsan, precisamente porque son cronologías construidas a partir de exclusiones”.

La muestra abre con Desobediencia, 1998 de Belkis Ayón, (La Habana, 1967-1999) obra en blanco y negro donde el imaginario sincrético afrocubano parece estar conectados con las practicas Abakuá. Una sociedad masculina secreta surgida en Cuba alrededor de 1820 formada por esclavos traídos de Nigeria. En su leyenda, la mujer Sikán descubre el secreto sobre los conocimientos del “hombre leopardo”, quien designaba y fijaba las fuerzas y los lugares de poder. Sikán es sacrificada como lección a los futuros intentos que pusieran en peligro la exclusividad masculina en la posesión y transmisión de los conocimientos.

Desobediencia, nos sumerge en una atmósfera misteriosa, que juega con la simbología sincrética afrocubana. Un micro mundo primitivo donde conviven la humanidad y lo animal, con telón de fondo de la naturaleza. Hay algo de fantasmagórico en la representación figurativa de negros cuerpos con ojos blancos y de cuerpos blancos con ojos negros, habitando en el onírico cosmos del cuadro. Cuerpos que se desplazan hacia arriba y hacia abajo en este “paisaje” marcado por el claroscuro y objetos situados en el horizonte del cuadro que rompe formalmente las reglas del canon pictórico del paisaje tradicional. Es una obra que interpreta simbólicamente el lenguaje de la figuración pictórica más actual en clave sincrética afrocubana. Y de ahí lo sobrecogedor que tienen estos cuerpos y estas caras, que parecen hablar, necesitan expresarse, pero no tienen bocas, están privados del poder de la palabra, les ha sido vetado el derecho a la expresión. Cuerpos deslocalizados respecto al mundo que quieren habitar. Emergen atribulados buscando una dirección, olfateando un lugar hacia el cual avanzar y, aún buscando, se perciben encerrado en si mismos.

Después, el acceso a la muestra está flanqueado por obras de Manuel Mendive (La Habana, 1944) y de Juan Roberto Diago Durruthy (La Habana, 1971). Ambos cuadros se insertan también en un tratamiento del sincretismo afrocubano, pero con sintaxis expresivas distintas. Diago en Día de Reyes (2019), explota la dimensión muralística urbana. Es un lenguaje más abigarrado y menos figurativo cuyas pinceladas neo-expresionistas rompen el grano de la imagen, creando un gran mosaico con grafismos de tinte urbano con formas geométricas que contrastan con las imágenes figurativas de muñecas emparchadas a la superficie del cuadro. Mendive, en cambio, va hacia una figuración más lírica en Shangó y la vida (2001). Una pintura sensualista donde, como en Belkis Ayón, la atmósfera onírica marcada por las imágenes totémicas del sincretismo, sumerge al espectador en una especie de trance, un viaje hacia el ensueño que es vivir entre el mito y la realidad, trasmitido por rostros y señas de deidades afrocubanas.

Resulta llamativo en esta muestra la recuperación de artistas y obras, apenas conocidas, en la historiografía del arte cubano. Como del mismo modo resulta también llamativo la presencia de más de una decena de mujeres, algunas de ellas poco catalogadas como, por ejemplo, María Ariza y Delance, (1873-1959) Adelaida Herrera Valdés, (1941-2015? ) o Julia Valdés Borrero (1952). Hay una curiosísima documentación de la escuela de pintura San Alejandro, que habla de esta investigación.

Otro punto de inflexión es la relación entre la obra de Wifredo Lam y Elio Rodríguez (La Habana, 1966). Ambas están frente a frente. Lam con pinturas como Femme Cheval, 1943 o Tótem, 1951 y Rodríguez con una escultura blanda en formato pictórico Jungla carnal, 2020. Es el Lam más surrealista y, también, el más desmarcado de la poética cubista picassiana, citando metafóricamente su herencia sincrética afrocubana. Rodríguez se apropia audazmente de la pintura de Lam, La Jungla, 1943, traduciendo su lenguaje pictórico a escultura tridimensional de sensualismo barroco. Hay una apoteosis simbólica generacional de alto quilates en esta interpretación de Rodríguez sobre la ascendencia afro inspirada en la archiconocida obra del gran maestro cubano articulando una fecunda relación tradición-vanguardia en el campo de producción artístico cubano contemporáneo.

El Pasado Mío, en su estela discursiva, aborda también desde la perspectiva etnoracial el futuro democrático de la nación cubana donde, para Alejandro de La Fuente “Lo afrocubano no es una herencia, es lo que somos. Producto de la experiencia de la esclavitud. En las Américas, democracia, inclusión y justicia racial van de la mano”.

“El racismo”, amplia de La Fuente, “es la antítesis de la democracia, pues intenta naturalizar la exclusión de un grupo poblacional de la vida política y social de una nación a partir de criterios pseudo científicos. Así que no tiene lugar en un futuro democrático, en Cuba o en cualquier otro lugar. Si aspiramos a una democracia auténtica, es imprescindible acabar con el racismo”.

‘El Pasado Mío”, The Ethelbert Cooper Gallery of African & African American Art, 102 Mount Auburn Street, Cambridge, MA. 02138. Hasta el 21 de diciembre.

Dennys Matos es crítico de arte, curador y editor que vive y trabaja en Miami y Sta Cruz de Tenerife. Islas Canarias.