Del luto a la lucha: la historia de una bombera en el Pantanal brasileño

Un avión del Chico Mendes Institute for Biodiversity Conservation (ICMBio) lanza agua para combatir un foco de incedio en la zona rural de Corumbá, en el estado de Mato Grosso do Sul, Brasil, el 26 de junio de 2024 (Pablo PORCIUNCULA)
Un avión del Chico Mendes Institute for Biodiversity Conservation (ICMBio) lanza agua para combatir un foco de incedio en la zona rural de Corumbá, en el estado de Mato Grosso do Sul, Brasil, el 26 de junio de 2024 (Pablo PORCIUNCULA)

Debora dos Santos Ávila perdió a su bebé de cinco meses tras los peores incendios registrados en el Pantanal brasileño en 2020. Cuatro años después, lucha como bombera para enfrentar las llamas en el mayor humedal del mundo y evitar que su historia se repita.

"En realidad, no me gustaban los bomberos. Quería culpar a alguien de lo que sucedió a mi hijo", explica a la AFP esta mujer, de 42 años, durante una pausa en su combate contra los fuegos históricos que azotan estos días esta región situada al sur de la Amazonía.

Pero "quise conocer el oficio y ya hace dos años que trabajo como bombera" durante el periodo más crítico de incendios. "Muchos niños sufren con el humo, como mi hijo. Quiero hacer lo que está en mis manos para disminuirlo", explica.

Su bebé enfermó y murió debido al humo inhalado durante los fuegos que en 2020 arrasaron 30% de la superficie del Pantanal, tierra de jaguares, caimanes y otras especies, y reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad.

Este año, la situación es doblemente preocupante porque la temporada de fuegos empezó más temprano y desde enero se contabilizaron más de 3.400 focos, cifra muy superior al primer semestre de 2020 (2.523).

"Es difícil. El año pasado en esta época, estábamos educando en las escuelas sobre medio ambiente para no atizar el fuego. Hacíamos prevención, no estábamos en el combate directo" como ahora, observa esta mujer, que el resto del año trabaja como cocinera en una ONG.

De uniforme amarillo y con un cuchillo en la mano, Santos Ávila, única mujer del contingente de 45 bomberos del Centro Nacional de Prevención de Combate en Incendios Forestales (PrevFogo), se abre camino en medio del mato en dirección al gigantesco incendio de cerca de 7 km de extensión detectado la víspera en la zona rural de Corumbá, ciudad del estado de Mato Grosso do Sul.

En seguida, se equipa con un soplador, un dispositivo portátil que los bomberos usan para dispersar la materia orgánica que se deposita en el suelo y alimenta las llamas.

- "Pienso en mis nietos" -

Hay que ir con mucho cuidado pues el calor que desprende el fuego y los vientos fuertes pueden hacer que el incendio cambie de dirección y se propague rápidamente.

Con la ayuda de aeronaves que lanzan centenares de litros de agua sobre las llamas, el equipo de Santos Ávila consigue controlar el fuego. Luego, con azadas remueven la tierra para extinguir cualquier foco en el subsuelo, antes de partir a combatir el siguiente incendio en largas jornadas que acaban bien entrada la noche.

Según el coordinador de PrevFogo en Mato Grosso do Sul, Márcio Yule, este jueves empezará a llegar un refuerzo de un centenar de bomberos venidos de otros estados. El gobierno federal también prevé enviar efectivos del ejército.

Nacida en Corumbá, Santos Ávila admite que ahora "ama" el oficio. "Cuando estoy allí, pienso en mis nietos" que vendrán, dice esta mujer que ya tiene una nieta, orgullosa además de ser la primera mujer de su equipo.

"Mis compañeros no hacen ninguna diferencia. Allí (en el combate a las llamas) somos todos iguales", afirma.

mvv/app/mar