Lula inaugura la cumbre del G20 con el gran interrogante sobre si se podrá alcanzar un documento final
RÍO DE JANEIRO.- El presidente Luiz Inacio Lula da Silva abrió este lunes la reunión de jefes de Estado del G20 en Río de Janeiro, con un fuerte llamado para combatir la pobreza y la desigualdad, en un evento apuntado por Brasil como una vidriera para recuperar su prestigio internacional.
La cumbre comienza marcada por la sombra del presidente electo, Donald Trump, que tiende a debilitar el multilateralismo y puede llevar a que Estados Unidos abandonen rápidamente cualquier compromiso asumido en Río. También, aparece envuelta en incertidumbre por saber si los países miembros podrán superar las diferencias sobre cómo abordar la guerra de Rusia y Ucrania para alcanzar un documento final de consenso.
El texto de la declaración final fue “cerrado”, confió a LA NACION una alta fuente de Itamaraty, y los negociadores brasileños intentan en estos momentos resistir a presiones para que sea rediscutido.
El tono a utilizar para referirse a la guerra entre Rusia y Ucrania, a horas de la mayor ofensiva a Ucrania en meses, es el principal punto de discordia, que podría abrir una disidencia en el texto que debe ser publicado el martes.
“Existe un pedido de algunos países europeos, pero hasta ahora (la declaración final) no fue reabierta”, dijo la misma fuente al tanto de las negociaciones.
En la primera actividad de la cumbre de jefes de Estado de dos días, Lula lanzó la Alianza Contra el Hambre y la Pobreza, iniciativa que tiende a convertirse en el principal legado de la presidencia brasileña en la presidencia del principal foro de cooperación económica internacional.
“El hambre y la pobreza no son resultado de la escasez o de fenómenos naturales. Es producto de las decisiones políticas que perpetuan la exclusión de gran parte de la humanidad”, dijo Lula en su discurso de apertura, citando datos de la FAO que dan cuenta de 733 millones de desnutridos.
La fuerza tarea, compuesta por más 81 países y con el apoyo de organismos internacionales como el Banco Mundial, pretende erradicar el hambre hasta 2030, gracias a la elaboración y financiamiento de una cesta de políticas sociales.
“Compete a quienes están aqui la tarea de terminar con esa llegada que enverguenza a la humanidad. El lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza será nuestro mayor legado, es imprescindible para construir sociedades más prósperas”, insistió Lula.
La Argentina de Javier Milei es el único país del bloque que no adhirió al programa.
Brasil puso el combate al hambre, el desarrollo sustentable y la reforma de las instituciones internacionales como los tres asuntos prioritarios en la agenda de su presidencia.
La convocatoria en Río reúne a los jefes de Estados de los países miembros del G20 con presencia casi perfecta, entre ellos a los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden; China, Xi Xinping, y la Argentina, Javier Milei.
El gran ausente del grupo de las 19 mayores economías del planeta, además de la Unión Europea y la Unión Africana, es el presidente ruso, Vladimir Putin, quien será representado los dos días por el canciller, Sergei Lavrov.
Putin optó por no viajar a Brasil, debido al riesgo de ser detenido si abandona Rusia por una orden de arresto del tribunal penal internacional debido a crímenes de guerra por la deportación ilegal de niños de Ucrania a Rusia.
Los jefes de Estado de países miembros del grupo e invitados llegaron al Museo de Arte Moderno (MaM) de Río de Janeiro esta mañana, donde fueron recibidos uno a uno con un apretón de manos del mandatario brasileño y la primera dama, Janja da Silva.
Milei llegó al MaM cerca de las 10.45, acompañado por Karina Milei, y se dieron un frío apretón de manos con Lula y con Janja, en el que apenas mediaron palabras de buen día.
Diplomáticos brasileños confían en que el martes, al término de la segunda sesión de la cumbre, con un panel para la declaración de los jefes de Estado será alcanzada. En la delegación argentina, no obstante, recalcan que el documento final del líderes todavía no está cerrado.
Desde el fin de semana, la ciudad anfitriona brasileña está militarizada.
El gobierno brasileño dispuso un decreto de Garantía de Ley y Orden (GLO), en un operativo de máxima seguridad para que las fuerzas armadas reforzaran la seguridad en las calles, con patrullaje ostensivo.
El atentado con explosivos registrado la semana pasada en Brasilia generó inquietud entre las delegaciones, aunque el gobierno brasileño insistió con que la planificación se mantuvo tal cual estaba prevista.
La presencia militar no pudo disimular la crisis en seguridad pública en Rio. Un caso de inseguridad dejó en evidencia la vulnerabilidad el fin de semana, cuando un auto reservado para acompañar la comitiva de Lula fue robado el sábado y recuperado un día más tarde, en un complejo de favelas de la zona norte de Rio.