Luisa María Alcalde y los repudiables ataques y descalificaciones por su 'pecado' de subirse a un microbús

Luisa María Alcalde durante una conferencia de prensa en mayo de 2021. (Getty Images)
Luisa María Alcalde durante una conferencia de prensa en mayo de 2021. (Getty Images)

Luisa María Alcalde es la nueva secretaria de Gobernación. Tomará el lugar que dejó Adán Augusto López, que ha emprendido su camino como precandidato de Morena a la presidencia de la República. Desde 2018, Alcalde formó parte del gabinete del presidente López Obrador como titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Previamente se desempeñó como diputada federal de 2012 a 2015, en la 62 Legislatura, y participó en la Comisión de Trabajo. Es especialista en el ámbito laboral.

Se licenció en Derecho por la UNAM y cursó estudios de Maestría en Derecho por la Universidad de Berkeley, California. No son méritos nada menores. Aunque muchos se hayan ido por el lado más fácil: apelar a sus apariciones en promocionales de Morena hace más de una década. "María Luisa Alcalde es nombrada Secretaria de Gobernación. Del microbús a la Segob. La 4T va", fue el tuit de Chumel Torres sobre el nombramiento —y además no pudo ni escribir bien su nombre—.

Y eso sirve para ilustrar lo absurdo que fue todo el compilado de críticas hacia Alcalde. ¿Carece de preparación? No. ¿De experiencia política? Tampoco. Parece que, en el ideario de muchos opinólogos, alguien joven no puede tener experiencia —Alcalde tiene 35 años, pero un amplio camino en la política—. ¿Hay algo de malo en que haya aparecido en un microbús durante un anuncio comercial? Fue coordinadora nacional de Jóvenes y Estudiantes de Morena. Es normal que haya participado en ese tipo de promocionales.

Si no hubiera sido eso, habrían encontrado otros atajos para demeritarla. Porque de todas formas le hubieran criticado que viene de estirpe política: es hija de Bertha Luján Uranga, expresidenta del Consejo Nacional de Morena y contralora general del gobierno de Ciudad de México (2000-2006). Su padre es Arturo Alcalde Justiniani, abogado, columnista de La Jornada y asesor sindical. Pero incluso esos parentescos pasaron desapercibidos tras su nombramientos porque lo más importante, lo que desveló a todos, fue criticar sus méritos, sus antecedentes y su individualidad.

De manera intencional se hizo un borrón de toda su carrera política y de su currículo académico. Mediante misoginia y clasismo pretendieron que una imagen en un microbús fuera mal vista. Y luego dicen que no, que son exageraciones, que todo el mundo se hace la víctima. Es ignorancia o mala intención. O las dos juntas. Si tanto hablan de política, si opinan todo el tiempo, deben saber quién es y qué ha hecho Alcalde. Por lo tanto, habría que tener un grado muy elevado de saña para omitir toda una trayectoria y centrarse en un anuncio comercial.

Y de nuevo la pregunta: ¿qué tiene de malo usar un microbús o aparecer en un anuncio en el que se usa un microbús? Ese era su trabajo. Al parecer alguien que viaja en transporte público, en cualquier etapa de su vida, no tiene derecho a ocupar un cargo público de alto perfil. Esa es la idea que transmitieron Chumel y tantos más. Quizá habría que estar en coma durante once años para sorprenderse por algo así, o vivir debajo de una roca. Y esa es la realidad de todas estas personas. Viven aplastados por una soberbia y bajeza que no les permiten entender que una funcionaria pública joven, que en política empezó desde el primer escalón, tenga hoy méritos para encabezar la Secretaría de Gobernación.

Y peor todavía, que crean que sus comentarios no son denigrantes, que están del lado correcto, cuando lo único que están haciendo es bajar una línea de mensaje en la que se establece que hay que pertenecer a una élite, actuar como una élite, y seguir los modos y costumbres de una élite para, entonces sí, pertenecer a lo más selecto de la clase política. Luisa María Alcalde deberá ser evaluada por su trabajo, decisiones y capacidades. Y ahí todas las críticas valdrán. Pero clasificar como 'pecado' su aparición en un microbús es un sinsentido que define a quien vocifera el insulto y no a quien lo recibe.

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