Luis Malagón, el portero del América que los salvó contra Chivas. Y pensar que era suplente

Luis Malagón obtuvo la oportunidad de su vida este torneo. No es un novato. Tiene 26 años y lleva ya siete años como profesional. Sin embargo, hasta ahora toda su carrera se desarrolló en clubes de poca presión: Monarcas Morelia y Necaxa. Para este torneo, el Clausura 2023, América se fijó en él como una segunda opción. Había que blindar a Óscar Jiménez, porque él iba a ser el sustituto de Guillermo Ochoa en el arco azulcrema. Se lo había ganado gracias a su rol de reemplazo confiable durante cinco años.

Pero la realidad fue inmediatamente cruel con Jiménez, que tardó dos meses en destruir lo que le había costado un lustro construir. Y ahí no hubo otra opción para Fernando Ortiz: voltear a ver a Malagón, el portero que había llegado para ser suplente. Muy rápido se comprobó que esa etiqueta inicial era un error. No estaba diseñado para ser banca y desde la jornada 11 del torneo actual se ha aferrado a la titularidad que no estaba planeada para él.

En diez partidos como titular ha recibido igual número de goles (parámetro normal en el futbol mexicano), cifras equiparables a las que dejó Guillermo Ochoa en su último torneo: 21 goles encajados en 20 compromisos (por otro lado, Jiménez había recibido 14 tantos en 10 partidos, varios de ellos con errores reprochables). Pero más allá de los números, la influencia de Malagón se hace notoria cuando se presentan los contextos más demandantes para los porteros: salvar partidos.

Lo hizo contra Rayados de Monterrey, mejor equipo del certamen regular (además de actuaciones sólidas contra León o Cruz Azul), y ahora lo ha confirmado en el momento crucial para el América: las Semifinales de Ida contra Chivas. La intensidad del Rebaño afloró desde los primeros minutos, con el sello que les ha impregnado Veljko Paunovic en tiempo récord. Sólo seis meses han bastado para que el Rebaño muestre una cara diferente a la que acostumbró durante mucho tiempo.

Donde había indolencia ahora hay ataques rápidos y bien organizados. Y picardía para provocar errores, como el que pudo significar el primer gol gracias a la presión de Víctor Guzmán, que cedió para Alexis Vega y, en un mano a mano, el delantero de Chivas vio su remate atajado por Malagón, astutamente ubicado delante de su área chica para acortar la distancia de disparo. A los quince minutos, los rojiblancos ya tenían dos llegadas francas. Porque volvió a aparecer Vega, con un remate machucado, solamente para encontrar otra vez con la sagacidad de Malagón.

Chivas lleva todo el torneo echando de menos a un centrodelantero que sepa coronar las ocasiones que generan. Ante ese déficit, Paunovic ha echado mano de Víctor Guzmán en esa zona del campo. El Pocho es un centrocampista que llega fácilmente al área, pero no es especialista y el Rebaño lo siente. Pese a ello, Guzmán encuentra remates regularmente, porque sabe hacerlo con naturalidad, y cuando Alan Mozo le centró un balón medido, supo que era su momento de brillar en el clásico. Pues no. Malagón sacó el sólido cabezazo de Guzmán y mantuvo el cero en el mejor momento de Chivas durante el partido.

Seguro en achiques y en el juego aéreo, Malagón permitió que se cumpliera un viejo adagio futbolístico: los goles que no haces te los harán. Y Chivas pagó muy cara su falta de contundencia contra un equipo que, justamente, se caracteriza por su efectividad para aprovechar oportunidades. Alejandro Zendejas, después de un asistencia letal de Diego Valdés, recortó a Jesús Orozco y sorprendió a Miguel Jiménez con un zurdazo a primer poste. La intensidad de Chivas no alcanzó para empatar una serie que deja con todo a favor al América para la vuelta, el domingo: ventaja en el marcador y cierre en el Azteca. Nada hubiera sido posible sin el portero que contrataron para ser banca.

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