Los hijos invisibles: China encuentra 14 millones de personas que no existían oficialmente

POR YULEINA BARREDO-. Parece casi imposible que cientos y cientos de habitantes convivan en un país y aparezcan oficialmente inexistentes. Pues esta es la insólita realidad de China, donde fueron encontradas 14 millones de personas “ilegales” que no estaban inscritas en el sistema de registro de hogares, conocido como hukou.

REUTERS/Kim Kyung-Hoon
REUTERS/Kim Kyung-Hoon

Esta cifra exorbitante de chinos fuera de la legalidad equivale al 1% de la población total del país, más de 1.370 millones o -dicho en otras palabras- a más del doble de los residentes en la ciudad de Nueva York.

¿La razón? Antiguamente, conforme a la ley de planificación familiar china, se exigía que las parejas residentes en áreas urbanas solo tuvieran un hijo. A partir de 2013, por decisión del Comité Central del Partido Comunista se le permitió aumentar la descendencia a los padres o madres que no tenían hermanos.

Muchas familias de bajos recursos no podían pagar las multas altísimas estipuladas por cada niño “extra” que venía al mundo, por lo que tampoco podían inscribirlo legalmente en el hukou. Muchos pequeños crecieron sin identidad, ni derecho a una vida normal.

El hukou ha sido un elemento distintivo en la vida de los ciudadanos chinos. Surgió como una iniciativa del Partido Comunista, en la década de 1950, para clasificar a las personas, según su lugar de nacimiento, en las categorías de urbanas (no agrícolas), rurales (agrícolas) y extranjeras.

En esta suerte de permiso de residencia interno se registra el número de miembros de la familia, sus nombres, la fecha de nacimiento, el estado civil, la dirección y el empleador, entre otros datos. Bajo este régimen, los migrantes tienen acceso limitado a la atención médica, la educación y otros beneficios sociales fuera de sus ciudades natales.

Estos niños se están criando con sus abuelos porque sus padres emigraron a las zonas urbanas para trabajar. (Kevin Frayer/Getty Images
Estos niños se están criando con sus abuelos porque sus padres emigraron a las zonas urbanas para trabajar. (Kevin Frayer/Getty Images

Este carácter restrictivo del hukou obligaba a los trabajadores de las zonas rurales a dejar atrás a sus hijos al trasladarse a las grandes urbes, para que pudieran asistir a la escuela. Se afirma que al menos 60 millones de niños han crecido sin la presencia de uno de los padres y unos 30 sin ambos a su alrededor.

Esta estipulación gubernamental, concebida para controlar la natalidad y la migración hacia las zonas citadinas, trajo como consecuencia otro fenómeno demográfico.

En un país con preferencia por el sexo masculino, principalmente en la áreas rurales, las niñas fueron relegadas a la clandestinidad lo que explica la existencia de 25 millones de mujeres ausentes de los censos poblacionales.

A finales de 2015, se puso fin a la política del hijo único autorizando a las parejas a tener dos para aliviar el envejecimiento de la población y estimular la economía.

Muchas personas comenzaron a inscribirse en el hukou. Sin embargo, todavía no tenían acceso al registro los descendientes de madres solteras, de inmigrantes ilegales y los segundos vástagos nacidos durante la política original.

Así fue como el Consejo de Estado decidió hacerlo más asequible dictaminando que era un derecho legal básico de todos los ciudadanos. China continúa dando pasos concretos pero cautelosos, en la reforma del hukou, aunque de acuerdo a los planes del gobierno, por el momento, sólo beneficia a ciertos migrantes.

Kevin Frayer/Getty Images
Kevin Frayer/Getty Images

El presidente Xi Jinping los llama “personas adecuadas” y se definen de acuerdo a su historial de empleo, nivel educativo y situación de vivienda. En las conocidas mega-ciudades como Shanghai y Beijing, los criterios de selección de estos migrantes urbanos “deseados” son más estrictos.

Conseguir el añorado pasaporte interno se hace más fácil en las ciudades medianas y pequeñas que desean mantener la mano de obra barata que ha alimentado al modelo chino por años.

En el país se respira la transición de la economía, de la manufactura a los servicios y la tecnología, pero la cúpula gobernante no desea perjudicar este proceso de cambio con un corte brusco en el flujo de trabajadores que se trasladan diariamente del campo a la ciudad.