Los elefantes evolucionan perdiendo sus colmillos para sobrevivir a los cazadores furtivos

Un grupo de elefantes del Parque Nacional de Gongorosa en Mozambique | imagen Elephant Voices
Un grupo de elefantes del Parque Nacional de Gongorosa en Mozambique | imagen Elephant Voices

Explicar la evolución, de una manera muy general, no resulta excesivamente difícil. La vida se reproduce y en la replicación de las características de una generación a otra, se producen pequeños cambios que originan sutiles diferencias entre los progenitores y su descendencia. Si esas diferencias son útiles para sobrevivir o reproducirse es probable que se mantengan y se trasladen a los descendientes de la próxima generación. De esta manera, esos pequeños cambios van consiguiendo, a lo largo del tiempo, que una especie también cambie.

Por otro lado, explicar las causas por las que esas diferencias resultan más o menos útiles puede resultar más complejo: condiciones climáticas, cambios en el medio, presión de otras especies… ahora también sabemos que el ser humano se ha convertido en un sorprendente factor de influencia (en la mayoría de las ocasiones negativo) en la biodiversidad, en las poblaciones e incluso, como en este caso, en sus características más representativas y, por tanto, en su conducta.

Un preocupante porcentaje de crías nacidas tras el conflicto armado no posee colmillos | imagen Elephant Voices
Un preocupante porcentaje de crías nacidas tras el conflicto armado no posee colmillos | imagen Elephant Voices

En 1977 se inició un terrible conflicto armado en Mozambique. Una guerra civil que duró más de 15 años y que se financió en buena parte con la caza y el tráfico ilegal de colmillos de elefante. Las consecuencias fueron terribles para el ser humano (casi un millón de muertos y cinco millones de desplazados) pero también desplegaron sus crueles efectos hasta la población de elefantes de extensos territorios como el Parque Nacional Gorongosa.

Las guerrillas encontraron una lucrativa manera de satisfacer sus gastos bélicos mediante la caza furtiva de elefantes y su preciado botín: sus colmillos. La carne de elefante alimentó en muchas ocasiones a las tropas combatientes, y una buena cantidad de dinero de las armas salió del marfil durante décadas.

La caza masiva de elefantes ha ido disminuyendo con el tiempo, pero aún hoy los furtivos siguen haciendo de las suyas en una población de elefantes que ha pasado de más de 4,000 ejemplares a menos de 300, en la actualidad.

Esta intensa actividad furtiva está teniendo además una consecuencia inesperada. Según un estudio realizado por la organización Elephant Voices, y analizado en la Revista National Geographic, indica que de las 200 hembras adultas que sobrevivieron a la guerra, más de la mitad (51%) no tienen colmillos. Estas hembras no eran el objetivo principal de los furtivos que preferían machos adultos con sus grandes trofeos de marfil.

Esta caza selectiva ha dado lugar a un hecho sin precedente. Algo más de la mitad de los ejemplares que sobrevivieron lo hicieron gracias a su carencia de colmillos, un elemento que hizo que los cazadores no tuvieran interés en estos elefantes. Ahora, y después de la guerra, el estudio descubre que el 32% de los elefantes nacidos después del conflicto no tienen colmillos.

En el Parque de Gongorosa el 32% de las crías nacidas tras la guerra no poseen colmillos. En otros países como Sudáfrica el porcentaje es aún mayor | imagen Elephant Voices
En el Parque de Gongorosa el 32% de las crías nacidas tras la guerra no poseen colmillos. En otros países como Sudáfrica el porcentaje es aún mayor | imagen Elephant Voices

Esta preocupante tendencia no solo se ha observado en Mozambique. Otros países con un importante historial de caza furtiva de marfil también están experimentando cambios similares entre las hembras supervivientes y su descendencia.

En Sudáfrica, el efecto ha sido particularmente extremo: el 98 por ciento de las 174 hembras contabilizadas en el Parque Nacional Addo Elephant no tenían colmillos a principios de la década de 2000.

El ser humano se ha convertido en un factor determinante no solo en la desaparición de numerosas especies sino también en sus características físicas y por tanto en sus hábitos de conducta. En ningún otro momento de la Historia habíamos afectado de manera tan intensa el medio ambiente que nos rodea y su biodiversidad.

Referencias y más información:

Proyecto Gongorosa Elephant Proyect, de Elephant Voices.

Dina Fine Maron “Under poaching pressure, elephants are evolving to lose their tusks” National Geographic