Los efectos cardíacos de las grasas saturadas dependen de la alimentación general

Por Andrew M. Seaman (Reuters Health) - Mientras los especialistas debaten cuáles son los efectos de las grasas saturadas, un estudio de Estados Unidos sugiere que su relación con la enfermedad cardíaca depende del resto de la alimentación. Reducir el consume de grasas saturadas redujo hasta un 25 por ciento el riesgo de padecer enfermedad cardíaca, a menos que las personas consumieran carbohidratos refinados, como el pan blanco o las pastas, para reemplazarlas. En ese caso, desaparecería el beneficio. "Las grasas saturadas parecen benignas cuando se las compara con los carbohidratos refinados, pero cuando se las compara con otro elemento, no son benignas", dijo Adela Hruby, de la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston y coautora del estudio. Las grasas saturadas aumentan el colesterol LDL o "malo" en sangre, lo que está asociado con la aparición de la enfermedad cardíaca. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda que las grasas saturadas no superen el 6 por ciento de la alimentación del día. Las Guías Alimentarias para los Estadounidenses del 2010 sugieren que las grasas saturadas no aporten más del 10 por ciento de las calorías diarias. Pero el equipo de Hruby publica en Journal of the American College of Cardiology que una revisión reciente no halló una relación entre las grasas saturadas y la enfermedad cardíaca. Los nuevos resultados surgen de 130.000 personas que respondieron encuestas alimentarias cada cuatro años en distintos estudios realizados entre 1980 y el 2010. Al inicio, los participantes no tenían diabetes, cáncer ni enfermedad cardíaca. En los 24-30 años de monitoreo, se detectaron 7.500 casos de coronariopatía. Los participantes que habían reemplazado el 5 por ciento de las calorías derivadas de las grasas saturadas con grasas poliinsaturadas, como la que aportan los pescados grasos y la linaza, lograron reducir un 25 por ciento el riesgo de padecer enfermedad cardíaca que los que no lo habían hecho. Y los que recurrieron a las grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva o maní o las nueces, para reemplazar el 5 por ciento de las calorías derivadas de las grasas saturadas pudieron reducir un 15 por ciento el riesgo cardíaco. Reemplazar ese 5 por ciento con la misma cantidad de granos integrales estuvo asociado con un 9 por ciento menos de riesgo de padecer enfermedad coronaria. Pero el equipo no halló diferencias al reemplazar los carbohidratos refinados con las grasas saturadas. El doctor Steven Nissen, jefe de Medicina Cardiovascular de la Clínica de Cleveland, y que no participó del estudio, consideró que no habría que tomar decisiones clínicas basadas en estos resultados. FUENTE: Journal of the American College of Cardiology, online 28 de septiembre del 2015.