Por qué en EEUU muy pocos padres quieren ponerles a sus hijas el nombre de Hillary

Elegir el nombre de la bebé que está por nacer es, sin duda, una decisión muy importante para mamás y papás, pues no solo será un factor definitivo en la vida de la pequeña (o del pequeño si es varón), sino porque en esa decisión se revela mucho de la historia, la personalidad y las ideas de los progenitores.

Hay nombres para todos los gustos y contextos, algunos estarían condenados, al menos por ahora, a pasar cierto olvido y otros estarían muy de moda. Uno que se encuentra actualmente devaluado es el de Hillary, y la estadística parece responsabilizar de ello a la familia Clinton, como comentó el portal Wonkblog de The Washington Post.

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La precandidata demócrata Hillary Clinton interactúa con un bebé en un evento de campaña en New Hampshire. (Reuters)

Tal parece que pocas personas en Estados Unidos han querido en años recientes (y desde al menos hace unas dos décadas) llamar Hillary a sus hijas, una devaluación que, si bien no es nueva, estaría tocando fondo justo cuando Hillary Clinton es la precandidata demócrata puntera y quien hasta ahora tiene más probabilidades de llegar a la presidencia de EEUU, y el nombre tendría una alta posibilidad de ser el primero de mujer en la lista de mandatarios estadounidenses.

Así, de acuerdo a Wonkblog, el nombre Hillary creció en popularidad desde mediados de la década de 1970 y llegó a un elevado pico justo cuando la esposa de Bill Clinton ingresó a la Casa Blanca como la Primera Dama.

Pero desde entonces la aceptación del nombre se ha desplomado dramáticamente. En 1992 unas 2,500 recién nacidas fueron llamadas Hillary en EEUU, según datos de la Administración del Seguro Social, pero esa cifra cayó al poco tiempo y desde 1993 o 1994 hasta ahora no pasan de 500 niñas al año.

Curiosamente, un ligero repunte en la popularidad del nombre comenzó a mediados de la década de 2000 y logró hacia 2008 sus mejores números desde mediados de la década de 1990, pero el impulso se frenó al poco tiempo (en paralelo a la derrota de Hillary Clinton ante Barack Obama en la elección primaria demócrata de ese año) y desde entonces se mantiene en niveles bajos, de pocos cientos de niñas al año. Ni la ventaja en las encuestas de Clinton en este nuevo proceso de elección ha mejorado ese renombre.

Los nombres de presidentes o primeras damas recientes no parecen tener mucha suerte en la competencia de cómo llamar a las niñas y niños que nacen actualmente en EEUU.

Por ejemplo, Wonkblog compiló datos y señaló que Ronald, George, William (los nombres de Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo) han tenido un declive considerable desde 1970 hasta ahora.

Reagan y Clinton, incluso, gobernaron en tiempos en los que la popularidad del nombre Ronald y William caía en general, aunque a William no le ha ido del todo mal en años recientes. El nombre George, en cambio, moderó un poco su devaluación durante el mandato de Bush padre, pero no durante el de Bush hijo si bien, curiosamente, de 2012 a la fecha, durante el segundo mandato de Obama, su aceptación ha crecido un poco, quizá por los nostálgicos de los tiempos del presidente W.

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Hillary y William Clinton, en New Hampshire. Sus nombres han perdido popularidad al bautizar bebés, pero al de él le ha ido mejor que al de ella. (AP)

El nombre Barack, en cambio, prácticamente inusual en el país antes de 2008, tuvo un cierto esplendor en el bautizo de bebés al principio del mandato de Obama, pero ha perdido mucho fuelle desde entonces, si bien nunca ha sido usado de modo masivo.

Sea como sea, la política no sería el mejor tónico para nombrar bebés.

Algo similar ha pasado con las últimas primeras damas. El uso de Nancy, Barbara, Laura y Michelle ha venido en decadencia desde la década de 1970, aunque el de Nancy tuvo una fugaz mejoría durante los gobiernos de Reagan (su esposo) y Bush Sr. Pero los gobiernos de Bush padre y Bush hijo no ayudaron a la popularidad de Barbara y Laura (nombres de las esposas de los respectivos presidentes Bush Sr. y Jr.) ni el de Obama ha frenado el desuso de Michelle.

Uno puede preguntarse si el olvido en el que esos nombres poco a poco van cayendo tiene que ver con la personalidad o las acciones de las prominentes personas que lo han llevado en años recientes, y es probable, como indica Wonkblog, que ese sea parcialmente el caso del nombre Hillary. Sobre todo, diría uno, entre los papás de orientación republicana.

Pero, en contrapartida, habría otro oleaje más poderoso que ha dejado atrás los nombres de Nancy, Barbara, Hillary, Laura y Michelle en el listado de popularidad de los bautizos y las actas de nacimiento. Por ejemplo, en 2014 los nombres más populares entre los bebés nacidos en ese año (de acuerdo al Seguro Social) fueron Noah y Emma, y Noah lo fue también en 2013. ¿Será que los estadounidenses están a la espera, o ya navegando, en una suerte de diluvio existencial o en una trama de atribulado romance juvenil?

Y bueno, el nombre Jacob fue el más popular de 1999 a 2012 y Emily lo fue entre 1996 y 2007, ambos con fuertes resonancias bíblicas y novelescas, respectivamente.

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El uso del nombre Michelle para bebés baja desde hace años, y aunque hubo más Baracks que nunca en 2008-2009, su éxito se ha frenado. (Yahoo Style)

Pero no todo lo asociado a un Clinton va en declive. Además de que Hillary sigue en primer lugar a escala nacional entre los demócratas, William por ejemplo fue el nombre #1 en Alabama para recién nacidos en 2014, el #5 a escala nacional en 2009, 2010, 2012, 2013 y 2014 y el #10 en popularidad durante la década del 2000.

Además, desde 2015 las cosas estarían cambiando, al menos desde el punto de vista del portal Baby Center, pues Sophia y Jackson fueron la elección #1 de los padres de bebés de ese año y es dudoso que esa popularidad tenga que ver, por ejemplo, con la lejanía de Sophia, esposa del muy poco conocido vicepresidente George Dallas (en el periodo 1845-1849 en el que el mandatario fue James Polk y Estados Unidos invadió México) o, menos aún, con el presidente Jackson (que en realidad ése era su apellido pues su nombre era Andrew), que gobernó incluso bastante antes de que aquella Sophia fuera la ‘Segunda Dama’ estadounidense.

Quizá haya que voltear a ver ‘Sofia The First’, de Disney, o más allá para encontrar esas respuestas. Y, bueno, pase lo que pase en las elecciones de noviembre, es de esperar que las mamás y papás de entonces sean considerados y se abstengan al máximo de bautizar a sus hijas Donaldas, Bernardas, Marcas o Eduardas. No por la inclinación política de algunos candidatos de apelativo similar, sino porque, con el perdón de quienes así se llamen, esos nombres no figuran entre los más gustados y populares del momento.