Lo que hallamos adentro de la histórica toma de la UNAM liderada por mujeres
La máscara de Guy Fawkes cubre el rostro del busto de Dante Alighieri en la entrada de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM. En otra parte del corredor al inicio de la escuela se lee “Remember the 5th of november”, un mensaje escrito con pintura roja -no aerosol porque las letras están perfectamente alineadas- y al lado una “V” pintada dentro del símbolo de Venus.
Lo que solía ser una cortina de un salón es ahora un telón gris opaco que cubre la reja de la FFyL e impide ver cómo luce. Es 10 de diciembre de 2019 y esa reja y cortina se abren y dejan entrever a las estudiantes que permiten la entrada a muy pocas personas en estos días. “Los medios solo han grabado esto”, dice Alex* con una voz tenue y amable que advierte no tomar imágenes más allá del jardín de la Facultad.
No todo son las pintas de las que se quejaron decenas de medios nacionales tras la protesta del 25 de octubre, uno de los eventos que detonó el paro, hay también un tendedero con fotos de hombres. En las fotos se les clasifica según sus acciones: por acosador, violador o misógino. Hay rostros de estudiantes hombres con la leyenda “Se busca” y algunos son profesores y trabajadores de la biblioteca de la máxima casa de estudios de México.
Los pupitres están fuera de las aulas y fungen como mesas de reunión. Las estudiantes toman otro tipo de clases al resistir los días de invierno en los que ni la luz del sol a su hora produce suficiente calor. En la entrada hay un colchón y una jarra que calienta agua, así como algunos paquetes de galletas. Basta alzar la cabeza y voltear a la izquierda para ver cómo por fuera se impone el muro de roca que hizo el arquitecto Juan O’ Gorman en la Biblioteca Central. En el edificio se distinguen las formas de caracoles y círculos inspirados en los “chalchihuites” en los niveles donde se encuentran las áreas administrativas,, así como las serpientes a los lados de símbolos prehispánicos que significan fuego y agua y en cuyo nivel se encuentra el área de servicios. Así lo diseñó O’Gorman.
Al dejar atrás el mural, continuamos para entrar a la facultad en donde reina la quietud y la incomparable tranquilidad que les da a las estudiantes que pasan sus noches aquí al saber que no vivirán acoso sexual o alguna violencia machista mientras las instalaciones estén bajo su resguardo. Una calma que duró muy poco antes de que reportaran actividades inusuales fuera de la facultad durante en los siguientes días.
Un hombre que en estado de ebriedad intentó entrar a la facultad el 24 de diciembre. Gritos e insultos que decían “que viva el patriarcado” y hombres que intentan tomar fotos de la entrada de la facultad.
En la planta baja donde está todavía una ofrenda por el Día de Muertos, hay un mural grande que dice “Te buscamos” y el rostro pintado de Mariela Vanessa Díaz, una estudiante de 21 años de edad de Letras Hispánicas que desapareció un viernes 27 de abril de 2018. Debajo, en el piso, hay mensajes en graffitti sobre cómo les aterra más a todos la sangre de la menstruación, que los feminicidios.
Los pasillos son una cámara de eco en armonía como si fuera un hospital abandonado. Los únicos sonidos por el momento son nuestros pasos y los mensajes estridentes en las paredes le dan color al edificio blanco y gris. Que predomine el silencio, no significa que no haya voces por doquier.
Las mujeres organizadas de la FFyL están alertas y mantienen medidas de seguridad como encapucharse o no salir en fotografías de los medios. Cuando encontramos un salón que aun tiene una lección anotada en el pizarrón blanco, nos adentramos y tomamos algunos pupitres para hacer la entrevista. Tres estudiantes de muchas más que integran el colectivo de Mujeres Organizadas de la FFyL son las que platican sus experiencias aquí y nos piden también distorsionar sus voces porque temen represalias en su contra en caso de ser identificadas.
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El lunes 4 de noviembre de 2019 la facultad amaneció sin clases ni paso a sus instalaciones, por ello recuerdan el día después, en el que también se celebra la noche de Guy Fawkes en Reino Unido, un enemigo público que intentó explotar el parlamento inglés hace 400 años y fue resucitado en fama por el cómic V for Vendetta de Alan Moore.
En las huelgas registradas en la UNAM desde 1968, la Huelga General de 1999 o el movimiento estudiantil de 2012, #YoSoy132 no se reportó una presencia feminista que protagonizara como esta vez, aunque había mujeres participantes. Es la primera vez que un grupo feminista y separatista -sin hombres- toma, por el mayor tiempo registrado, las instalaciones de la facultad que le rinde pleitesía a Alighieri con una estatua al lado de una pinta que dice “UNAM Feminicida”.
Desde 2016 al 31 de octubre del 2019 se reportaron mil 104 quejas por casos de violencia de género dentro de la UNAM y de ellas, 991 son contra agresores hombres, de acuerdo con la Unidad para la Atención y Seguimiento de Denuncias (UNAD) de la universidad. Del total de denuncias hay 862 procedimientos de sanción iniciados, 553 resueltos y 528 sancionados. Según la UNAD también se destituyeron a 29 trabajadores administrativos en ese periodo.
El presidente del Tribunal de la UNAM, Eduardo López Betancourt comentó en su perfil de Facebook que al año hay por lo menos 2 mil 500 casos de acoso sexual por parte de docentes y trabajadores administrativos, pero que no se registran ni los sancionan porque los agresores pertenecen al Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM
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La violencia que se vive en la UNAM es tan sólo una muestra de la violencia que viven las mujeres todo el tiempo, coinciden las estudiantes en entrevista. Desde que las alumnas salen de sus casas ya están en alerta permanente por temor a ser acosadas o agredidas sexualmente en el transporte público camino a la escuela. Aunque ellas particularmente no han sido víctimas de acoso por parte de alumnos o profesores, explican que muchas veces los docentes son machistas al impartir sus clases y omitir lecciones sobre mujeres en la historia.
“Que las mismas personas que hayan luchado en cualquier otro movimiento de la universidad no ubiquen la urgencia de esta lucha, es que no alcanzan a entender lo que es la lucha por la dignidad humana”, dice en entrevista Karen.
Las alumnas tienen que cambiar algunos hábitos en su cotidianidad para ir a la UNAM pensando que así podrán evitar ser víctimas de alguna agresión machista. Por ejemplo, las que pueden, eligen horarios de clases en la mañana y no por la tarde o noche para no trasladarse durante a esas horas en transporte público. Cambian su forma de vestir, sus trayectos de camino a casa desde la facultad y, cuando se hacen prácticas de campo, evitan estar en equipos integrados por hombres
“Los hombres que nos agreden lo pueden hacer impunemente. Si violan a alguien no les va a pasar nada porque los reglamentos de la UNAM se contradicen y no hacen nada por arreglarlo. A los alumnos no los dan de baja y la idea de arreglar la denuncia es cambiarlos de salón o suspenderlo una semana, cuando se le arruinó la vida a una mujer que no pidió esa violencia”, dice Ana, otra estudiante de la FFyL.
FES Iztacala en la penumbra
Lo mismo ocurre en la Facultad de Estudios Superiores (FES) de Iztacala, Estado de México, una extensión de la UNAM que además no contaba con el mismo protocolo de género de Ciudad Universitaria hasta antes de las protestas. El único protocolo con el que contaban era uno general contra la violencia sin remarcar la parte de género, es decir la que contempla que a las mujeres las violentan solo por ese hecho. Sin embargo, las estudiantes de esa facultad se organizaban para ofrecer su propio protocolo de denuncias y autocuidado entre ellas mismas y así formaron el Colectivo Feminista Nushu.
Las alumnas de la carrera de biología de la FES Iztacala se comunicaron entre ellas los casos de acoso y agresiones sexuales que vivían por parte de docentes y alumnos. Encontraron que estas agresiones sucedían con mayor frecuencia en esa licenciatura porque realizan más prácticas de campo que otras carreras. A principios de 2019 las alumnas hicieron un tendedero con denuncias públicas, ya que la administración de la FES ignoraba las quejas de las estudiantes o las minimizaba.
Cuando las denuncias procedían, el protocolo de violencia institucional estipulaba que las denunciantes llegaran a acuerdos de frente con los agresores y las sanciones también consistían en suspender a los agresores durante un semestre, pedirles que no ingresaran al plantel o cambiar a las denunciantes de salón. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en el artículo 52 señala que las víctimas de cualquier tipo de violencia tendrán el derecho de ser tratadas con respeto a su integridad, a recibir información médica y psicológica, pero solo se contempla no obligar a participar en mecanismos de conciliación con su agresor a las mujeres víctimas de violencia familiar.
“Los funcionarios ignoran los casos de abusos por parte de compañeros y piden (a las víctimas) que mejor intenten olvidarlo o perdonarlos. En un caso de violación, la víctima tuvo que ir a denunciar a Ciudad Universitaria con un abogado, pero las víctimas a veces hasta dejan la escuela o sus estudios”, dice Carolina del Colectivo Nushu en la Fes Iztacala.
Carolina denuncia que los medios ignoraron las asambleas de la FES Iztacala y sus protestas porque eran simultáneas a las marchas de Ciudad Universitaria, que llamaron más la atención porque había graffittis y daños en los vidrios de la biblioteca de la UNAM. En general nunca reciben la atención adecuada por parte de los medios o los administrativos de Ciudad Universitaria porque son parte de la periferia de la Ciudad de México.
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Después de una semana de la reelección de Enrique Graue como rector de la universidad el 19 de noviembre, la UNAM dio a conocer que implementará ocho unidades para la atención y seguimiento de denuncias en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), la Dirección General del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y en la de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP y en las FES de Cuautitlán, Zaragoza, Acatlán y Aragón.
La toma de la FFyL también fue respaldada por académicas y profesoras de esa facultad que enviaron una carta a Graue en la que 300 firmantes piden implementar un organismo independiente que investigue y resuelva las denuncias por acoso y violencia de género. En la carta también exigen que el artículo 95 de la Ley Universitaria considere como grave a la violencia de género y discriminación.
Otra petición de las alumnas de la FFyL es que Enrique Graue modifique el Punto 1 de su plan de trabajo para 2020 en el que habla sobre los “valores universitarios” y que no queda claro, pues propone: ”Diseñar mecanismos que eviten, en redes sociales, que en los supuestos casos de violencia de género se victimice inadecuadamente a personas sobre las cuales no pesa investigación o denuncia alguna y emprender una campaña contra la difamación.”
Al respecto las alumnas explican que, ante los ineficientes protocolos de denuncia, las mujeres buscaron otros medios como las redes sociales y el Hashtag #MeToo en Twitter en 2019 para hacer públicos sus casos. “Tales denuncias no forman parte de una campaña de difamación, buscan nombrar violencias (...) todas las denuncias son legítimas por lo tanto exigimos que sean respetadas y atendidas”, compartieron las Mujeres organizadas de la FFyL en su pliego petitorio.
En cuanto a las protestas en la UNAM, la universidad sí ha hecho avances y se presentaron denuncias contra las personas que, de acuerdo con un comunicado, “hayan incurrido en el vandalismo, destrozo y saqueos en las instalaciones” el 14 de noviembre de 2019. Por otro lado, reiteran que se mantienen los diálogos con las estudiantes de la FFyL para que entreguen el edificio. Sin embargo, la máxima casa de estudios se ha referido a las estudiantes encapuchadas como “provocadoras profesionales”, por lo que las mujeres organizadas de la FFyL no se sienten en confianza para dialogar con las autoridades.
“Las demandas son muy claras, o sea no hay trucos. No hay por qué negociar, no es un secuestro. Tienen que cumplir nuestras demandas y que nosotras estemos seguras. Que no lo estén haciendo y que esto se esté alargando es culpa de ellos, no de nosotras”, aclara Alex.
El 5 de enero, las paristas reportaron que alguien lanzó un petardo hacia la facultad sin que las autoridades de seguridad respondieran e incluso las revictimizaron. Asimismo, la promesa de la UNAM de que habría patrullaje de elementos mujeres no se cumplió y en ocasiones eran hombres o mujeres, pero en general hubo vacíos en las guardias nocturnas.
Las estudiantes están conscientes de que falta mucho para que las reuniones que tienen con el director de la FFyL, Jorge Enrique Linares Salgado, se den con un piso parejo y sin desventajas para ellas. Las alumnas feministas insisten en que regresar a clases sin ningún cambio, “es regresar a estar todos los días en clases con el riesgo de que cualquiera te pueda agredir y no pase nada”.
“Regresar así sería como si no hubiéramos hecho nada. Como si la toma jamás hubiera existido y hubieran sido unas vacaciones. Esto lo estamos haciendo para que, cuando regresemos a la escuela, ya no tengamos que estudiar con el agresor o con el profesor acosador”, concluye Alex.