Lo que encontró una mujer en la Expo Sexo de la Ciudad de México

Por Ivon Alvarez

Si tuviera que ponerle un adjetivo a las masas que asiste a la Expo Sexo Ciudad de México las llamaría voyeurista: la gente navega por el lugar como cuando está en busca de una buena computadora observando meticulosamente pero sin mucha emoción; tal vez esconden el entusiasmo y las fantasías.

Los hombres como zombies

Para empezar, superan por mucho a las mujeres que asisten, casi todas con pareja, por cierto, tal vez 70 contra un 30 por ciento. En este punto es bueno desmenuzarlos; jovencitos que asisten en grupo para intentar probar su hombría con la vedette de algún stand y robarle un abrazo, lo más cautelosos, besos y toqueteos los más hábiles.

También deambula el clásico nerd del porno, aquellos que leen desde sus primeros brotes de acné manga y anime especializada. Muchos absortos ante el body Paint de la chica del diario Metro (famosos por llevar en sus interiores páginas de mujeres semidesnudas) la cual parecía menor de edad a pesar de que llevaba como único atuendo dos coletas largas y dos parches que le tapaban los pezones.

Otros que lucen como turistas japoneses, tomando fotos a todo, pero de lejos y extraviados, vaya, como si estuvieran concretando un estudio sociológico sobre el comportamiento masculino ante la carne expuesta de las modelos.

Y no podía fallar el clásico libidinoso con lente oscuro y su diario doblado en la bolsa trasera del pantalón. Ellos son los que se acercan con una mirada feroz a las chicas, pero increíblemente no alcanzan a disfrutar sus sueños más candentes aun teniéndoles enfrente. Simplemente parecen incapaces de tocar a lo que ellos llamarían “mujerones”.

Y hablando de mujerones, son pocas las que asisten, no obstante, ellas sí se suben con los modelos, los abrazan, los tocan, juegan y hasta cachondean con ellos. Y esto es observado de cerca por multitudes de machos que intentan no mover de un lado al otro la cabeza.

Muchos dildos y pocas ventas

La verdad es que la gente va a socializar y ver cosas “exóticas” ya sea con su pareja o solos, van con la mente abierta pero con la cartera cerrada, en estos lugares podría pensarse que la gente de va abastecer de geles, ropa interior comestible, los nuevo aparatos para dar placer y hasta muebles hechos a la medida para acrobacias sexuales, pero no, las tiendas lucían solas y hasta algo tristes, donde realmente la gente se congregaba eran en los espacios con modelos semidesnudas simulando actos sexuales entre ellas. Pero de venta, casi nada.

Podríamos decir que todo es una sana diversión. Una cosa encantadora es que la gente va con disfraces como cuando va a ver Star Wars y se llevan su espada laser, acá se enfundan en sus trajes de sádicos, de masoquistas, de bailarina exótica y hasta de sacerdotes.

Encontramos stads de todo tipo; desde La burra rosa y el burro azul, donde supuestamente vendían ya el viagra femenino además de la ya conocida pastilla azul. También ropa de superhéroes con ajustes para las aventuras sexuales, así como la bonita tanga de los equipos de futbol mexicano a solo 10 pesitos y, por supuesto, espacios para hablar del erotismo y celebrar la diversidad, además de la PGJDF, por cualquier cosa.

Una comunidad creciente

Pero para sorpresa de muchos el lugar más concurrido es un área swinger, cerrada estratégicamente para proteger la identidad de los implicados. Es un espacio donde las parejas se registran, conocen a otras e intercambian datos y, algunos incluso experiencias. Gente de todas las edades se concentraban ahí.

Las mujeres participan más en este juego lúdico de subirse a un escenario con un profesional, ya sea actor porno o modelo, pero pocos espacios para que ellas disfrutaran, no parece nada democrático.

A excepción de la zona swinger y VIP, donde no se nos permitió entrar, la expo puede parecer bastante fresa, light y hasta descafeinada o simplemente nos gusta solo mirar.

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