“No se llamaba Iván, se llamaba Alana”, dijeron los padres de las gemelas de Sallent en un comunicado

Las hermanas argentinos saltaron al vacío desde un tercer piso de un edificio en Sallent, Barcelona
Las hermanas argentinos saltaron al vacío desde un tercer piso de un edificio en Sallent, Barcelona - Créditos: @Captura

BARCELONA.– Diez días después de la tragedia, Maia y Lucas, los padres de las gemelas argentinas de la localidad catalana de Sallent que se precipitaron al vacío en una tentativa de suicidio, han decidido romper su silencio a través de una nota que su abogado ha hecho llegar a La Vanguardia, un histórico diario barcelonés. En el escrito, tienen palabras de agradecimiento a las personas que han ayudado a la familia, y también una petición que parece más bien un grito lleno de sufrimiento. “NO SE LLAMABA IVÁN, SE LLAMABA ALANA”, así, en mayúsculas, termina la nota.

Tras conocerse a través de varios testimonios que Alana, la gemela que murió de forma instantánea a causa de su caída desde el balcón de la residencia familiar, había decidido cambiar de género y había pedido a varias de sus amigas que la llamaran Iván, varios medios de comunicación decidieron así llamarla en sus crónicas y usar el pronombre masculino. Entre ellos, la propia La Vanguardia. El periódico recordaba ayer que, en el funeral celebrado el pasado fin de semana, los propios padres quisieron que ambos nombres, Alana e Iván, figuraran en el recordatorio que se entregó a los asistentes a la misa, como un gesto de respeto a la voluntad de la difunta.

Los abuelos de las menores, de 12 años, Judit y Gustavo, han explicado a los medios que la familia desconocía la voluntad de Alana de transitar de género. Según La Vanguardia, Alana habría informado a sus compañeras de clase de esta decisión tres semanas antes de poner fin a su vida, una medida drástica en la que su hermana Leila la quiso acompañar por solidaridad. Leila sí sobrevivió a la caída, pero sufrió heridas de gravedad, por lo que se halla en la unidad de cuidados intensivos, en espera de ser sometida a una nueva operación. Su condición es estable y los médicos no temen por su vida.

Gustavo y Fernanda, abuelos de las gemelas que se arrojaron de un balcón en Sallent, España
Gustavo Lima, el abuelo de las gemelas que viajó días atrás de Mar del Plata a Barcelona - Créditos: @Mauro V. Rizzi

En el comunicado remitido a La Vanguardia, los progenitores de las gemelas informan de que, por respeto “a la intimidad y la memoria” de sus hijas, y para no entorpecer la investigación judicial y policial, “no harán por el momento declaraciones”, y si lo hacen será a través de comunicados que librarán a su abogado. “En el momento que se decida hacer alguna declaración se llevará a cabo mediante nota de prensa expresada a través del medio que la familia considere conveniente”, aclararon.

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Los Mossos d’Esquadra, la policía autónoma catalana, entregó su primer informe a una jueza de instrucción en la que certifican que existió bullying o acoso escolar, pero consideran que la tentativa de suicidio se debió a un cúmulo de factores. Algunos de los compañeros de clase se mofaban de la niña transgénero y le llamaban “Ivana” o “marimacho”.

Aunque Lucas y Maia agradecen a los medios de comunicación que se hayan hecho eco de la noticia, lamentan que algunas de las informaciones publicadas fueran “poco veraces, infundadas o contradictorias”, lo que ha generado aún un mayor dolor a la familia. De hecho, llegan a hablar de la creación de “un circo mediático”. Además, también piden que su desgracia no lleve al “abanderamiento político de ningún color”.

Repercusión en la Argentina

Días atrás, publicado por la vocera de la Casa Rosada, Gabriela Cerruti, circuló un posteo en redes sociales en el que hacía directa mención al caso con un mensaje que contradice la postura de los padres: “Se llamaba Iván”, dijo y lo replicaron otras dirigentes de distintos países que se refirieron de la misma manera en el mismo video.

Lo que ha trascendido hasta el momento, incluso de fuentes de la propia familia de las niñas, es que tanto Alana como Leila dejaron sendas cartas en su habitación. La primera habría dejado, de puño y letra, la explicación de la decisión que tomaban. Y recién allí habría comentado por primera vez a sus padres su búsqueda de cambio de género y los problemas que le había traído en el ámbito escolar.

Tanto la justicia de Manresa, que atiende esta causa, como la fuerza de seguridad catalana están en plena investigación no solo de las causales de lo que se cree que fue una decisión suicida –uno consumado, otro en tentativa– sino del ambiente escolar que rodeaba a ambas menores.

Hasta el momento se desconocen medidas relevantes en el marco de la causa y sí algunas opiniones que afirmarían un clima de maltrato escolar en ese ámbito educativo. Incluso con castigos para ambas menores por quejarse de las bromas o algo más que les hacían sus compañeros.

El caso de las hermanas de Sallent ha abierto un debate sobre la cuestión del acoso escolar en la sociedad española, pero ha abierto también algunas polémicas políticas. El pasado viernes, la ministra de Igualdad, Irene Montero, inauguró el Encuentro Internacional Feminista proclamando: “Se llamaba Iván. Y que nadie tenga que sufrir por ser quién es”, un gesto que fue criticado por algunos al considerar que estaba politizando la tragedia. Asimismo, desde el nacionalismo español se utilizó el caso para atacar al catalanismo.

Uno de los asuntos más polémicos gira en torno a las medidas adoptadas por el centro escolar al que acudían las gemelas, el Institut Llobregat. Desde el entorno familiar, se ha acusado a la dirección del centro de no tomar medidas a pesar de las quejas constantes de la familia. Los responsables del colegio no han hecho declaraciones públicas, pero explicaron al diario local ARA que sí eran conscientes de la existencia de un problema de acoso, pero que no consideraban que fuera “sistemático y constante”.

Entre las acciones que adoptaron figuró el juntar a las dos gemelas en la misma clase, hablar con los padres de los acosadores, y el aislar a Alana en una sala de profesores después de una situación conflictiva para poner fin a las provocaciones y para que ella se relajara. Los expertos que han aparecido durante los últimos días en los medios se han mostrado críticos con esta última actuación porque, al separarla del grupo, puede parecer que culpabiliza a la víctima y no al agresor. Después de la pandemia, los problemas de salud mental de los adolescentes se han disparado, y en muchos casos una razón importante es el bullying.

Con la colaboración de Darío Palavecino