Liz Cheney perdió su banca en el Congreso por criticar a Trump y evalúa enfrentarlo en 2024

La representante estadounidense Liz Cheney habla con sus partidarios en un evento de la noche electoral durante las elecciones primarias de Wyoming en Mead Ranch en Jackson, Wyoming
La representante estadounidense Liz Cheney habla con sus partidarios en un evento de la noche electoral durante las elecciones primarias de Wyoming en Mead Ranch en Jackson, Wyoming - Créditos: @PATRICK T. FALLON

WASHINGTON.- Liz Cheney, heredera de una marca política de Estados Unidos con historial controvertido y figura estelar del establishment del Partido Republicano, sufrió el martes la derrota más dura de su carrera al perder por paliza una primaria en Wyoming. Cheney deberá dejar su banca en la Cámara de Representantes del Congreso, que ganó hace dos años, por tercera vez, con casi el 70% de los votos luego de arrasar en la interna partidaria. La razón de su debacle: su férrea oposición a Donald Trump, amo y señor de los republicanos.

Al atardecer, con las montañas de Wyoming, fardos de pasto seco y cuatro banderas de Estados Unidos de telón de fondo, Cheney aceptó su derrota en paz, doblegada, pero incólume, y dejó en claro por enésima vez a qué se abocará de ahora en más: impedir que Trump regrese a la Casa Blanca. Con esa idea fija en la mente, Cheney no descartó competir por la presidencia en 2024.

“Hace dos años, gané esta primaria con el 73% de los votos. Fácilmente podría haber hecho lo mismo otra vez. El camino estaba claro. Pero habría requerido que aceptara la mentira del presidente Trump sobre las elecciones de 2020. Habría requerido que permitiera sus esfuerzos continuos para desmantelar nuestro sistema democrático y atacar los cimientos de nuestra república”, dijo Cheney en su pulido discurso de concesión. “Ese era un camino que no podía ni quería tomar”, justificó.

Y sin el respaldo de Trump, devenido en su némesis, Cheney consiguió apenas el 30% de los votos en la interna partidaria en un estado férreamente republicano. Su rival, Harriet Hageman, una figura desconocida, obtuvo el 69% de la votación gracias al apoyo del magnate, decidido a enterrar la carrera política de la hija de Dick Cheney, el poderoso vicepresidente de George W. Bush.

Un día después de su derrota, en una entrevista con la cadena NBC, una Cheney desafiante dejó abierta la posibilidad a competir contra Trump por la presidencia en 2024. “Es algo que estoy pensando y tomaré una decisión en los próximos meses”, afirmó.

La durísima derrota de Cheney volvió a dejar en claro el férreo dominio de Trump del Partido Republicano, y su enorme –e intacta, pese a todo– capacidad para impulsar o hundir carreras políticas, incluso de figuras reconocidas como la propia Cheney, quien llegó a ocupar el tercer cargo de mayor rango en la bancada republicana en la Cámara baja antes de su caída en desgracia. Todo cambió con el ataque al Capitolio y la “Gran Mentira” de Trump sobre la elección de 2020. Cheney fue la principal figura entre los republicanos –y una de las pocas– que marcó un límite y desplegó una extensa campaña en contra del magnate.

Liz Cheney da un discurso de concesión a sus partidarios durante un evento nocturno de las primarias el 16 de agosto de 2022 en Jackson, Wyoming
Liz Cheney da un discurso de concesión a sus partidarios durante un evento nocturno de las primarias el 16 de agosto de 2022 en Jackson, Wyoming - Créditos: @ALEX WONG

Mientras el partido callaba o se alineaba con Trump, Cheney decidió enfrentarlo en pos de preservar la democracia y preservar la integridad del sistema electoral. La legisladora fue una de los diez congresistas republicanos que votaron a favor del impeachment a Trump por su papel en el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. De ese grupo, cuatro se retiraron, cuatro fueron derrotados en sus primarias, y sólo dos siguen en carrera para retener sus bancas.

La incesante campaña que desplegó Cheney en contra de Trump la convirtió en en el principal blanco del magnate, que desplegó todo su poderío político para desbancarla. La batalla ya le había costado a Cheney su puesto en la jerarquía republicana en el Congreso. Los republicanos de la Cámara baja la expulsaron de la cúpula el año pasado después cuando se negó a dejar de criticar a Trump. Este año, Cheney tuvo un papel estelar en el comité del Congreso que investigaba el ataque del 6 de enero y la conducta de Trump y sus asesores y funcionarios.

La salida de Cheney del Congreso es también un reflejo de la enorme transformación que ha sufrido el Partido Republicano en los últimos años, que se aceleró con el meteórico ascenso de Trump. Cheney era una republicana tradicional, integrante de una estirpe política vinculada a la dinastía de los Bush que supo tener una enorme influencia en Washington. Su caída subraya el enorme culto a Trump que domina a la actual oposición.

Hacia 2024

Lejos de amedrentarse por su caída, Cheney reiteró una promesa que ya ha hecho en reiteradas ocasiones: que hará “lo que haga falta” para impedir el retorno de Trump al Salón Oval de la Casa Blanca. Su discurso, en el que convocó al país a defender la democracia, tuvo un tono de épica histórica.

“El gran y original campeón de nuestro partido, Abraham Lincoln, fue derrotado en las elecciones para el Senado y la Cámara antes de ganar la elección más importante de todas. Lincoln finalmente prevaleció, salvó nuestra unión y definió nuestra obligación como estadounidenses para toda la historia”, dijo.

Aunque sus posibilidades son casi inexistentes para conseguir la candidatura presidencial del Partido Republicano, Cheney puede llegar a sacudir el tablero político si decide competir como candidata independiente. Una eventual candidatura por fuera de los dos partidos tradicionales podría morderle votos al candidato republicano –eventualmente, Trump– y favorecer a los demócratas. Cheney no aclaró si competirá en la primaria presidencial republicana o lo hará como independiente. Trump y el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, son los dos favoritos para la interna, según las encuestas.

Cualquiera sea su decisión, algo es seguro: la derrota de Cheney parece ser más un punto aparte que un punto final.

“Esta elección primaria ha terminado. Pero ahora comienza el verdadero trabajo”, prometió.