Lionel Scaloni, enfocado en “provocar” a los jugadores de la selección argentina
Resopla, llega como apurado, con determinación y se sienta a mirar la escena. Toma el centro, está cómodo, hace gestos de complicidad cuando detecta algún conocido, pero no suelta una sonrisa si no lo siente necesario. Lionel Scaloni tiene el control de todo. Sabe exactamente qué decir, es cauteloso, maneja los climas, pone la seriedad necesaria cuando comprende que el interrogante lo amerita, suelta su costado más ocurrente en el momento que el abordaje se lo permite y siembra el mensaje que pretende para que todos se mantengan alerta. Apura un trago de agua -siempre parece necesitarlo- y suelta pequeñas señales para comprender que su tarea es integral, que no sólo se ocupa del ahora, sino que necesita que nada lo sorprenda. Por eso insiste con la idea de “dejar la Copa del Mundo en la mesita de luz”, que necesita que “los jugadores se enojen” y desparrama un saludable escenario de inestabilidad para aquellos que entienden que haber ganado en Qatar les ofrece garantías dentro del plantel de la selección argentina.
No quiere hablar de la Copa América del año próximo, que se disputará en los Estados Unidos, ni mucho menos del Mundial de 2026. Sólo tiene en su horizonte las eliminatorias, el partido con Ecuador, este jueves, a las 21, en el Monumental, y el segundo paso ante Bolivia, el martes, a las 17, en los 3600 metros de La Paz. Cada gesto que regala Scaloni ayuda a comprender su búsqueda. Mientras se distrae cuando se abre y se cierra varias veces la puerta de la sala de conferencia y se incomoda porque tiene frío, se encarga de remarcar la idea de no conceder privilegios: “ El ADN de los jugadores es competir y enojarse cuando uno no juega . Es el mejor estímulo que pueden tener. La historia de esta camiseta radica en que si no te va bien, empiezan los problemas. Lo principal es respetar nuestro ADN, jugar y competir. Viajar muchas horas para estar acá y ponerse la camiseta, Eso es lo más importante”.
Desde su arribo al predio de Ezeiza, el viernes por la mañana, Scaloni habló con su cuerpo técnico y bajó la orden de que es necesario establecer en el grupo que a cada paso medirá el esfuerzo de todos, que no hay lugar para relajarse y que deben hablar con los que no fueron campeones del mundo para que entienden que tienen chances reales de hacerse un lugar en el equipo: “Hacemos la lista en función de lo que nos puedan ofrecer, no estamos pensando sólo en los que ganaron en Qatar. Si vienen los que son campeones del mundo, mucho mejor, si no pueden, por las circunstancia que sea, vendrá los demás que tienen ganas de estar... Y de sacarles el puesto ”.
Se permite abrir apenas parte de su intimidad y reconoce que gastó casi 900.000 pesos en comprar entradas para su familia para el partido de este jueves ante Ecuador. “Si querés te muestro el recibo de lo que gasté... No puedo meterme en el valor de las entradas; si por mí fuera, que entren todo gratis a la cancha”, dijo con un gesto de resignación. Pero después de esa “licencia”, adoptó nuevamente un gesto más rígido, como queriendo transmitir que no hay más festejos, que se mantiene el buen clima, con asados incluidos y los campeonatos de truco, pero que la competencia por ser titular será más voraz que nunca.
"TUVE QUE COMPRAR 9 ENTRADAS...". Scaloni fue consultado sobre el precio de las entradas y señaló que él compró tickets y el costo que tuvo. pic.twitter.com/tByJx7kFrb
— SportsCenter (@SC_ESPN) September 6, 2023
“ Ninguno se puede dormir, esta camiseta y este escudo implican constantemente mejorar y tenemos una oportunidad buena para seguir estando bien . Los jugadores están bien, tenemos una base que viene de hace tiempo con nosotros y le vamos metiendo jugadores que creemos que pueden mejorar al equipo y poner en dificultad a los demás”. Nada es casual para Scaloni, por más que por momentos pueda ensayar una postura relajada, que está alejada de lo que sucede por afuera del plantel, el entrenador comprende a la perfección que los encuentros con la prensa también le permiten amplificar el mensaje.
No es nuevo el escenario para Scaloni, porque desde que volvió de Qatar, después de descansar en Pujato, volver a España y compartir tiempo con la familia, aseguran que casi se obsesionó por lograr que los futbolistas no se conformen. Habló con varios de ellos para conectarlos con la idea, como Enzo Fernández, Nahuel Molina o Alexis Mac Allister; les dio respiro a los “más viejos”, como Lionel Messi, Nicolás Otamendi y Ángel Di María, porque sólo le interesa que comprendan que una distracción puede terminar con mucha facilidad todo lo que edificaron. La intensidad que maneja el cuerpo técnico de la selección quiere trasladarla a cada rincón, por eso sostienen las reuniones semanales vía zoom para conocer cómo fue el contacto de Roberto Ayala, Walter Samuel y Pablo Aimar con el grupo de futbolistas que tienen asignados para hacerles un seguimiento.
Por eso también Scaloni se encargó de enviar un mensaje para afuera, para bajar la euforia y dejar en claro que lo que tienen por delante será extremadamente complejo, que las eliminatorias implicarán un camino mucho más desafiante que lo que la mayoría supone. Quiere preparar también a todos para cuando llegue un golpe: “Después de un tiempo juntos sabemos bien lo que queremos. Pero eso no implica tener asegurado algo. Las eliminatorias serán terriblemente difíciles, el nivel de las selecciones ha levantado y tenemos que seguir compitiendo. No será siempre color de rosas, habrá momentos difíciles y ahí tendremos que estar más unidos que nunca . Ahora viene todo bien y, si no sigue así, el grupo tendrá que saber cómo sacarlo adelante”.
Deja la sala a paso apurado, hace una broma al pasar, no suelta plena su sonrisa, pero sí abandona por un segundo esa posición más rígida. Sigue planificando, pensando y no deja nada librado al azar. Scaloni no descansa, habla con Messi y le abre la puerta a elegir si quiere viajar a La Paz, pero el capitán parece decidido a no dejar al grupo. Así como considera que nadie tiene asegurado nada, él también comprender que su lugar debe ser cuidado con el mismo celo que él pretende que lo hagan sus futbolistas.