Lionel Messi y el absurdo premio de la FIFA que le quita más de lo que le da

Lionel Messi siendo anunciado como ganador de The Best, por Thierry Henry. No acudió por el premio. (Jose Breton/Pics Action/NurPhoto via Getty Images)
Lionel Messi siendo anunciado como ganador de The Best, por Thierry Henry. No acudió por el premio. (Jose Breton/Pics Action/NurPhoto via Getty Images)

Lionel Messi no necesita de un premio regalado. No necesita homenajes anticipados. No necesita ser defendido ni por la FIFA ni por sus más fieles fans que avalan su nombramiento como el mejor jugador del mundo. No le hace bien a él ni al futbol. El argentino ha sido galardonado este lunes como The Best, el adjetivo con el que la FIFA nombra a su versión del Balón de Oro, y que premia, obviamente, al mejor futbolista del mundo (votado por capitanes, entrenadores de los países afiliados, periodistas por cada selección y aficionados).

El reconocimiento fue sorpresivo en cierta medida. No lo merecía, porque el año pasado, 2023, no ganó nada relevante. Erling Haaland, en cambio, fue el mejor goleador del año en Europa —hizo tres goles menos que Mbappé, pero los suyos fueron mucho más importantes— y ganó Champions y Premier con el Manchester City. Kylian Mbappé, excompañero de Messi en el PSG, fue el otro nominado. Aunque sus números eran mejores que los de Messi, el francés adolece de la falta de competitividad que conlleva jugar en la liga de su país.

Era una votación fácil. Pero hubo un extraño peso sentimental que llevó a los electores a decidir por Messi, aunque no engrandezcan su legado con esa decisión sino todo lo contrario. La carrera del rosarino no tendría que contar con reproche alguno. Lo ha ganado todo y ha maravillado al mundo con un futbol que, con suerte, volverá a ser visto sólo el próximo siglo. Quizá por eso los votantes se han confundido. Muchos pueden decir que es el mejor porque es el mejor de la historia.

Pero eso no quiere decir que la etiqueta de "el mejor de la historia" necesite de una ratificación anual, sobre todo cuando Messi ha dejado la élite del futbol mundial. Ya el año pasado fue discutible que se lo dieran, pero el Mundial de Qatar 2022 fue el argumento. No había cómo debatir que, en el máximo torneo del futbol, Lionel había sido superior a todos. Pero en 2023 dejó al PSG y partió al Inter Miami de la MLS. Era un cambio necesario en su carrera: adiós a las presiones y a disfrutar de los últimos años de su carrera.

Eso implicaba renunciar a los galardones que premian a lo más selecto del mundo, a la élite. Y no ha sido así. Se ha llevado otro premio más al que ni siquiera acudió. ¿Pensaba que no lo iba a recibir? ¿Sabía que sí lo iba a ganar y él mismo sentía que no lo merecía? Nadie lo sabe. El hecho es que esta entrega ruboriza al mundo entero. A los detractores de Messi los hace enfurecer pero, al mismo tiempo, les da armas para fortalecer la idea de que el legado Messisista tiene como base los favores, las ayudas, las confabulaciones.

Ese es el doble filo de un galardón como este, que premia lo individual en un juego colectivo, que genera discusiones estériles todos los años en los que sale a relucir el peor fanatismo y unas ganas inmensas de demeritar jugadores. A Messi se le está premiando la carrera, y él ya no necesita de eso. Es como si un actor ganador del Óscar de pronto acudiera a una premiación de una revista regional de espectáculos. ¿Quedaría bien? No. Messi ya está más allá de este y de todos los premios.

Es el menos culpable, de hecho. Él no ha pedido ganarlo ni obligado a los votantes. Le quita más de lo que le da. El camino que ha construido no necesita de este ni de ningún obsequio. Y los premios ya no deberían necesitarlo a él. Ni por justicia, para así premiar a quien lo merece cada año, ni por legado, para no manchar a quien ya es leyenda ni generar suspicacias insensatas.

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