Lionel Messi también reina en la Gran Manzana: en vivo en el Red Bull Arena y también en la pantalla de Times Square

Messi festeja su golazo, abrazado a Cremaschi y Yedlin
Messi festeja su golazo, abrazado a Cremaschi y Yedlin - Créditos: @Eduardo Munoz Alvarez

El esperado debut de Lionel Messi en la Major League Soccer (MLS) tuvo el mismo suceso que en las dos copas que le sirvieron de aterrizaje en los Estados Unidos. Le bastaron 38 minutos para estirar el encantamiento que provoca: un gol y el triunfo para un Inter Miami que antes de su llegada no ganaba en la MLS desde mayo (cortó una serie de 11 partidos sin victorias). El equipo de Gerardo Martino, con el 2-0 sobre New York Red Bull, ya salió del último puesto de su conferencia y tiene 11 fechas por delante para quedar entre los ocho primeros para conseguir lo que antes parecía era una quimera: la clasificación a los play-off. Con Messi, no hay sueño imposible ni límite para su arte con una pelota.

Messi ya definió frente al arco y señala a Cremaschi, que le dio la asistencia
Messi ya definió frente al arco y señala a Cremaschi, que le dio la asistencia - Créditos: @Eduardo Munoz Alvarez

El impacto, la influencia de su fútbol y los éxitos llegaron en cascada, de inmediato, transformaron el paisaje general, no solo de Inter Miami, sino de todo el soccer de los Estados Unidos. La revolución, si bien estimula y motiva, tiene un costo. El desgaste físico -y también el emocional después de jugar durante 19 años en Europa- ocasionado por la maratón de ocho partidos en 33 días, con más de un viaje en avión. Atrás habían quedado 684 minutos –solo no disputó completo el cotejo del debut, ante Cruz Azul, cuando ingresó en los últimos 36 minutos- en los que había entregado 10 goles (otros tres en definiciones por penales) y tres asistencias para la obtención de la Leagues Cup y la clasificación a la final de la US Open Cup. Estaba pendiente el debut en la MLS. Llegó y ahora son 11 goles. El de anoche, otro golazo, tras maniobrar entre tres rivales, asistir a Cremaschi e ir a buscar la devolución. En cuanto calentó motores, un ratito le bastó para armar una jugada de su catálogo, como creador y ejecutor. Una maravilla de gol.

El viernes, Martino ya había adelantado que quizá había llegado el momento de una pausa, que debía consensuar con el propio Messi, siempre deseoso de estar en la cancha, donde regula su despliegue para no exponer su físico a lesiones.

Le tocó descansar un poco, alivianar el trajín. Ingresó a los 14 minutos del segundo tiempo por Leonardo Campana. En todo lo anterior, en el Red Bull Arena había un ojo para seguir el partido y otro para ver cuándo Messi se paraba para hacer el calentamiento. Fue apenas comenzó la segunda etapa y un clamor bajó desde las tribunas. Hasta los simpatizantes de New York le dieron más valor al concepto de show de tenerlo en acción que a la amenaza para las posibilidades de su equipo. Messi representa a Inter Miami, pero es de todo el soccer americano. Por algo hasta la pantalla gigante de Times Square emitió el partido, como si se tratara de otro atractivo en una ciudad en la que la oferta de entretenimiento es de lo más abundante. La gente se congregó y buscó su ubicación en las veredas porque la Gran Manzana recibía al mejor del mundo.

De arranque, a Messi le tocó ser espectador en un estadio donde no lo hicieron sentir visitante los numerosos hinchas con camisetas del seleccionado argentino, y otros con la rosa de Inter, un tono que está impregnando a todo el fútbol norteamericano. Se sentó al lado de Sergio Busquets, compañero de tantas batallas memorables. Intercambiaron comentarios desde el conocimiento adquirido durante años en el primer nivel internacional, ahora aplicado a un medio que abraza al fútbol con entusiasmo, pero aun en crecimiento en lo táctico y en la consistencia colectiva de la mayoría de los equipos.

Casualmente, hace menos de un año, en un amistoso de preparación para el Mundial de Qatar, Messi también fue suplente en ese mismo estadio, en un 3-0 del seleccionado argentino a Jamaica. Jugó los últimos 35 minutos y marcó dos goles.

Sin Messi de arranque, hubo lugar para otros dos refuerzos argentinos entre los titulares. El zaguero Tomás Áviles, que hizo una falta peligrosa en la puerta del área de Inter Miami, y Facundo Farías, generoso en varias corridas, aunque sin activar toda la gambeta que se le conoce.

Martino dispuso un esquema más conservador de lo habitual: un 5-4-1. El recambio, además de Messi, incluyó a Busquets, DeAndre Yedlin, Benjamín Cremaschi y Josef Martínez. Inter optó mayormente por esperar en su campo y salir de contraataque. New Yord Red Bull tuvo una ocasión muy clara cuando Omir Fernández definió desviado frente al arco al recibir una asistencia tras un desborde por la izquierda.

El rostro feliz de Messi, una imagen que se repite en cada partido en el fútbol de los Estados Unidos
El rostro feliz de Messi, una imagen que se repite en cada partido en el fútbol de los Estados Unidos - Créditos: @Eduardo Munoz Alvarez

El encuentro era parejo, algo impreciso. En un fútbol en el que los errores defensivos son frecuentes por distracciones o mal posicionamiento, el paraguayo Diego Gómez se encontró con libertad de espacios para girar dentro del área y marcar el 1-0. Messi se paró y aplaudió, con una sonrisa que le llenaba el rostro.

Cuando entró, no necesitó convertirse en el salvador de un equipo que también se sostenía en la seguridad y las atajadas de Drake Callender. Le costó un poco a Messi ser preciso y asociarse, si bien cada intervención suya levantaba un rumor en el estadio. Con varios toques le dio respiro a un equipo más interesado en mantener la ventaja que en aumentarla. Pero con Messi siempre hay lugar para lo inesperado. Hasta en Times Square quedaron boquiabiertos.