Cómo pueden los lingüistas forenses resolver crímenes, detectar bulos y mucho más
En 2008, Melissa Lucio fue condenada a muerte por el asesinato de su hija de dos años en Texas. La sentencia se aplazó hasta 2022. El lingüista forense Robert Leonard, tras analizar el interrogatorio realizado a la señora Lucio y a su pareja, el señor Álvarez, determinó que se usaron técnicas que inducían a confesiones falsas. Esta y otras evidencias sirvieron para detener la ejecución de Lucio dos días antes de que se produjese.
¿Cómo pudo Robert Leonard, un lingüista, determinar algo así? La lingüística forense, que se desarrolló a partir de los años 70 del siglo pasado, utiliza técnicas lingüísticas para investigar delitos, en concreto aquellos “en los que los datos relacionados con el lenguaje forman parte de las pruebas”.
Dicho de otra forma, como escribe Sheila Queralt Estévez en Atrapados por la lengua:
“Se encarga de analizar el lenguaje, ya sea escrito u oral, para adaptarlo como una prueba judicial, por ejemplo, en un proceso policial, en una investigación privada o en un requerimiento de un juez”.
Una rama de la lingüística “aplicada”
La lingüística forense es una disciplina nacida a partir de la lingüística aplicada, ciencia que surgió en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial. Fue la manera de dar respuesta a la necesidad de aplicar la teoría lingüística a métodos rápidos y efectivos para el aprendizaje de segundas lenguas, especialmente por parte del ejército norteamericano.
De la lingüística aplicada derivan también otras disciplinas como la logopedia, la lingüística clínica, la planificación lingüística, la terminología, la traducción, la lingüística computacional y la fonética aplicada.
¿Forense o jurídica?
Resulta curioso que se hable de “lingüística forense” en lugar de “lingüística jurídica”. La palabra “forense”, en su tercera acepción del Diccionario de la Lengua Española, alude a médico forense: aquel “adscrito oficialmente a un juzgado de instrucción para llevar a cabo prácticas periciales propias de la medicina legal”.
De hecho, en el Diccionario panhispánico de términos jurídicos “forense” queda definido como “relativo a los tribunales o a los abogados”. Por esta razón, nada tiene que ver con la asociación más frecuente que en nuestra mente damos a esa palabra, relativa a cadáveres, como puede verse en producciones cinematográficas o televisivas.
Evidencias lingüísticas
La lingüística forense recoge pruebas objetivas en las que se usa la lengua oral o escrita; y las analiza mediante un conocimiento profundo en gramática, fonética, análisis del discurso o dialectología. Esas pruebas se consideran evidencias lingüísticas, y pueden ser cartas, notas de suicidio, mensajes de texto, correos electrónicos, conversaciones, notas de audio, llamadas telefónicas o declaraciones policiales.
Es incuestionable su relevancia, pues gracias a esta disciplina ha podido determinarse el culpable de un determinado delito o se ha eximido de culpa al acusado. ¿Cómo?
Nuestra manera de hablar o de escribir da al profesional experto información sobre nosotros como la edad, el sexo o el nivel socioeducativo; además de lo que llamamos rasgos “paraverbales” (entonación, velocidad o pronunciaciones peculiares) o el uso de muletillas, es decir, los rasgos que caracterizan la forma de hablar de dicho sujeto.
¿Qué tipo de detalles se pueden deducir?
Desde el campo de la fonética forense, se llevan a cabo las siguientes acciones:
Realizar el perfil de un hablante extrayendo toda la información a través de una grabación: sexo, edad, variedad dialectal o patologías (además del análisis de los sonidos de fondo).
Determinar la autenticidad de una grabación, en particular si dicha grabación ha sido editada o manipulada.
Transcribir y analizar el contenido de una grabación.
Elaborar ruedas de reconocimiento en las que un testigo o víctima debe identificar la voz del acusado entre una variedad de muestras.
Identificar si las grabaciones han sido emitidas por el mismo hablante, a partir de una comparación entre distintos hablantes.
Un lingüista forense domina las herramientas necesarias para detectar la procedencia de un individuo por los rasgos dialectales y regionalismos o su pronunciación. Incluso puede determinar en qué circunstancias emitió su mensaje por el análisis fonológico de las modulaciones de voz, las pausas o las disfluencias (interrupción del propio hablante de su ritmo de enunciación por medio de repeticiones, alargamientos o adiciones de sonidos, bloqueos, etc.)
Un ejemplo de la precisión de un lingüista forense fue la labor realizada durante la investigación del secuestro y asesinato de Anabel Segura, pues con el análisis de una grabación de voz se detectaron palabras de origen toledano y se pudo localizar a los culpables.
Detectar bulos a través de la lingüística
Otra cuestión que también compete a la lingüística forense es la detección de bulos o noticias falsas. Algunas claves lingüísticas que las delatan se circunscriben a:
Una estructura sintáctica sencilla (oraciones simples o a lo sumo oraciones compuestas subordinadas de relativo): “Hoy en España están de luto por Raphael. Su gran cantante se ha ido”.
Frecuentes faltas de ortografía, como la ausencia de tildes en: “Las 26 presas que se demolieron en Valencia entre 2020 y 2024 son causa de la catastrofe vivida que ocasiono inumerables perdidas humanas y materiales”.
Modalidad enunciativa negativa: “Ni Francia, ni Alemania ni Países Bajos se han ofrecido a ayudar tras los desastres de la dana de Valencia”.
Léxico sobre odio, sexo o muerte: “Emilio Botín asesinado por el narcotraficante Jesús Samper, amante de su hija Ana Patricia”.
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Del plagio a la adaptación del lenguaje administrativo
A la lingüística forense le corresponde supervisar las traducciones de intérpretes durante el proceso judicial. Estas son vitales para el desenlace del caso, pues el intérprete debe traducir no solo lo que el declarante emite de manera verbal, sino la información paraverbal y no verbal que emana de su comunicación.
Del mismo modo, se ocupa de cuestiones como el plagio académico, musical (en cuanto a letras de canciones) o literario: gracias al análisis del estilo se puede detectar si una obra pertenece a un autor, a varios o si ha sido plagiada en algún fragmento. En cuanto al ámbito publicitario, analiza el plagio de marcas registradas o de patentes, además de posibles ambigüedades con fines de manipulación o engaño.
Son también lingüistas forenses quienes se ocupan de adecuar el lenguaje administrativo y judicial para que resulte fácil tanto a personas mayores o con diversidad funcional cognitiva como, en general, a toda la población, tal como se exige desde el año 2009 gracias al proyecto Pathway de la organización Inclusion Europe.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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