Liderazgos en la batalla contra el cáncer


Investigador pionero y líder en su campo, actualmente es jefe de la División de Oncología de Tumores Sólidos en Memorial Sloan Kettering (MSK), uno de los hospitales más importantes de los Estados Unidos en el diagnóstico y tratamiento del cáncer; desde donde el doctor Díaz dirige estudios de nuevos enfoques genómicos como el Papanicolaou Molecular, que se espera ayude en un diagnóstico temprano del cáncer de ovario y endometrio.

Debido a su espectacular trayectoria, en septiembre del 2021, Díaz fue nombrado por el presidente Biden como uno de los siete miembros de la Junta Asesora Nacional del Cáncer.

Desde sus oficinas en MSK conversó con nosotros acerca de su carrera, sus descubrimientos más importantes y lo que ha aprendido de sus pacientes.

Sus inicios en la medicina se remontan a su historia familiar. Su padre, que también es médico, se convirtió en su modelo a seguir. “Mis padres nacieron y crecieron en el norte de Perú”, es como el doctor Díaz inicia su historia.

“Mi padre viene de un pueblo pequeño llamado Cascas, su familia de agricultores siempre consideró la educación de los niños y jóvenes como algo muy importante. Mi mamá creció en la ciudad de Trujillo, ahí se conocieron mientras mi padre estudiaba en la facultad de medicina. En 1969 se mudaron a los Estados Unidos, en donde él continuó con sus estudios en las áreas de la dermatología e inmunología. Más tarde trabajó como interno en el Hospital Ellis, en Nueva York, y así fue que en esta ciudad nací”.

El camino a la medicina fue un viaje compartido con su padre, quien le enseñó las lecciones más valiosas de su vida. “Cuando era niño, siempre lo acompañaba al laboratorio, y ahí surgió en mí el interés por la ciencia y la medicina; nuestro sueño era trabajar para ayudar a los demás. Yo diría que desde los 13 años ya deseaba hacer algo especial en mi vida. Cuando me tocó ir a la universidad, y después a la escuela de medicina, me enfoqué en enfermedades difíciles, al igual que mi padre. Él se dedicó a las enfermedades autoinmunes de la piel, y yo a la investigación del cáncer”.

cáncer
“En el área de investigación hay pocos latinos, especialmente en el desarrollo de terapias de cáncer… tenemos una manera de pensar diferente, con ideas diferentes informadas por nuestra cultura, y en la investigación del cáncer necesitamos más gente con ideas nuevas”.

Después de graduarse como médico en la Universidad de Michigan, terminó su residencia en el Servicio Médico Osler en Johns Hopkins y su formación en oncología médica en el Centro Oncológico Kimmel, del mismo hospital. Siempre en busca de oportunidades para mejorar sus conocimientos, allí tuvo la oportunidad de entrenarse y más tarde trabajar con un grupo que estudiaba la genética del cáncer, liderado por el doctor Bert Vogelstein. En Johns Hopkins pude colaborar con gente muy preparada y con más experiencia que yo, personas que habían estado estudiando estos problemas por muchos años. Lo que buscábamos era entender cómo nace y cómo crece el cáncer. Esta enfermedad no solo es difícil de entender en términos humanos, muchas veces el cáncer es incurable y los pacientes fallecen, dejando un vacío muy grande en sus familias, pero también en el aspecto científico”.

“Comprender por qué se desarrolla este padecimiento y estudiar su respuesta al tratamiento, fue y continúa siendo bastante difícil. Los avances que ocurrieron en el diagnóstico y tratamiento del cáncer en los 20 años que pasé en Johns Hopkins han sido transcendentales”.

“Lo primero en lo que nos enfocamos fue en comprender la genética en las mutaciones que ocurren comúnmente en los tumores. Lo que nos permitió crear un marcador genético del tumor, que hace posible detectar el cáncer en sus etapas tempranas. Es una aplicación del ADN tumoral que circula en la sangre, como prueba de diagnóstico. A este examen de laboratorio se le conoce también como biopsia líquida, la cual está siendo evaluada por varias compañías comerciales, y creo que en los próximos dos o tres años, se van a desarrollar exámenes de sangre que puedan detectar el cáncer tempranamente, mucho antes de que produzca síntomas. Además de ser un estudio menos doloroso e invasivo, si alguno de estos exámenes sale positivo, se podrá tratar cuando es más fácil de erradicar, evitando una metástasis que requiera de quimioterapia o radiación”.

“El segundo descubrimiento que hicimos y que abrió las puertas a la inmunoterapia del cáncer ocurrió en el 2015, con estudios pioneros de la función de ciertos receptores de las células del sistema inmune llamadas muerte programada 1 (PD-1), que se expresa en la superficie de las células inmunitarias y el ligando de muerte programada 1 (PD-L1) que se expresa en las células cancerosas”.

“Nuestros estudios demostraron que la genética del tumor y las mutaciones que ocurren en estas células pueden estimular el sistema inmune, de tal forma que rechace el cáncer. Este descubrimiento dio como resultado remisiones de cánceres que eran resistentes a tratamientos de rutina, lo que nos permitió curar a algunos pacientes que estaban muy enfermos, viviendo los meses finales de sus vidas. Con estos tratamientos inmunológicos los tumores desaparecían. La autorización de estas terapias por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) cambió el paradigma en el tratamiento de varias formas de cáncer. Los recuerdos más gratificantes que tengo de mi carrera como oncólogo son de esta época. Recuerdo que un día recibí una llamada de una joven, relatando que su hermana de 24 años estaba en etapa terminal. En el laboratorio pudimos determinar sus mutaciones genéticas y enfocarnos en la terapia inmunológica a la que debía someterse. La paciente respondió al tratamiento y 8 años después de haber completado su inmunoterapia sigue en buena salud”.

Estos resultados son los que lo inspiran a seguir en busca de nuevas soluciones para sus pacientes. “Las relaciones que se establecen entre el médico y el paciente son muy humanas, lo que resulta difícil en los casos en los que el cáncer avanza y el paciente ya no puede tolerar la quimioterapia. Entonces es necesario entablar conversaciones muy difíciles sobre tratamientos paliativos, y lo que quieren hacer en las semanas o meses que les quedan de vida; viajar, estar en casa con la familia y cómo enfocar el tratamiento del dolor, que en muchos casos es intolerable”, enfatiza el doctor.

“Es sorprendente la conexión que desarrollamos con ellos, y para mi los casos más difíciles son en los que los pacientes se encuentran solos, sin el apoyo familiar o de amistades. Para ellos, nosotros los médicos somos la persona más cercana en los momentos de angustia y dolor que están pasando. A veces pienso que cuando uno de estos pacientes se va se lleva un pedacito de mí”.

Al preguntarle lo que ha aprendido de la vida al trabajar tan cerca de la muerte se toma un momento para reflexionar. “Lo que he aprendido es que debemos gozar de cada día de nuestras vidas, de nuestras familias y amistades. No debemos malgastar nuestras energías tratando de enfrentar los acontecimientos menores, sino concentrarnos en hacer realidad nuestros sueños profesionales, que en realidad es lo más importante y relevante que hacemos diariamente en nuestros centros de trabajo”.

La representación de latinos en la medicina es un tema que está generando mucho interés por la escasez de profesionales de habla hispana, pero para el doctor Díaz el panorama es positivo: “Cada vez hay más latinos entrando a la práctica de la medicina en este país y creo que es algo bueno, pues permite a los pacientes conectarse con médicos que comparten con ellos el idioma y algunos rasgos culturales, lo que les hace sentirse más cómodos en momentos difíciles. Sin embargo, en el área de investigación la representación de latinos es muy baja, especialmente en el desarrollo de terapias de cáncer. Yo creo que como latinos tenemos una manera de pensar diferente, con ideas diferentes informadas por nuestra cultura, y en la investigación del cáncer necesitamos más gente con ideas nuevas”.

Ahora, como profesor en MSK su misión es inspirar a las nuevas generaciones. “La enseñanza de la medicina está cambiando rápidamente con el influjo de nuevos conocimientos y la nueva tecnología. El entrenamiento médico es arduo y requiere de una dedicación permanente hacia el paciente. El consejo que les doy a mis estudiantes es ‘enfoca tu carrera en algo especial, en algo que nunca se ha hecho o que nadie ha intentado hacer. Marca objetivos muy claros y muy altos. Y si en el futuro ves que solo alcanzaste un 50 por ciento, de todas formas habrás hecho avanzar a la ciencia y ésto nos beneficia a todos, incluyendo a nuestros enfermos”.

“Yo no le creía a mi padre cuando me decía ‘El trabajo duro y consistente siempre paga’, pero tenía razón. También es muy importante ser humilde, porque mientras llegas a la cúspide de la montaña que decidiste escalar, encontrarás a otros que han escalado montañas mucho más elevadas que la que tú conquistaste”.

Para concluir nuestra conversación, nos menciona sobre los avances en tecnología: “Pienso que las nuevas tecnologías reflejarán y tratarán de facilitar el aprendizaje de la medicina, que es bastante complejo. En el mundo del cáncer actualmente hay un movimiento fuerte que promueve el desarrollo de tecnologías de detección temprana, y esto es muy alentador”.