La libreta y el lado B de Xabi Alonso, el técnico que creó una revolución en Bayer Leverkusen y lo quieren hasta sus “enemigos”

Xabi Alonso, la sensación del fútbol europeo
Xabi Alonso, la sensación del fútbol europeo - Créditos: @Instagram @xabialonso

Rubio, raya al costado prolija, ojos claros, barba de una semana, jean y zapatillas. El hombre camina por las calles de San Sebastián un sábado por la mañana como si fuera un vecino más que acude a la verdulería antes del cierre del mediodía. Ni tan alto (1,83m) ni tan robusto (unos 79 kilogramos), no parece una leyenda del fútbol el sujeto que anda distendido por la vereda del sol.

Febrero de 2020, entrenador de Real Sociedad B, una filial de un equipo de primera de España, algo así como el prólogo ideal de una carrera de entrenador. Hacerse de abajo y ni un autógrafo, ni pedido de fotografía, ni las selfies que todavía no están a la última moda: Xabi Alonso (el enorme Xabi Alonso) colgó los botines de una carrera magistral en 2017 y es un vecino más. La efervescencia vasca, evidentemente, se nutre en las tribunas. En las calles, el crack es un Xabi más.

Xabi Alonso, a los gritos, algo poco común
Xabi Alonso, a los gritos, algo poco común - Créditos: @Martin Meissner

No debería serlo: campeón con España de la Eurocopa (2008 y 2012) y la Copa del Mundo (2010… ¡cómo olvidarse de la patada que le propinó De Jong!), ganador de la Champions League con Liverpool (marcó el 3-3, después del 0-3 con el Milan de Hernán Crespo en el Milagro de Estambul), también con Real Madrid en 2014. En Bayern Munich también lo recuerdan con afecto. El hombre de la mítica camiseta 14 es una gloria que desprecia la fama y sus matices. Un tipo común que se convirtió en el mejor entrenador de Europa.

Lo quieren todos. Liverpool, Bayen y hasta Barcelona, que se olvida de su origen y hasta busca un reemplazo que va más allá de una B por una V, en el juego de sus nombres y en referencia, claro está, de Xavi Hernández, hijo pródigo de otra cultura. Todos gritan su nombre y Alonso, ni siquiera extiende la O mágica como el gran ídolo de River. Siempre en voz baja.

El Maestro, de 42 años, nacido en Tolosa, es el conductor de Bayer Leverkusen, que está a nada de acabar con el maleficio del desafiante cartel aquel. “Neverkusen”. Nunca ganó la Bundesliga, solo obtuvo la Copa de Alemania de 1993 y la antigua Copa UEFA en 1988. Lleva 32 partidos invicto (28 triunfos y cuatro empates), 95 goles a favor, 23 en contra y cuenta con un recuperado Exequiel Palacios, un campeón del mundo. “Vive cada entrenamiento como si fuera el último. Todos los días aprendés algo nuevo, exprimió mis mejores virtudes”, cuenta el tucumano, que dio un salto de calidad en Alemania justamente desde hace un año y monedas.

Bundesliga (le lleva 8 puntos a Bayern Munich), Europa League y Copa de Alemania a la vista. Asumió en octubre de 2022: la revolución nació rápidamente y el proyecto no alcanza las dos temporadas. El equipo del prestigioso analgésico estaba en zona de descenso y había perdido con Elversberg, un equipo de tercera, en la Copa de Alemania. El DT les lanzó una invitación, simplemente. “La energía y la confianza del equipo era baja cuando llegué. Así que traté de que los jugadores volvieran a creer en sí mismos. Invité a futbolistas que no habían jugado tanto antes a que demostraran su valía”, advertía.

Con Rodrigo De Paul, en una charla amistosa
Con Rodrigo De Paul, en una charla amistosa - Créditos: @Manu Fernandez

Suele distribuir a los jugadores en un 3-4-1-2. No tiene una sola figura mundial. Piero Hincapié, el defensor ecuatoriano que pasó por Talleres, es una de las revelaciones. Presión, intensidad, asfixia. Pelota parada, defensa estricta. Ni violines, ni cerrojos. Un equipo agresivo y solidario. “A mí siempre me ha gustado controlar los partidos, pero no es fácil porque la Bundesliga es frenética. Queremos ser un equipo dinámico, que juegue un fútbol atractivo y que haga disfrutar a la gente… pero que, a su vez, sea intenso, sepa aguantar los resultados y defensivamente no sea frágil”, se presenta.

Los tuvo a todos: Rafa Benítez, José Mourinho, Carlo Ancelotti y Pep Guardiola. “Tuve maestros muy buenos de los que pude aprender mucho en lo técnico, en lo táctico y en lo emocional. Todos han sido importantes. El primero de todos, mi padre (Periko, jugador y entrenador años atrás), por la influencia que ha tenido y por los valores y la educación que me inculcó desde pequeño. Mi carrera está empezando, llevo poco tiempo, pero estoy en una etapa en la que debo desarrollarme por mí mismo: aprender, mejorar... La clave para conectar con los futbolistas es ser auténtico y transmitir lo que sientes”, muestras sus cartas. Nada que esconder.

El alemán Jürgen Klopp anunció días atrás su despedida definitiva de Anfield luego de casi nueve años. Fue un amor a primera vista. Se imagina que puede ser un reemplazo lógico. “Xabi está haciendo un trabajo increíble. Eso es completamente independiente de los rumores. Si me hubieran preguntado hace ocho semanas sobre Xabi Alonso, habría dicho: ¡Dios mío!.

Y fue más allá: “La próxima generación ya está aquí y diría que Xabi es el destacado de esa generación. Es un exjugador de los mejores del mundo, que viene de una familia de entrenadores, que ya era un poco como un entrenador cuando jugaba... El fútbol que está haciendo, cómo se posiciona su equipo, los fichajes que hizo... Es absolutamente excepcional”.

Alonso descree de la grandilocuencia. Vive los partidos a la inversa de Klopp: evita los excesos, habla cuatro idiomas y sale a caminar por las noches de la pequeña ciudad para saborear las mejores cervezas. Estudioso, no vende espejitos de colores, adora a los perros y se ríe cuando alguien le recuerda una sentencia demoledora de Pep Guardiola, en tiempos de Munich. “Nosotros queremos tener el balón todo el tiempo posible, por eso tenemos a jugadores como Xabi o Thiago Alcántara”, asumía el entrenador catalán. “Pero cuando se pone a perseguir a un rival, Xabi Alonso es el peor jugador del mundo. Por suerte, no lo fichamos para eso...”

El número 14 fue un jugador fuera de serie
El número 14 fue un jugador fuera de serie - Créditos: @RFEF

En la antesala del choque contra Mainz 05, las preguntas sobre su futuro vuelan por el aire. Mira fijo a los periodistas: “No es el momento adecuado. Quizá tengan una o dos preguntas sobre mi futuro. Lo siento, pero no hay nada que decir. Ahora mismo soy el entrenador aquí, eso es seguro. Sobre el futuro no hay nada nuevo que decir. Veremos”.

Sabe que algún día, la derrota tocará su puerta. Y las flores caerán en el barro. “Y ese día habrá que levantarse, como todos los demás”, define al fútbol. Y a la vida.