Ley Silla busca acabar con la "tradición" en México de trabajar de pie todo el día

Ley Silla, una esperanza para acabar con una práctica de terror. (Getty Images)
Ley Silla, una esperanza para acabar con una práctica de terror. (Getty Images)

La Ley Silla tiene un objetivo muy elemental: evitar que los trabajadores estén de pie durante toda su jornada laboral. La escena puede observarse en cualquier supermercado: decenas de cajeras, personal de atención al cliente, despachadores de pan y productos de cremería que están todo el tiempo de pie. El paisaje es tan común que se le interpretó como común y ordinario durante décadas. Eso podría cambiar a la brevedad.

El Senado de la República aprobó la llamada Ley Silla, con unanimidad de 82 votos, que reforma cinco artículos a la Ley Federal del Trabajo, para garantizar el derecho al descanso a las personas durante sus jornadas laborales en trabajos como guardia de seguridad, empleado de tienda, mesero y un largo etcétera. Ahora la modificación pasará a la Cámara de Diputados, que la discutirá y, en caso de aprobarla, los empleadores del sector privado tendrán un plazo de 180 días, a partir de su publicación en el Diario Oficial de la Federación, para cumplir con las reformas.

La ley está destinada a los sectores de servicio y comercio, en los cuales es habitual que los trabajadores tengan que atender personas de pie, sin excepción. En otros ramos las reformas serán aplicadas tomando en cuenta el trabajo que se realice: si es indispensable no sentarse para realizarlo, se tomará como una excepción. En 50 años, no había existido una modificación en este aspecto.

Los riesgos para la salud incluyen fatiga, várices, problemas cardiovasculares. Así lo explicó Sergio Aguilar, especialista en salud ocupacional, a El Economista: "La bipedestación prolongada, como se le llama a la postura, a largo plazo trae problemas en el retorno venoso, es decir, no tenemos la bomba que regrese la sangre de los pies y piernas hacia el corazón. Cuando esto ocurre, las personas presentan hinchazón en los pies y posteriormente se dañan unas válvulas en las venas y llega un momento en que se hacen várices. A largo plazo, esto genera venas varicosas, esto puede terminar en una cirugía”.

La premisa en la cultura laboral es que tener empleados sentados equivale a transmitir una imagen de flojera y dejadez, pasando por alto que al tenerlos de pie su salud está directamente en riesgo a corto y largo plazo. Y, si se piensa en términos de rendimiento (como lo hacen los empleadores antes de pensar en el factor humano), también se perjudican a sí mismos porque un empleado que no tenga descanso, expuesto a enfermedades, terminará por ser ineficaz. Y esto no se hubiera cambiado nunca por voluntad de ellos, a pesar de que las quejas a nivel público hayan crecido enormemente en el último año.

Tampoco es que los legisladores estén haciendo algo fuera de este mundo y que merezcan todos los elogios por ello. Están haciendo su trabajo. Particularmente, un aspecto de su trabajo que debió hacerse desde hace mucho tiempo. De lo contrario, nunca habría existido cambio para los empleadores que han decidido, de manera deliberada, maltratar a sus empleados al no hacer el acto tan básico de darles una silla para que no estén todo el tiempo de pie.

Parece preciso destacarlo porque hay quien está en contra de ello: que el trabajo es trabajo y, aunque sea de pie todo el día, debe hacerse y los que se quejan lo hacen no porque puedan desarrollar alguna enfermedad sino porque son sensibles y malagradecidos. Habrá que esperar, pero la aprobación en el Senado es un paso clave para acabar con una práctica que no beneficia a nadie y bebe de la ignorancia, desprecio y autosaboteo.

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