Las memorias de un guardaespaldas revelan cómo fueron los últimos momentos de Hitler en el búnker de Berlín
Los últimos momentos de Adolfo Hitler, el hombre responsable del exterminio de millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial, estuvieron desprovistos de la grandiosidad con que el líder nazi se proyectó ante el mundo.
Rochus Misch, un telefonista y guardaespaldas de Hitler que se encontraba en el búnker junto a él, recordó esos históricos instantes en un libro de memorias que se publicará en inglés por primera vez.
Misch estaba en la central telefónica del búnker el 30 de abril de 1945, cuando el general Wilhelm Keitel envió un mensaje informando que el ejército nazi no había logrado romper el cerco soviético en Berlín. La noticia sellaba la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial.
“Poco después, Misch escuchó a Hitler hablando en voz baja al [oficial del partido nazi Martin] Bormann y otros. Eva, ahora la señora Hitler, lo siguió”, relató Martin Mace, editor del libro “El último testigo de Hitler: Las memorias del guardaespaldas de Hitler”, que saldrá publicado en inglés por Pen & Sword el 30 de mayo.
En los tensos momentos finales del Tercer Reich, Misch también presenció una conversación entre Hitler y su ayudante, Otto Günsche.
“Hitler estrechó la mano de Günsche y le dijo que todos los soldados estaban liberados de su juramento de lealtad”, agregó Mace.
Misch sabía que el desenlace estaba cerca. Antes había escuchado a Eva Braun y Magda Goebbels -esposa del jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels-, jurando morir a sus maridos. Ambas cumplieron su juramento, y Joseph Goebbels mató también a sus seis pequeños hijos antes de que quitarse la vida junto a su esposa.
El último día de abril de 1945 Günsche cerró la puerta detrás los Hitler y le dijo a Misch que no debían ser molestados. Previamente, el líder nazi le había dicho a su ayudante que no quería que su cuerpo fuera sometido al escarnio público como el de Mussolini y había expresado el deseo de que quemara sus restos.
“Todos en el búnker esperaban nerviosamente”-añadió Mace en declaraciones al diario inglés The Independent- “entonces hubo algo de conmoción, la puerta del estudio se abrió y Misch miró dentro”.
La escena quedó impregnada en su retina para siempre.
“Mi mirada cayó primero sobre Eva, sentada con las piernas estiradas, la cabeza inclinada hacia Hitler, sus zapatos debajo del sofá, cerca de ella”- recordó Misch. “Hitler muerto, con los ojos abiertos y su cabeza había caído ligeramente hacia adelante”.
La pareja había estado casada unas 40 horas y junta durante al menos 13 años.
Cumpliendo sus deseos, los cuerpos fueron incinerados. Los soviéticos se encargaron de desaparecer los escasos restos carbonizados que hallaron.
Misch fue detenido por el Ejército Rojo Soviético y encarcelado en campos de trabajo forzado durante ocho años, después de intentar escapar.
Murió en Berlín en 2013, a los 96 años, y mantuvo su simpatía por Hitler hasta el final. Lo consideraba un “jefe maravilloso” y “no un animal”.
Fue el último sobreviviente del búnker después que Siegfried Knappe falleció, en diciembre de 2008.