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Las casas de apuestas se multiplican... ¿por qué a nuestro cerebro le gusta tanto el juego?

Las casas de apuestas se han multiplicado en apenas unos años. La neurociencia detrás de los juegos de azar.
Las casas de apuestas se han multiplicado en apenas unos años. La neurociencia detrás de los juegos de azar.

Finaliza el Mundial y las casas de apuestas deportivas han hecho caja millonaria con los partidos entre las diferentes selecciones. Durante los últimos años estamos asistiendo a un crecimiento realmente sorprendente, y muchos diríamos que desmesurado, de establecimientos de juego y aplicaciones online por todo el mundo. En España y solo desde el año 2014, este tipo de empresas de apuestas ha crecido un 140% y el ritmo no parece que vaya a descender. Anuncios en televisión y radio, patrocinios de grandes equipos, vallas publicitarias por doquier… las empresas de apuestas se han volcado en su promoción y los resultados, en forma de beneficios, están llenando sus bolsillos rápidamente.

Pero… ¿por qué nos gusta tanto el juego?, ¿qué especie de “click” se dispara en nuestro cerebro que hace tan apetitosas las apuestas y los juegos de azar?

Los jugadores online de apuestas, casinos y poker se han duplicado en los últimos 5 años | imagen Pixabay
Los jugadores online de apuestas, casinos y poker se han duplicado en los últimos 5 años | imagen Pixabay

Las casas de apuestas, los casinos, las tragaperras con sus luces y sonidos, conocen bien la neurociencia que hay detrás de los juegos de azar y se aprovechan de cómo funciona nuestro cerebro. Estas empresas conocen y estudian a fondo cómo funcionan nuestras adicciones y preparan toda una batería de ganchos y alicientes que disparan nuestros engranajes cerebrales.

Se dice que el juego es adictivo y es totalmente cierto. De hecho, activa mecanismos neuronales similares a los que desatan otras sustancias químicas como el alcohol o las drogas. El journal Addictive Behaviors publicó en 2005 un estudio que concluía que un tercio de las personas que están en tratamiento por adicción con el alcohol también presentan serios problemas de ludopatía.

A nuestro cerebro le gusta buscar patrones, le gusta encontrar puzles que montar y le encanta enfrentarse a pequeños momentos de incertidumbre en los que cree tener la solución a la incógnita. En esos instantes de tensa espera, un aluvión de neurotransmisores y hormonas bañan nuestro cerebro, nos hacen sentir bien y nos empujan a seguir jugando para conseguir más.

El psicólogo B.F. Skinner y sus experimentos de juegos con palomas | imagen Wikicommons
El psicólogo B.F. Skinner y sus experimentos de juegos con palomas | imagen Wikicommons

Los sesgos de percepción también son importantes. Acabo de regresar del evento Naukas Evolución celebrado en Burgos, y en una de las charlas impartidas allí, Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto, explicaba un curioso experimento realizado con palomas. Cuando a una paloma se le enseñaba a obtener comida pulsando un botón, el ave a veces lo pulsa y otras veces, cuando no quiere más comida, no lo pulsa. Sin embargo, si obtiene la comida al azar, sin ningún mecanismo establecido, la paloma empieza a desarrollar su propia teoría de cómo ganar comida… algunas palomas dan saltitos (creyendo que esa es la clave para conseguir comida), otras levantan un ala insistentemente. Todas las palomas actúan de manera diferente creyendo que algo que han hecho les ha conseguido la comida. Un error que nuestro cerebro también comete con frecuencia: confundir casualidad con causalidad, y pensar que tenemos la clave para ganar en un evento en el que solo interviene la suerte.

Las “tragaperras” son una máquina perfecta diseñada para hacerte perder dinero basada en los conocimientos de neurociencia | imagen Pixabay
Las “tragaperras” son una máquina perfecta diseñada para hacerte perder dinero basada en los conocimientos de neurociencia | imagen Pixabay

En otro experimento explicado por la psicóloga de Deusto se utilizaban videojuegos con varios participantes. En estos juegos se regalaban puntos al azar a los jugadores que, no sabían cuándo ni cómo ganaban esos puntos. Los participantes desarrollaron casi instantáneamente sus propias teorías de cómo ganar y pulsaban determinados botones creyendo que así obtenían los puntos extra.

Así funcionan también muchos juegos como las tragaperras. A pesar de que están perfectamente diseñadas y desarrolladas para que pierdas dinero, nuestros sesgos consiguen que sigamos jugando en la creencia de conocer los “trucos” que nos van a hacer ganar dinero.

Crecimiento de las apuestas en España en solo 5 años | Datos oficiales del Ministerio de Hacienda, Dirección de Ordenación del Juego
Crecimiento de las apuestas en España en solo 5 años | Datos oficiales del Ministerio de Hacienda, Dirección de Ordenación del Juego

Hace unos días, Hugo Saez, experto en ciencias del comportamiento, escribía en twitter un hilo realmente esclarecedor. “La industria del juego online en España ha pasado en 5 años de ganar 229 millones de euros anuales a 560 millones. En estos últimos 3 años está creciendo a un ritmo del 30% anual. Una locura”. En ese mismo espacio de tiempo los jugadores activos en este tipo de apuestas se han doblado, pasando de 640.000 a casi 1.4 millones. Estos datos son fruto de una masiva campaña de publicidad de casas de apuestas, casinos y póker online, que han conseguido triplicar sus beneficios en apenas cinco años y consiguiendo records de apuestas impensables hace unos años. En España y solo en 2017 se apostaron 5.540 millones de euros en total.

Hugo utiliza, al igual que Helena Matute, el mismo ejemplo del experimento con palomas realizado por el investigador estadounidense B.F. Skinner. Este psicólogo de Harvard creó las conocidas “cajas Skinner” para averiguar cómo conseguir que un animal repitiera una y otra vez un determinado comportamiento.

Para ello Skinner diseñó un experimento cuyo objetivo era encontrar ese “click” en el cerebro de los animales que les hacía pulsar una palanca muchas veces, durante mucho tiempo. Skinner comenzó ofreciendo comida gratis a sus animales (ratones y palomas) cada vez que accionaban la palanca, pero los animales la pulsaba hasta llenarse la tripa y después paraba.

Por otro lado, cuando recompensaba a los animales sin ningún patrón fijo, al azar, sucedió algo sorprendente: no paraban de pulsar la palanca. Incluso cuando ya no les ofrecía comida, los animales continuaban haciéndolo. Los animales se volvían activos a un sistema que les recompensaba de forma aleatoria, el experimento perfecto para conocer cómo funcionan las tragaperras, las ruletas de los casinos o las ruedas de la fortuna.

Este crecimiento sin precedentes de jugadores y apuestas está creando a su vez graves problemas de ludopatía que incluyen terribles situaciones sociales y familiares. Las empresas de juego conocen bien los sesgos de nuestro cerebro, una de las armas para evitar estos dramas es empezar a reconocerlos y comprenderlos nosotros también.