Quiere lanzar hasta los 56 años y muchos creen que es posible. Pitcher cubano teje su leyenda en el tiempo

Gilbert Gómez tenía apenas cuatro años cuando Raúl Valdés ya lanzaba en la pelota de Cuba. Luego, como un fanático más, vio pitchear al veterano en el béisbol invernal dominicano sin imaginar que alguna vez sería su manager en una Serie del Caribe.

Justo cuando Gómez y los Tigres del Licey se jugaban el todo por el todo en el evento de Miami porque un fracaso ante Curazao habría sido catastrófico, el joven dirigente no tuvo duda alguna en darle la bola a su lanzador de 46 años, el incombustible Valdés.

“Tener el chance de poder dirigir a Raúl es un privilegio’’, apuntó Gómez, después de que Valdés lanzara una pelota inmensa para dominar a Curazao y apuntalar la clasificación de su escuadra a la siguiente fase.

“Raúl ha hecho historia en nuestra liga, en nuestra selección. Cada vez que tenemos que entregarle la pelota a Raúl nos sentimos cómodos, confiados en que le estamos dando la pelota a alguien que la mayoría de las veces va a hacer el trabajo y conducirnos a donde queremos llegar’’.

Y a dónde no ha llegado Valdés que cada vez que sube al montículo de su novena en la Serie del Caribe parece pulverizar récords o igualar marcas como la de seis victorias para empatar con su compatriota Camilo Pascual, el venezolano José Bracho y el puertorriqueño Rubén Gómez como los más ganadores en la historia de los clásicos caribeños

Valdés tiró cinco entradas inmaculados ante la poderosa escuadra de Curazao -repleta de exjugadores que brillaron en Grandes Ligas- con solo dos imparables para reafirmarse como el pitcher con más tramos laborados en Series del Caribe con 85.

Como si fuera poco, ponchó a siete hombres para alcanzar los 61 y quedar a uno de la marca histórica en poder del puertorriqueño Juan Pizarro, lo que dice a las claras lo que ha significado este hombre de 46 años para Quisqueya y la pelota del área en general.

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Pero a esta altura de su vida, Valdés ha aprendido a respetar los números, pero no a darles más importancia de la que merecen, porque lo suyo es la longevidad y el mantenerse lanzando para República Dominicana, mientras su brazo aguante.

“Yo me he sentido bastante bien en República Dominicana’’, explicó Valdés.

“Desde que llegué en el 2003 fue el país que me abrió las puertas. Para mí es lo más grande que me ha pasado en mi carrera. Desde un inicio me gustó el béisbol de allá. Yo decía que todos los años, a pesar de jugar en Grandes Ligas, me iba a jugar a Dominicana. Para mí Dominicana ha sido lo más grande’’.

SU MOMENTO EN LAS MAYORES

En la película “The Rookie’’ -El Novato- se relata de manera romántica la travesía de Jim Morris hacia las Grandes Ligas y su debut a los 35 años con los Rays de Tampa Bay, cuando ya nadie apostaba un centavo por su carrera y todos lo miraban como un viejo apagado.

La historia de Valdés es algo parecida, sobre todo por su irrupción en las Mayores a los 32 años y luego de muchas temporadas dando tumbos en las Ligas Menores en que parecía que su estrella se eclipsaba por completo ante la multitud de jóvenes lanzadores con brazos más potentes.

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Antes de llegar a la gran carpa, ya Valdés había aprendido a tomar sus maletas para lanzar donde le llamaran, pero cuando el 11 de abril le llamaron de los Mets de Nueva York para debutar en la mejor pelota del mundo, sintió que todos los esfuerzos habían valido la pena.

Después llegaron estancias con los Cardenales de San Luis, los Yankees de Nueva York y los Filis de Filadelfia, pero Valdés sabía que quizá había llegado algo tarde para esos clubes, pero no para convertirse en un verdadero guerrero del camino, sobre todo en el Caribe.

“Es que yo entreno y entreno sin reparar en tiempos ni horarios’’, agregó Valdés.

“En los equipos donde juego me dicen que estoy loco, pero esto no es locura sino amor por la pelota. Otros me dicen que tengo el brazo de goma, pero la fuerza está en la mente’’.

UN GUERRERO DEL CAMINO

A él se le busca, se le aprecia. No como una reliquia del pasado, sino como una leyenda que se mantiene vigente por los océanos de experiencia que atesora y por sus resultados, porque Valdés con su bola dormida y llena de engaños todavía saca out al más pinto de la paloma.

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Ejemplo de ello fue el juego del martes contra Curazao donde Valdés registró su lanzamiento más rápido con 86.8 millas por hora, el más lento marcó 71.4 y promedió 80.3 en su velocidad general, mareando a un conjunto que apenas pudo hacer contacto de calidad contra sus bolas dormidas.

“Definitivamente es un privilegio poder mirarlo trabajar, primero como fanático y ahora como dirigente’’, reveló el piloto Gómez.

“Y todavía es posible que lo veamos trabajar antes de que termine esta serie. Sabemos que Raúl nunca va a decir que no si le pedimos algo. Así que esos récords de él van a ir para largo’’.

Y no solo en Dominicana porque Valdés ha sido una especie de brújula del béisbol, desde los tiempos cuando vagó de una liga a otra -algunas perdidas en la inmensidad del mapa-, de Dominicana a Venezuela, de Doble A a Triple A, de Japón a México y donde hubiera un montículo dispuesto a darle trabajo. Su pasaporte no deja espacios para más cuños de aduana.

CONTRA TODOS LOS OBSTÁCULOS

La vida le ha tirado varias curvas al cubano. Valdés ha sido un incansable. No se derrumbó ninguna de las cinco veces que fue capturado tratando de escapar de Cuba. Ni cuando le dijeron -en varias ocasiones- que no tenía el talento para llegar a Grandes Ligas.

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Tampoco flaqueó durante las semanas que pasó en prisión por sus intentos de fuga, ni cuando perdió la cuenta de los días en alta mar buscando alcanzar -algo que logró en el sexto intento- la República Dominicana, un lugar que ha llegado a querer como su segunda patria y donde fundó una familia.

Desde que comenzara a lanzar con el equipo de la desparecida provincia La Habana en las Series Nacionales, Valdés ha sido una especie de caballo de batalla. Va donde le pidan y hace lo que haga falta. Detallar su recorrido por las ligas del mundo es como hacer un recuento interminable.

Y todavía espera seguir lanzando hasta los 56 años -una década más- y participar en unas cuantas Series del Caribe.

“Pienso que Dios mediante me quedan un par de Series del Caribe’’, recalcó Valdés, quien puede terminar como propietario de varios récords difíciles de superar.

“Cuando termine todo, quiero que me recuerden como un luchador. Siempre trato de prepararme bien y lanzar lo que más puede en cualquier equipo que esté’’.