‘Grandes lagos vacíos’, un libro que nace en tiempos de pandemia

Cierta fábula inglesa recuerda que una vez un niño encontró una vieja moneda de cobre en la arena. Carente de valor para él, la arrojó al mar. Con las primeras luces del crepúsculo surgió imponente entre las aguas una ciudad fantástica donde sus calles bañadas en oro guardaban tesoros infinitos. Si existiera esa metrópolis, las historias del nuevo libro de Fernando Olszanski (Buenos Aires, 1969) esperarían relucientes nuestra lectura. Cada una de ellas es un obsequio narrativo que agrupa la observación, la inteligencia, una sutileza que acecha a cada vuelta de página. El género puede incluir lo sobrenatural o el realismo extremo, pero del comienzo al fin se encuentra la construcción de una literatura que sorprende, sea por el final inesperado de ciertos relatos, sea por el misterio que quema la boca de algún personaje.

El libro se titula Grande lagos vacíos (Ars Communis) y es precisamente en esas aguas donde las historias, esas monedas misteriosas tiradas al agua, se imponen para deleitarnos: “Teo en Ítaca”, “Yo te espero”, “Nunca vi el cielo así”, “La botella de mezcal”, solo por nombrar algunas del total de veinte que integran el libro.

Fernando Olszanski ha vivido alternativamente en Escocia, Ecuador, Japón y actualmente en los Estados Unidos. Tiene una maestría en Educación de la Dominican University y otra en Literatura Latinoamericana de la Northeastern Illinois University. Entre sus obras se destacan la novela Rezos de marihuana y el poemario Parte del polvo. Su libro de cuentos El orden natural de las cosas fue galardonado en el International Latino Book Award. Como artista visual ha incursionado en la fotografía con muestras parciales en Estados Unidos, Argentina y Japón, y como cineasta en varios festivales de cine de los Estados Unidos. Es el director de la editorial Ars Communis con sede en Chicago. Ha definido a la literatura en español en Estados Unidos como la “literatura del desarraigo”.

portada
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¿Cuéntame sobre el proceso de ‘Grandes lagos vacíos’?

‘Grandes lagos vacíos’ es un libro que nace en tiempos de pandemia. Durante un momento de profunda introspección enfocada en casi los veinticinco años que he vivido en Estados Unidos, fue casi como una obligación escribir sobre la vida en este país, no solo la mía, la nuestra, sino de toda la sociedad norteamericana, que está siempre en constante evolución. En esa mirada encontré que mis cuentos podían hablar de esas experiencias extremas y entrañables como lo son la soledad, la pérdida, la enajenación, el desarraigo. Vivir en el medio oeste es una experiencia única, una zona muy conservadora con tradiciones muy arraigadas sometidas a un clima y a un paisaje que modela la personalidad de los que vivimos en esta parte del mundo. Usé a los grandes lagos como hilo conductor de estos textos, por muchas razones, pero la más importante es porque son inevitables.

En varias de las historias del libro hay nostalgia, viajes, amores oscuros y, claro, el lago como un protagonista que los atraviesa.

Chicago es una ciudad de cara a un lago, el Michigan, que parece un mar de lo grande que es, un mar dulce. Es imposible no estremecerse con el paisaje del medio oeste y con lo que ello trae. Rescatar el lago como entorno creativo es esencial porque dependemos de él para poder vivir, es casi una lingua franca geográfica en la que no se necesitan palabras. Desde lo literario ha sido un ancla en el proceso de creación, como fuente de conexión con el todo. Todo se sucede alrededor de esas aguas que funcionan como vasos comunicantes entre la gente, las ciudades, los estados. Quise de alguna manera que ese fuera el lazo de conexión entre los cuentos de este libro. El lago ha sido siempre motivo de búsqueda en el horizonte, y perforar ese horizonte significa derribar todas esas fronteras invisibles que nos atan a lo que nos detiene. Es una invitación a seguir adelante, porque en vez de verlo como barrera, uno lo percibe como puente.

¿Qué lugar ocupa el escritor hispano en la sociedad norteamericana?

Esta sociedad es un hervidero de emociones constantes y es bueno que siga evolucionando y marque tendencias. El escritor latino está en una situación privilegiada, porque puede verse fuera de su zona de confort, fuera de su propio ombligo e identificarse en función de algo más grande. Tenemos también la obligación de documentar nuestro paso en este país y nuestro gran aporte a nivel cultural y social en la construcción de esta nación. Pero si aceptamos que hay una Nación panlatina dentro de este país tenemos también que aceptar que es nuestra obligación apuntalar ese crecimiento y ese movimiento. Generando espacio, debate y reflexión. La literatura que habla de este país es esencial para seguir creciendo. Ahora, si el escritor logra eso, ¿cómo apoyamos al escritor, a las editoriales, a los movimientos culturales que tratan de llegar al público latino en general? Ahí es donde la academia tiene que dar un paso al frente y tomar responsabilidad de sus obligaciones en la formación de profesores, maestros y gestores culturales que van a formar al público latino. Hay mucho para hacer, es hora de dar pasos más firmes.

Como editor has realizado antologías sobre diversos temas. ¿Qué valor encuentras en este tipo de trabajos?

Las antologías me parecen esenciales para hacer un mapeo de lo que se está haciendo en Estados Unidos en español. Mientras algunos solo se limitan a estudiar las ciudades grandes de la costa este, el país crece, genera, estimula y produce cosas esenciales. Las convocatorias a las antologías son abiertas y permiten dar voces a aquellos que no tienen un espacio para expresarse. Esa es la premisa más importante de Ars Communis, extender el mapa del español en este país, no quedarnos solo con lo que se hace en nuestras ciudades, sino salir a buscar a los escritores que de otra manera no tendrían la oportunidad de llegar a un público mayor. Las antologías son el primer paso para abrir un mercado mayor, además de mostrar variedad de estilo, de temas, de geografías y calidad literaria.

Como lector, ¿qué debe tener un cuento para interesarte?

Me gusta mucho el cuento porque se puede decir algo importante en pocas palabras y permite provocar al lector a llenar los espacios no dichos. Por eso cuando leo un cuento que no me gusta pienso en la oportunidad perdida para decir algo que puede cambiar la manera de ver las cosas. Creo que una buena primera frase es importante en un cuento, captar la atención del lector es la manera de motivar a seguir leyendo. Valoro el buen trabajo de la palabra, la búsqueda de la musicalidad, la cadencia y el ritmo, la efectividad de la sorpresa, o simplemente el valor de una historia bien contada. Y si me obliga a leerlo más de una vez, significa que es un buen cuento.

Hace casi 30 años que vives en Estados Unidos. ¿Qué aprendiste de la sociedad norteamericana?

A mí me fascina vivir en este país, a pesar de que está lejos de ser perfecto, es un experimento social que vale la pena probar. Aprendí que se puede viajar por el mundo dentro de tu propia ciudad y disfrutarlo tal cual es, aprendí también que una buena campaña publicitaria puede hacer que creas que una mentira es la verdad absoluta. Aprendí a ser más flexible y a adaptarme en función del otro, aprendí también que este país es la síntesis perfecta de Mr. Hyde y el Dr. Jekyll. Aprendí que se puede ser un ciudadano y actuar en consecuencia cuando te dan la oportunidad, y aprendí también que los dobles discursos son tan peligrosos como una verdad escondida o una mentira elaborada. Aprendí que lo único constante en la vida es el cambio, y eso me gusta.

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