Joven muere de COVID-19 luego de que sus padres la llevaron a una fiesta y decidieron tratarla en casa con medicinas ineficaces

La vida de Carsyn Leigh Davis fue difícil y cargada de sufrimiento. Y se extinguió prematuramente en medio de una tragedia que, por añadidura, algunos han vinculado a inquietantes acciones y decisiones de sus propios padres.

Carsyn, de apenas 17 años, falleció el pasado 23 de junio en Florida a causa del covid-19, pero su muerte pudo haber sido evitada y, en realidad, se consumó por una cadena de posibles irresponsabilidades que la expusieron al contagio del coronavirus, la apartaron de la atención que podría haberla salvado y en cambio la sometieron, al margen de la prescripción de los médicos, a tratamientos que han sido señalados como ineficaces e incluso potencialmente peligrosos.

La joven Carsyn Davis. (GoFundMe)
La joven Carsyn Davis. (GoFundMe)

De acuerdo al relato de The Washington Post, Carsyn sufrió desde muy niña de graves enfermedades: padeció cáncer, una enfermedad autoinmune, sufría del sistema nervioso y desarrolló obesidad, pero logró sobreponerse a todo ello durante años y era una joven activa y querida.

Pero sus padecimientos le habrían dejado secuelas, en especial una condición inmunodeprimida, lo que la volvió especialmente vulnerable al covid-19, de acuerdo a medios que han narrado su caso.

Con todo, semanas atrás y en plena pandemia, su madre –Carole Brunton Davis– decidió llevar a Carsyn a una fiesta en una iglesia, en la que un centenar de menores interactuaron sin que se les requiriera llevar mascarillas y donde no se respetaba el distanciamiento social. Para cualquiera eso sería un riesgo de contagio, pero eso era aún más peligroso al considerar que Carsyn tenía antecedentes de inmunodepresión.

Por añadidura, algunos han señalado que esa reunión habría sido en realidad una “fiesta de contagio”, una reunión a la que padres llevaron intencionalmente a sus hijos para que se contagiaran del coronavirus con la noción equívoca de que los menores solo sufren síntomas menores, o ninguno, si contraen covid-19.

Esa versión ha sido divulgada por Rebekah Jones, una científica que administraba la base de datos de casos de covid-19 en Florida y que fue despedida cuando, según ella indicó, se negó a alterar los datos para hacer parecer que la pandemia era mucho menos grave en ese estado.

Con todo, aunque no es claro si se trató de una “fiesta de contagio” es obvio que exponer a una menor vulnerable a contactos sin protección podría infectarla de coronavirus, lo que en efecto sucedió. Pero en lugar de ser llevada a un hospital para que recibiera atención médica, sus padres le administraron azitromicina y luego hidroxicloroquina, un medicamento originalmente prescrito contra la malaria que Donald Trump promocionó (y según él incluso tomó) como una opción terapéutica contra el covid-19.

Pero, en realidad, ni entonces ni ahora existían prueba contundentes de que la hidroxicloroquina fuera realmente efectiva contra el coronavirus, y en cambio se han publicado estudios que señalan que ese fármaco no solo no resulta eficaz sino que puede provocar peligrosos efectos secundarios, incluidos problemas cardiacos, en quien lo consuma.

La propia FDA debió emitir una alerta para señalar que la hidroxicloroquina no debe ser administrada a pacientes fuera del entorno hospitalario o de ensayos clínicos por el severo riesgo de que el medicamento desate problemas cardiacos en los pacientes. Y el pasado junio la FDA revocó por completo su autorización para el uso hospitalario de la hidroxicloroquina para tratar pacientes de covid-19, como la propia entidad indicó en un comunicado.

Los padres de Carsyn también le dieron previamente azitromicina, un antibiótico que ha sido mencionado como una posible opción terapéutica en combinación con la hidroxicloroquina contra el covid-19. Al parecer lo hicieron porque pensaban que la menor solo padecía sinusitis, como se narra en el reporte forense.

En realidad, ella había contraído covid-19. Y se ha criticado que en lugar de medicar a su propia hija, sus padres debieron haber acudido a un hospital desde el principio. En cambio, mientras ella tomaba esos fármacos comenzó, de acuerdo al Post, a sufrir síntomas crecientes al grado de que comenzó a sufrir severos problemas por falta de oxigenación y finalmente fue llevada a un hospital. Llegó en un estado muy deteriorado y debió ser internada en cuidados intensivos.

Ya en el hospital, los padres de Carsyn se negaron inicialmente a que ella fuera intubada y algunas versiones señalan que su madre se molestó porque los médicos no quisieron prescribirle hidroxicloroquina. En cambio se le dio un tratamiento de plasma (con anticuerpos contra el covid-19) y al final fue colocada en intubación. Pero la condición de la joven era ya tan mala que los esfuerzos para tratar de salvarla resultaron inútiles y falleció el pasado 23 de junio.

Diversos médicos han criticado la forma como Carsyn fue expuesta al coronavirus y el tratamiento (o, podría decirse, la carencia de él) que se le dio inicialmente por parte de sus padres y que al final posiblemente deterioró su condición a un grado tal que no fue posible evitar su fallecimiento.

En todo caso, si Carsyn no hubiese acudido a esa fiesta en la iglesia no se habría contagiado, y ese tipo de reuniones multitudinarias y sin protección han sido señaladas ampliamente como peligrosos focos de difusión del coronavirus que han de ser evitados. Llevar a una menor a esa reunión, sobre todo a una con antecedentes de inmunodeficiencia, luce al menos irresponsable y todo se agrava si se trató, como algunos han sugerido, de una “fiesta de contagio”.

Y, una vez ya enferma, también se ha deplorado que sus padres no la hayan llevado desde el principio a un hospital y que en cambio le hayan sometido a consumir fármacos que, incluso cuando tuvieron cierto aval científico oficial, solo habrían sido apropiados para uso en condiciones de hospitalización. Trump, en realidad, era quien difundió la hidroxicloroquina como una opción amplia contra el coronavirus, lo que al final acabó en contradicción con las propias autoridades reguladoras de medicamentos de Estados Unidos.

Para muchos, la vida de Carsyn pudo haberse salvado si no se hubiese expuesto a un entorno de alto riesgo de contagio o si hubiese recibido atención médica apropiada y oportuna. La familia ciertamente está adolorida y enlutada por su pérdida, lo que ha de suscitar compasión. Varias campañas de recaudación de fondos se han abierto en beneficio de su familia en GoFundMe.

Pero su historia ha también generado tristeza y malestar en la opinión pública y es una alerta sobre los graves riesgos inherentes a ciertas prácticas y decisiones en medio de la pandemia de covid-19.