La sorpresa del Banco de México mientras todos veían al Papa

El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens informó que por decisión de la Junta de Gobierno la institución elevó su tasa de interés en 50 puntos porcentuales, para ubicarla en 3.75 por ciento a un día y suspenderá las subastas de dólares, a fin de contribuir a reforzar los fundamentos económicos del país.

Al respecto cabe recordar que en diciembre de 2015, siguiendo la pauta que marcó la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco de México aumentó su tasa de interés de 3 a 3.25 por ciento, después de siete años de estabilidad.

En conferencia de prensa Carstens reconoció que en los mercados financieros la volatilidad ha afectado las finanzas públicas y la cuenta corriente por lo que aumentó “la probabilidad de que surjan expectativas de inflación que no estén en línea con la consolidación del objetivo permanente de 3 por ciento”.

El gobernador del Banxico explicó que se suspenderá de inmediato la venta de dólares, sin descartar la posibilidad de intervenir discrecionalmente en el mercado cambiario, cuando se presenten condiciones excepcionales.

Es un hecho que la volatilidad en los mercados financieros internacionales aumentó y el entorno externo de la economía mexicana sigue deteriorándose.

La caída de los precios internacionales del petróleo afecta las finanzas públicas y otras variables macroeconómicas también impactan de manera negativa a la moneda mexicana lo que aumenta la posibilidad de que surjan expectativas de inflación.

Hace una semana el Banco de México consideraba adecuado continuar su intervención en el mercado cambiario con ofertas diarias de 400 millones de dólares, con el propósito de contrarrestar los choques externos sobre el peso, se ha buscado atenuar su depreciación, “sin embargo, no ha detenido su caída y el martes (9 febrero 2016) cotizaba en 18.935 unidades por dólar, su peor registro histórico.” El peso acumula una depreciación de casi 9.0% en lo que va del año, tras una pérdida del 17% en 2015.

Es un hecho que la coyuntura internacional económica y financiera, ha cambiado negativamente para México y por ello se han acentuado los riesgos, lo que obliga a ajustar, antes de lo previsto, la política monetaria del país, con el objetivo de mantenerlo como un destino atractivo para los inversionistas.

Los analistas financieros de JP Morgan, Banorte y Bank of América, a principios de febrero descartaban un alza en la tasa de interés. No obstante, concedían que existía la posibilidad de que la debilidad del peso frente al dólar podría motivar un alza preventiva.

El analista de JP Morgan, Gabriel Lozano, estimaba que solo habría dos alzas en 2016 por parte de Banxico. Una en junio y otra en septiembre, lo que llevaría a la tasa a 3.75 al final del año. “El plan del Banxico para moderar la salida de los flujos de cartera es aumentar la tasa de referencia uno a uno con la Fed. Sin embargo, hay riesgos de que la estrategia afecte a la actividad económica, lo cual también podría derivar en la salida de flujos”. El pronóstico se adelantó diez meses.

Con la determinación del Banco de México de aumentar la tasa de interés en 50 puntos porcentuales, a los que habría que sumar los 25 puntos que se aumentaron en diciembre, y la interrupción en la venta de dólares, se reconoce la debilidad por la que atraviesa la economía mexicana, el enorme hueco que ha hecho en las finanzas públicas la caída de los precios internacionales del petróleo y la dependencia que Hacienda tiene de este ingreso.

Es un hecho que la economía del país está petrolizada y que los problemas monetarios que hoy enfrenta el Banco de México son el anuncio de que en el corto plazo se convertirán en problemas económicos que afectarán la marcha productiva del país, principalmente de la industria que debe hacer importaciones para su funcionamiento.

Que se diga en el discurso que existe la amenaza de la inflación no es una novedad porque se ha percibido el alza constante de los precios al consumidor, lo que indica que en el corto plazo la economía de las familias se verá más afectada todavía, si se considera que el país se encuentra en dependencia en muchos ramos de su actividad productiva y, gravemente, en la alimentaria donde muchos de los productos que se consumen y las materias primas para elaborarlos, son importados y esas operaciones se realizan en dólares.

El gobierno desea que la inflación sea del 3 por ciento, pero se antoja una meta difícil de cumplir debido a que las variables que están afectando la economía nacional y de los países con los que México mantiene relaciones de intercambio comercial, también están afectados negativamente por la crisis global que ha frenado economías poderosas como la de Estados Unidos, China, Rusia, Inglaterra, Francia y Alemania, todos dependientes del petróleo para su funcionamiento.

A nivel doméstico debemos ajustarnos el cinturón y tratar de consumir lo que el país produce, como mecanismo de protección del empleo, el de todos. Pero esta realidad no es para todos, se salva la industria turística porque para los extranjeros, los que tienen monedas fuertes, como el dólar y el euro, es barato venir a disfrutar de nuestra hospitalidad. Siempre sale el sol después de la noche.

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