La revolución de Mazatlán que provocó un capricho de turistas extranjeros; ¿hasta dónde hay que complacerlos?

Protesta de bandas de música en Mazatlán, Sinaloa. |  FOTO: DANIA ROBLES /CUARTOSCURO.COM
Protesta de bandas de música en Mazatlán, Sinaloa. | FOTO: DANIA ROBLES /CUARTOSCURO.COM

No más música de banda en Mazatlán. No más "ruido molesto". Eso quieren los empresarios hoteleros para la zona playera de uno de los destinos más emblemáticos de México. Han solicitado que los músicos no puedan tocar en la arena porque molestan a los turistas. Las quejas han sido unánimes por parte de las cúpulas empresariales, que desde luego están velando por un interés económico, aunque este sea únicamente aplicable para los visitantes extranjeros: están simulando que no existen ni la población ni el turismo local.

El caso ha escalado y llevó a una manifestación multitudinaria en las calles de Mazatlán por parte los músicos que están defendiendo su derecho a trabajar ante las restricciones que quieren impulsar los grupos hoteleros. Hubo espacio para una escena surrealista: una pelea entre músicos y policías que, de manera irónica, fue ambientada de fondo por el propio sonido de la banda. Es que hasta parece escena de novela y si se pusieran de acuerdo, no les saldría tan bien.

La idea de la prohibición ha encontrado eco en empresarios como Ernesto Coppel: "Yo tengo muchas quejas de cientos de turistas americanos que me dicen: 'no vuelvo a Mazatlán por el escándalo y el ruido'. No somos un destino de quinta, somos un destino de primera", dijo en un video difundido en redes sociales. En la misma línea, Ben Berdejo, el gerente del hotel Double Three By Hilton, dijo que sus clientes no suelen contratar bandas: "La queja más grande que tenemos es el tema del ruido. No sólo en la playa con las bandas, también con todos los bares y antros. Yo creo que uno de cada 50 de nuestros huéspedes hacen uso de esas herramientas (bandas, ruido)".

El mes pasado se hizo viral un video en el que mientras había un espectáculo musical en el DoubleTree by Hilton, afuera la banda tocaba a toda potencia para poner el ambiente en la playa. Desde entonces, el tema ha ido escalando hasta llegar al momento actual: una confrontación directa de voluntades entre prohibidores y músicos. Todo, originado por los turistas extranjeros que no quieren oír el ruido que generan las bandas. Quieren que el lugar se adapte a sus necesidades y que, básicamente, sea una extensión de un hotel: sin ruido, con comodidad, absoluta, quitándole la singularidad al destino que han elegido —y que eligieron sin haberse informado de lo que ahí iban a encontrar—.

Hacer turismo implica aceptar que conocerás algo nuevo. Y que, por lo tanto, deberás adaptarte a esa cultura, que de eso se trata viajar: de sumar nuevas experiencias. Un destino tiene que ser eso: la oportunidad de salir de lo conocido para sumergirse en un entorno diferente. ¿Para qué viajas entonces? ¿Para qué pierdes tiempo y dinero en buscar un destino que, si se va a adaptar a ti, terminará siendo exactamente igual a cualquier otro?

Como menciona la académica Carla Escoffié, también hay una alta dosis de hipocresía por parte los empresarios, que quieren beneficiarse del turismo sin pensar en los músicos, que también lo hacen, pero no del turismo extranjero, sino del local, y ese parece cada vez menos relevante (y menos atractivo económicamente) para la hostelería. Burdamente, están pensando en el dinero como faro. Y sí, ya se sabe que debe ser un negocio y uno muy rentable.

Pero al hacer esto también están desfigurando el turismo local y están sentando las bases para que todo destino turístico de México sea susceptible de alterar sus tradiciones simplemente para complacer al mercado. No es tan superficial como hablar de gustos: ya salieron mexicanos a decir que son mexicanos y no les gusta la banda (como antes hicieron con los organilleros). Es comprender el turismo en su más pura esencia: conocer un lugar asumiendo que no está hecho a nuestra semejanza.

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