Un pueblo chino, asediado por monos salvajes tras intentar aprovecharse de ellos con fines turísticos

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Con la naturaleza es mejor no jugar, lo vemos cada día cuando se evalúan los efectos de mover una especie desde su entorno natural o uno diferente, algo que por desgracia se ha vuelto habitual incluso en los estanques de los parques de nuestras ciudades. Pero si algo nos caracteriza como especie es que solemos mirar por nuestro propio interés y economía, sin pararnos a pensar los efectos que nuestras acciones podrán tener a largo plazo.

Un ejemplo de esto mismo acaba de llegarnos desde China, donde nos hemos enterado de cierto plan turístico ejecutado en 2003 en la villa de Xianfeng, provincia de Sichuan, que ha terminado como el rosario de la aurora. Oh si me perdonáis el chiste, dejando a todos sus habitantes con “mono” de tranquilidad.

Me explico. En medio de un periodo expansivo sin precedentes de la economía China, el turismo interior se ha convertido en una lucrativa fuente de ingresos para muchas localidades. Y aquellas que no pueden ofrecer al viajero templos milenarios, o paisajes de ensueño, deben estrujarse los sesos para inventarse atractivos de donde no los hay. Y eso fue lo que pasó en Xianfeng, que pensó que podría ser una buena idea emplear la fauna salvaje de los bosques cercanos para incitar a los chinos pudientes a dejarse caer por el pueblo.

Ni cortos ni perezosos, se lanzaron a la montaña con la idea de capturar macacos salvajes, una idea inspirada por un famoso punto turístico en China llamado Monte Emei. Así que como os decía, en 2003 se pasaron 48 días en la espesura del monte y cazaron 73 monos, los cuales fueron transportados hasta Xianfeng para ser exhibidos en semilibertad.

Inicialmente la cosa salió como pensaban. Pronto llegaron oleadas de turistas de todo el país, deseosos de alimentar y fotografiar a los macacos. Y tras los turistas llegaron los inversores, que rápidamente mostraron interés y financiaron el proyecto, llegando a crear un parque para que los monos tuvieran un hogar.

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Pero como pasó en el cuento de la lechera, en 2014 la suerte de los aldeanos de Xianfeng cambió. Zhoy Zhenggu, el principal inversor en el parque, falleció. Tras este suceso el hogar de los monos cerró por problemas de gestión y falta de financiación.

Hoy, Xianfeng es hogar de 600 macacos abandonados a su suerte. Al contrario que los monos del Monte Emei, que viven en libertad y son independientes, los macacos de Xianfeng no saben defenderse por sí mismos, ya que muchos han nacido en cautividad y hasta ahora dependían por completo de los empleados del parque, que eran quienes los alimentaban.

¿El resultado? Aldeanos aterrorizados por las incursiones de los monos, que destruyen sus cosechas y hogares, y se pelean entre sí de forma desaforada por cualquier pedazo de comida. Es como si en Xianfeng se estuviera viviendo un episodio real de El Planeta de los Simios.

Las autoridades han ideado un plan para capturar a los macacos y liberarlos de nuevo en su habitat salvaje, algo que solo han podido hacer con la mitad de los monos. Sin embargo los expertos creen que la otra mitad tiene la firme determinación de quedarse, con lo cual monos y humanos tendrán que aprender a coexistir hasta que los primeros decidan, por su propia voluntad, que no queda más remedio que regresar a los bosques y comenzar una vida independiente lejos del antiguo parque.

¡Cuando aprenderemos a no alterar la naturaleza!

Me enteré leyendo Mashable.